Lunes, 23 Abril 2018 19:11

No emocionó el debate en Puebla

Columna | P U L S O    P O L I T I C O

           Era de esperarse: entre los ciudadanos poblanos, son mayoría los que están decepcionados de la política y de los políticos y por lo tanto, sin mucha emoción, con poco interés esperaron el primer debate organizado por el INE, entre los cinco candidatos presidenciales, anticipando que sospechaban que todos se lanzarían contra Andrés Manuel López Obrador, que según las encuestas está arriba en las preferencias y es además el que ha causado mayor molestia entre sus contrincantes por la forma en que se refería a ellos en sus discursos de campaña y el que con mayor crudeza se refiere a los errores de los diferentes gobiernos que no han podido resolver los graves problemas que aquejan a la nación.

          Y ya en el debate, en realidad ninguno de los consultados, que vieron su desarrollo a través de la televisión, encontró propuestas claras y precisas para resolver por ejemplo el problema de la violencia y la inseguridad, tal vez el más sentido por la población.

           Una gran parte de la comparecencia de los cinco presidenciables fue dedicada a continuar con sus ataques personales, insistiendo en actos de corrupción de unos y otros, en su falta de congruencia entre lo que dicen y lo que hacen, en que si declararon tantas propiedades y ocultaron otras, en fin. Todos trataron de descalificarse y al final lo lograron: todos quedaron descalificados.

           Pero el problema es que son cinco los aspirantes y uno de ellos tendrá que ser el presidente, queramos o no queramos, nos guste o no. No hay vuelta de hoja.

            Se habló de la inseguridad y la violencia, de la falta de empleo, del crecimiento de la pobreza, de la reforma educativa, de la reforma energética y de muchas cosas más. Pero nadie dijo que el problema básico de todos nuestros problemas, es el modelo económico. Que si antes estábamos mal o regular era porque teníamos un modelo económico de desarrollo mas o menos malo o regular, pero cuando quienes estaban en el poder cambiaron el modelo y nos aplicaron el neoliberalismo en los años ochenta, cuando a Estados Unidos y a Inglaterra la gobernaban Donald Reagan y Margaret Teacher, derechistas, con un gran desprecio hacia las clases trabajadoras, todos empeoró para nosotros y para las clases modestas de sus propios países.

            En México fue el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el encargado de aplicarnos el nuevo modelo, que según él nos llevaría a escalar los peldaños del desarrollo hasta colocarnos en el primer mundo. Pero al mismo tiempo que íbamos derechito a la gloria, se nos decía que vendrían a nuestro país a instalarse numerosas empresas y que habría trabajo para todos. Es decir, que los mexicanos seríamos obreros o trabajadores de empresas del primer mundo que nos harían la caridad de instalarse aquí para convertirnos en un país de maquiladores.

            Nosotros pondríamos todo: les regalaríamos terrenos para sus empresas, les pondríamos las bases para la construcción de sus plantas y ellos llegarían con su maquinaria para que nuestros flamantes trabajadores con salarios mínimos (ellos ganan diez veces más en sus países de origen por el mismo trabajo que aquí realizan los mexicanos) vivieran felices y contentos.

            Y algo más, no se les cobrarían impuestos hasta que no recuperaran su inversión. La gloria.

             Ese modelo empezó a fracasar. Muchas maquiladoras de ropa empezaron a funcionar y a cerrar poco tiempo después, ya que los trabajadores mexicanos que laboraban en ese tipo de empresas en Tehuacán, en Teziutlán y otras partes, empezaron a protestar y a exigir sus derechos y los dueños de las maquilas, es decir los extranjeros, decidieron mejor irse, muchas veces abandonándolo todo o llevándose solo las máquinas que podían llevarse.

            Aumentó el nivel de pobreza de México y se incrementó la pobreza extrema, es decir, el sector que estaba totalmente desprotegido. Nos quedaba el consuelo de los tontos: “Estamos mal, pero ellos también”, se decía a nivel de consuelo, pues los españoles, los griegos, los italianos y las naciones de la Europa Central, estaban viviendo situaciones similares.

            Bueno pues con todo y eso, nuestros flamantes aspirantes presidenciales, no se han referido ni en las precampañas ni en las campañas, a la necesidad de mandar por un tubo al modelo neoliberal de “desarrollo” e inventar otro que nos permita avanzar de veras y no nos haga vivir de ilusiones primer-mundistas que solo existen en la mente de nuestros mediocres políticos.

            Somos un país exportador de verduras y legumbres, pero importadores de maíz, de frijol, de arroz, de soya, de leche y sus derivados, en fin, somos un país de esos que se llaman, dependientes alimentarios, es decir, que si un día mister Trump se levanta de malas, como ocurre con frecuencia y decreta a través de su Twiter, que no nos va a vender maíz ni frijol, pues nos pondremos a llorar.

            Y todo por no apoyar como es debido a nuestra agricultura, a la producción de los productos básicos para la alimentación del pueblo mexicano y dedicarnos a la producción de los alimentos que interesan al vecino y no a nosotros.

             Por eso ya nadie cree en los debates, por eso interesan a muy pocos, porque nunca se habla de lo que realmente interesa a nuestro pueblo, porque no se abordan sus problemas y no se plantean soluciones claras a sus problemas.     

Publicado en COLUMNAS

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos