Columna | P U L S O    P O L I T I C O

      Recordará usted cuando el Senado de la República, era integrado por viejos y experimentados políticos, que ya habían sido diputados locales o federales en sus estados, habían sido presidentes municipales y de pilón, habían desempeñado cargos administrativos en los gobiernos federal o estatales. Tenían antecedentes en cargos sindicales o de dirección partidista, eran pues, políticos con oficio y con sensibilidad social; pero vino el remolino de los modernizadores tecnócratas y los “alevantó”.

       Ellos, los doctorados en universidades gringas, muchos  hijos de esos viejos políticos, al regresar impusieron nueva moda: la política es para jóvenes y no para viejos. Los viejos al bote de la basura; los jóvenes al poder.

        Y la llegada de los jóvenes con el doctor Carlos Salinas de Gortari a la cabeza, significó la caída del viejo PRI y el surgimiento  del nuevo partido, de jóvenes inexpertos, carentes de sentido político y social, ignorantes de la historia patria, pero duchos en eso de modernización y economía. Hay excepciones, claro.

       Su proyecto inicial fue el de hacernos un país maquilador de las grandes empresas transnacionales. Se les daban terrenos para construir fábricas a precios de regalo a costa de los campesinos que perdían sus tierras de cultivo y después tenían que emigrar a los Estados Unidos en busca de trabajo.

        Se creaban empleos de tercera, con pagos de salarios mínimos o un poco más y en ocasiones, como el caso de las maquiladoras de pantalones de marca, en Tepeojuma, con malos tratos y sin prestaciones de ninguna especie. Igual que como hacen en Africa y en países de Asia.

          Cuando algunas organizaciones obreras, como la CTM, se ponían dignas, exigiendo seguridad social y otras prestaciones mínimas, las maquiladoras cerraban sus puertas y se iban con la música a otra parte.

          El gobierno tecnocrático de Salinas, tenía como oferta para el mundo industrializado, mano de obra barata mexicana y terrenos casi regalados y exención de impuestos por varios años, mientras esas nuevas empresas se “encarreraban”.

          Como estarían las cosas, que hasta los priistas se enojaron contra el gobierno federal y hacían críticas abiertas a la tecnocracia criolla, al grado de que durante el mandato de Ernesto Zedillo y durante una asamblea nacional priista, tuvieron que ponerse candados para impedir, que llegaran al poder gentes sin ninguna experiencia política, sin ningún sentido social y con total desconocimiento de nuestro desarrollo histórico, candados que serán abiertos en la Asamblea Nacional del partido tricolor, que se celebrará en el mes de agosto.

        El descontento generalizado de la población, por el abandono al campo, por la sustitución de la política social por actos de caridad de fundaciones y del mismo gobierno, obligó a la cúpula del poder, a dejar un rato de doce años, el gobierno federal en manos del Partido Acción Nacional que tuvo dos presidentes: Vicente Fox, que proclamó a su gobierno “de empresarios y para empresarios”, durante el cual no hubo crecimiento económico, se agudizó el desempleo y la pobreza y ahora recibe duras críticas del grupo de amigos que lo apoyaron  económicamente, cuando fue candidato; y el de Felipe Calderón, que no solo inició la guerra contra el narcotráfico, cuyos efectos económicos, sociales y políticos todavía estamos padeciendo, sino que entregó gran parte del territorio nacional, a empresas mineras extranjeras para la explotación de yacimientos de oro, plata y otros metales, a cielo abierto, sin importarle las consecuencias que eso provocaría al corto y mediano plazo a la población.

        Numerosos pueblos indígenas se están rebelando contra la venta de sus tierras comunales, ejidales y pequeñas propiedades, sin su consentimiento, para esas explotaciones mineras y por las consecuencias que la explotación a cielo abierto provocarían para su vida y la de sus familias, pues habría arrasamiento de bosques, contaminación de aguas y peligro del surgimiento de enfermedades graves entre la población.

         Y es que la inexperiencia, la ignorancia y ahora la mala fe, aunado a un patriotismo ramplón de los jóvenes doctores, no ha podido sustituir a “las canas”, de los viejos y experimentados políticos, a las que se refería el ex dirigente nacional priista en recientes declaraciones.

          Políticos de esa talla abundan en todas partes y en todos los partidos: Antonio Tenorio Adame, Guillermo Pacheco Pulido, Francisco Adame Díaz, Jorge Arroyo García, Jesús Morales Flores, Marco Antonio Rojas, José Alarcón Hernández y muchos más, así como Francisco Fraile, Ana Teresa Aranda, Rosalía Ramírez, Teodoro Ortega, Alejandro Cañedo Benítez, que ocuparon puestos de elección popular como panistas o muchos otros que fueron aguerridos perredistas o que militaron en partidos de izquierda. Son la voz de la experiencia, de la prudencia, que darían dignidad al Senado de la República o que serían guías de diputados jóvenes e inexpertos.

           Por algo en los viejos países europeos, son pocos los gobernantes jóvenes y en sus cuerpos legislativos, predominan las gentes maduras y experimentadas; en la Iglesia Católica, que algunos la consideran como el partido político más antiguo de la historia, el Colegio Cardenalicio, está conformado por esas canas, que Manlio Fabio dice que hay que escuchar. ¿Escucharán? Sinceramente no lo creemos, pero en fin…..

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