Columna | P U L S O    P O L I T I C O

           Ante los rumores surgidos en los últimos días, de cambios en la dirigencia priísta, ese partido a través de su vocero oficial, Ismael Ríos, señaló que mientras no haya solución al problema de la elección de gobernador del estado, la actual dirigencia continuará al frente del partido.

           Si la decisión de la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, decide la anulación del proceso de elección de gobernador, el comité directivo estatal que preside el licenciado Javier Casique, continuará al frente del PRI local, hasta la realización del proceso electoral.

          Sí habrá cambio de delegada del comité nacional. Actualmente sigue siendo Esther Sherman Leaño,  la representante del comité nacional en Puebla, pero será sustituida en breve por la licenciada Carmen Guillén, “Paloma”, quien fue esposa de un buen delegado priísta, en los tiempos del gobernador Bartlett, el licenciado José María Morfín Patraca, ya fallecido, con quien estuvo en Puebla durante la misión de su esposo, por lo tanto conoce el ambiente político poblano.

            La nueva delegada tiene experiencia, tiene capacidad y conocimiento del medio y por tanto, podrá resolver los complicados problemas que se le van a presentar, pues los priístas están inquietos y ya ha surgido un grupo, denominado “Renovación” que integran personajes importantes del Revolucionario Institucional, que han ocupado puestos de elección popular, lo mismo que administrativos en diferentes gobiernos locales y nacionales..

             La situación del PRI, como la del PAN y la del PRD, es en realidad difícil, no solo en lo político, perdieron como nunca antes había ocurrido y eso tiene repercusión en lo económico, pues se reducirán dramáticamente las prerrogativas que recibirán de los gobiernos federal y estatal. Pero además están endeudados con proveedores y con el Instituto Nacional Electoral, por multas millonarias que no han liquidado.

             Hay un ambiente de rebelión de las bases en esos partidos. Los rebeldes del PRI son los más peligrosos para sus líderes, pues se trata de gente con experiencia política y si bien los priístas en toda su historia se veían sometidos siempre a la dirigencia partidista, ahora ya no se sienten obligados a la obediencia ciega, puesto que la culpa del hundimiento del partido tricolor, se debe a sus malos líderes, que empezaron a actuar como si fueran dueños del partido.

             Nunca antes del primero de julio, los dirigentes priístas habían sentido el enojo de su militancia como en esta última elección.

             La división de los panistas, que también parece irreconciliable, tiene motivos ideológicos. Los viejos militantes doctrinarios, dejaron que a sus filas llegaran priístas y de otras agrupaciones partidistas, enojados con sus propios líderes, pero no por eso conocedores o simpatizantes del PAN, sino más bien oportunistas cuya única ambición era llegar al poder a través de partidos que antes consideraban adversarios, para vengarse de agravios que real o supuestamente recibieron en sus partidos de origen.

             Los panistas ahora se quejan de esa invasión, pero se olvidan que ellos fueron los que la permitieron desde los años ochenta, al admitir a los grupos empresariales que se molestaron con el PRI, por el asunto de la nacionalización de la banca.

             Entonces los panistas empezaron a probar las delicias del poder y cayeron redonditos, pese a que uno de sus dirigentes nacionales, Manuel Espino, les advirtió: “No por ganar el poder, vayamos a perder al partido”. Pero los del partido de la derecha, ya habían tenido su probadita del poder y no quisieron renunciar a sus delicias y ahora están a punto de perder a su partido.

             Los dos candidatos a la dirigencia nacional: Marko Cortés y Manuel Gómez Morín, el nieto del fundador de ese partido, se acusaron mutuamente, en el primer debate que tuvieron, de corruptos. Y el ex candidato a la Presidencia de la República y también ex dirigente nacional, fue acusado de corrupto por propios y extraños. Nada se les ha probado, pero cuando el río suena, agua lleva, dice un dicho popular.

            En el PRD, la cosa es distinta: Había un gran descontento entre la militancia contra de los Chuchos, el grupo que domina en su interior y ese disgusto se fue agudizando por el hecho de que la dirigencia insistió una y otra vez, en aliarse con el PAN, el adversario natural de la izquierda.

            Surgió Morena, y su fundador, fue Andrés Manuel López Obrador, quien fuera dirigente nacional perredista y dos veces su candidato a la Presidencia de la República y como había la seguridad de que ganó las elecciones de hace seis años y el PRD no hizo ninguna reclamación, el anuncio del nuevo partido, creado por  ya saben quien, pues todos salieron corriendo para afiliarse a la nueva organización.

              Ahora se pretende el resurgimiento del Partido de la Revolución Democrática, pero con otro nombre, lo cual no es problema. El verdadero problema es que quienes lo quieren resucitar, son los mismos que lo hundieron.

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