Columna | P U L S O     P O L I T I C O
      
                EN EL VIEJO RÉGIMEN EN DÍA siete de junio se celebraba el “día de la Libertad de Expresión” que todo mundo sabía que en realidad existía en forma muy limitada. La llamada gran prensa de la ciudad de México, los grandes diarios, los noticieros de radio y televisión, no la practicaban.

                Había una empresa importadora de papel periódico, llamada Pipsa, que surtía de materia prima a los grandes diarios de México. Todas esas empresas, tenían créditos millonarios, de tal manera que cuando Pipsa, les pasó la cuenta de su adeudo, todas y cada una de las empresas periodísticas, debían una cantidad millonaria por concepto de papel. Don José García Valseca, poblano propietario de la cadena que llevaba su nombre, de periódicos en la provincia mexicana, y otros propietarios de grandes diarios nacionales, como el también poblano Rómulo O!farrill, dueño de Novedades, decidieron hablar con el presidente Miguel Alemán Valdez, para solicitarle su “comprensión y apoyo”, pues si se hacía efectivo el pago de la cuenta, muchos medios entrarían en un proceso de “quiebra”.

                Don Miguel Alemán, fue muy generoso con ellos y les condonó a todos el adeudo, con la intención de que siguieran colaborando con su gobierno, elogiando todas las acciones gubernamentales y ocultando aquellas que fueran contrarias al interés nacional, como los actos de corrupción que en esa época, se habían disparado.

               La radio y la televisión tenían otro tipo de apoyos, bastante generosos, según se sabía.

               Es obvio que tal determinación puso  a los gestores más que contentos y cuando comunicaron la decisión presidencial a sus colegas, propusieron ofrecer una  comida al Presidente para agradecerle su gesto.

              Esa comida fue el 7 de junio de los años cuarenta o de los primeros cincuenta (no tenemos la fecha exacta) Todos estuvieron felices y cuando el Presidente se retiró del evento, hubo un estruedoso aplauso.

              Lógicamente se quedaron para seguir celebrando muchos de los asistentes y ya  avanzada la noche, y habiendo libado más de lo debido, se les ocurrió una idea genial. ¿Porqué no celebrar el 7 de junio como día de la Libertad de Expresión y reunirse todos con el Presidente en un banquete que recordara la primera reunión? Y así se hizo, con la autorización del Jefe de las Instituciones Nacionales, desde luego.

             Ese fue el origen real que celebraba algo que en realidad no existía, porque la prensa nacional, los medios de difusión todos, no hacían ninguna crítica, ni siquiera bien razonada a las instituciones gubernamentales, excepción de la revista “La Nación”, muy buena revista por cierto, del Partido Acción Nacional, que parece que sigue saliendo, pero tan degradada, que ni siquiera los afiliados al PAN la conocen; también el semanario “Orden” de la Unión Nacional Sinarquista, hacía crítica a los gobiernos revolucionarios, con razonamientos válidos. Pero el sinarquismo prácticamente se extinguió y el periódico de tamaño grande y no tabloide, también.

             Ahora, que en todos los medios de difusión del país, impresos, televisivos y radiofónicos se hace crítica, con razón o sin ella, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es decir, se ejerce la libertad de expresión, nadie celebró el día. Por lo menos oficialmente. Los últimos gobiernos priístas y panistas de Puebla, ofrecían una comida a los comunicadores, hoy no. Debe ser por el origen mismo de esta celebración, como lo comentamos en este espacio.

            TODO PARECE INDICAR, QUE LAS AUTORIDADES estatales, ahora sí tomarán medidas para evitar la contaminación del Río Atoyac. Clausurarán las empresas que contaminan el río al arrojar sus desechos a la corriente del mismo, provocando la contaminación del la presa de Valsequillo, que riega a una amplia zona del centro y del sur del Estado, donde se producen verduras, hortalizas y otros alimentos de origen vegetal.

             Durante mucho tiempo se creyó que el problema de Valsequillo era el lirio acuático y acabar con él, fue la meta de los gobernantes hasta que cayeron en la cuenta, de que es la contaminación y no el lirio.

             En la zona de Izúcar de Matamoros, en los años treinta y cuarenta, cuando se pensaba que la industrialización del país era básica para progresar se autorizó instalar en La Galarza, junta auxiliar de Izúcar, la empresa Bacardí  que según nos cuentan, iba a ser el inicio de la industrialización del sur.

             Nada de lo que entonces de ofreció, se cumplió: ni hubo las grandes oportunidades de trabajo para los lugareños, ni esa empresa jaló a otras par conformar un complejo industrial y para colmo, esa región de gran producción agrícola, fue dedicada, por decreto, a solo producir caña de azúcar para alimentar al ingenio azucarero establecido en Atencingo, con frelativo beneficio para algunos de los agricultores. La lucha entre los ejidatarios y los miembros de organizaciones obreras y campesinas, como la CROM, provocó mucha violencia en la zona.

             Los “guarapos” de la fábrica de Bacardí, se arrojaban al caudal del río y eso provocaba gran pestilencia en las zonas habitacionales de las cercanías, incluso en la ciudad de Izúcar, pero lo peor, esas aguas acabaron con la fauna del río Nejapa y con cultivos como el de melón y sandía, cebolla, jitomate y otros más, que prácticamente se extinguieron. La región dejó de producir arroz, que antes se exportaba por su buena calidad y el agua solo era benéfica para el riego de caña.

            Total, hace uno o dos años la empresa Bacardí se cerró y sus poco más de 200 trabajadores y empleados fueron liquidados. Entonces salió a la luz, que casi todos eran habitantes de la ciudad de Puebla y no de la región que se ofreció beneficiar con el inicio de su industrialización.      

Publicado en COLUMNAS

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos