Columna | P U L S O   P O L I T I C O

            Los rumores de una posible unificación de los dos partidos tradicionales de este país, el PRI y el PAN, sería un fracaso para ambos, como lo fue el “amasiato” entre Felipe Calderón y Erique Peña Nieto, del que da cuenta, con nombres y señales el periodista y escritor Alvaro Delgado, en su libro que lleva este nombre precisamente: “El Amasiato”, cuya primera edición apareció en 2016 en ediciones Proceso.

               No se puede juntar el agua con el aceite. Toda su larga existencia, la del PRI de 90 años y la del PAN de 80, fueron enemigos acérrimos, por agravios de siglos. Los conservadores fueron enemigos del movimiento de Independencia y los liberales, de la plena separación de México de España. Todo el siglo XIX ambas corrientes se la pasaron luchando, con las armas en la mano, para hacer de este país una republica federal, los liberales; y un país gobernado por un emperador importado de Europa (el imperio de Maximiliano) o un país centralista, cuando los imperialistas fueron derrocados.

               Durante la dictadura de Porfirio Díaz, los conservadores se transformaron en porfiristas después de que el dictador dio un giro a la derecha imponiendo un régimen represor, autoritario y protector de los ricos hacendados o de los empresarios extranjeros.

                Ya en pleno siglo XX y con el triunfo de la Revolución maderista, ambas corrientes decidieron luchar legalmente por el poder, a través de organizaciones partidistas: en 1929 se formó el PRI para unificar a las corrientes revolucionarias en lucha interna por los puestos del gobierno y en 1939, se formó el PAN,  con las corrientes conservadoras de la época, que pretendían un gobierno que se rigiera por los principios de la Iglesia Católica, empezando por la implantación de la enseñanza de esa confesión religiosa en todas las escuelas públicas.

                El PRI se adueñó del poder total desde su surgimiento como partido, pero los conservadores decidieron conformar el suyo diez años después, para combatir frontalmente al gobierno de Lázaro Cárdenas, que fue el creador de las instituciones más sólidas del gobierno federal, aceleró el reparto de la tierra, impulsó la educación socialista en todos sus grados, gratuita y laica y a través de la Ley Federal del Trabajo, defendió a los trabajadores de la ciudad y del campo, contra la explotación y malos tratos de los patrones.

                 Como consecuencia de todo eso, surgió una clase media fuerte, conformada por pequeños propietarios, por pequeños y medianos comerciantes, por maestros, profesionistas universitarios, burócratas, etc. Cárdenas pues, fue el creador del México moderno y el PAN siguió en su lucha, pero en condiciones muy distintas a las que habían prevalecido antes de los gobiernos revolucionarios.

                  Acción Nacional, tuvo personajes importantes para la vida nacional, como Manuel Gómez Morín, fundador del PAN; como Luis H. Alvarez, su segundo candidato a la presidencia de la república; José Angel Conchello, José González Torres y muchos más. Muy diferentes por cierto a Vicente Fox y Felipe Calderón, acusados por sus propios compañeros de partido, de haberlos traicionado, desde antes de que asumieran la presidencia de la república.

                   Unir a dos partidos que fueron hechos trizas en las elecciones del 2018 no les daría ninguna ventaja, porque si ahora el PAN tendría (si hoy fueran las elecciones) apenas el 7.3 de la votación total y el PRI, el 6.3, según una encuesta reciente del diario capitalino El Universal, imagínese el rechazo que recibirían de sus propios militantes si se concretara esa absurda alianza, totalmente antinatural, de la que se ha venido hablando.

                  La alianza del PAN con el PRD, éste un partido de izquierda o supuestamente de izquierda y el PAN, un partido de derecha, heredero del partido conservador de antaño, fue una catástrofe para ambos. El PRD prácticamente se pasó en masa a las filas de Morena y el PAN se quedó solo con su militancia tradicional, la de la derecha, aunque irritada, descontenta con sus dirigentes, que ahora andan tan mal, que tienen que recurrir a Vicente Fox para que encabece una lucha contra López Obrador y cuyo llamado inicial ha sido: “Vamos a darle en la madre, a la cuarta transformación”.

                Comentando esto con unos amigos políticos de diverso signo, se llegó a la conclusión de que tanto el PRI, como el PAN, todavía no le agarran la onda a lo que está pasando. Vasta escuchar lo que dice “Alito” en sus discursos y lo que dice Marko Cortés, en los suyos. Los dirigentes nacionales de ambos partidos, no dan una, no conocen cual es la situación real de sus partidos y así no van a poder salir del hoyo en que están metidos.

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