Columna | SIN LÍMITES

Lo más seguro y efectivo es el uso de mascarillas

Algo han aprendido los epidemiólogos españoles sobre el coronavirus después de un año y medio de pandemia. Más de 600 especialistas en Salud Pública participaron con 800 ponencias en la reunión anual de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), cuya temática principal ha sido el aprendizaje sobre el Covid-19.

Presidió el evento, Elena Vanessa Martínez, Presidenta de la SEE, quien pidió al Comité Organizador de la reunión que fuese presencial, pues han descubierto que se pueden hacer muchas cosas a distancia, pero la forma de compartir conocimiento y experiencias de un encuentro así es mejor en persona.

En un contexto de baja de la incidencia, con la totalidad de los asistentes vacunados, se aplicó un protocolo riguroso de seguridad con  aforo limitado en las aulas de las pláticas, con dos plazas de separación entre los asistentes, ventilación cruzada,  uso gel de manos y mascarillas.

Se reunieron en León, España, en septiembre y de acuerdo al diario El País, hubo todo tipo de opiniones y conclusiones que dan luz sobre la conducta seguir respecto a la pandemia:

-En el inicio  transcurrieron unos meses de dudas, de palos de ciego y de matar moscas a cañonazos, pero todavía queda mucho por aprender, aunque ya se sabe mucho de la enfermedad.

-Hay recelos de parte de la población por los cambios de criterio en las medidas, pero realmente han sido el reflejo del avance de la ciencia en estos 18 meses de pandemia.

-Hay coincidencia de los epidemiólogos con la Organización Mundial de la Salud (OMS), que pese a que el contacto social es lo que propaga el virus, se puede vivir de forma bastante segura si se toman medidas.

-Al principio se creía que el contagio se producía casi exclusivamente por fomites, gotitas de saliva que quedan en las superficies que si proceden de una persona infectada, pueden llevar el virus a otras si entran en contacto con las gotitas y luego se llevan la mano a las mucosidades (boca, nariz, ojos), pero no se ha demostrado ni un solo contagio de esa forma.

-El virus se transmite por el aire. Hay que tener más precaución donde se sabe que el virus se transmite en interiores donde las personas tienden a estar sin mascarillas, como son los lugares cerrados donde se come y se bebe.

-El confinamiento de la primavera de 2020 en prácticamente todo el mundo fue una medida muy drástica, pero útil para reducir la transmisión de un virus entonces desconocido y que circulaba de forma descontrolada. Es la medida no farmacológica que más clara y radicalmente consigue reducir los contagios, pero a la vez la menos pragmática y la que más condiciona la vida de la sociedad y su economía.

-Para no tener que recurrir a una decisión tan draconiana, conforme pasaron los meses, las autoridades sanitarias fueron recurriendo a cierres perimetrales de zonas más concretas, pero la utilidad de la medida es poco clara.

-Algunas restricciones que afectan a la movilidad no siempre obtienen el resultado esperado. Ha habido experiencias aparentemente de éxito y otras donde es muy difícil medir.

-Los confinamientos de zonas básicas de salud que aplicó la comunidad de Madrid, que comenzaron en septiembre de 2020, muestra que no tuvo impacto en la reducción de la transmisión.

-Uno de los problemas es que en lugares donde se permite la movilidad laboral y se hacen cierres perimetrales pierde toda su efectividad. Tampoco hay evidencia para afirmar que sea útil cortar el paso entre comunidades como se hizo durante meses en España.

-Es muy difícil cuantificar la cantidad de contagios que son capaces de frenar las mascarillas. Como en todas las intervenciones no farmacológicas, existen factores que influyen en las relaciones sociales que es prácticamente imposible aislar cada uno para saber qué papel tiene.

-En uno de los mayores estudios, realizado con cientos de miles de personas en Bangladesh, se mostró que en poblaciones donde aumentó el uso de cubrebocas, el riesgo de contagio bajaba de un 8.6 % a un 7.6 %. Pero la investigación está plagada de limitaciones, pues no se evaluaba si el uso era correcto y no se midieron dos grupos, uno con y otro sin mascarilla.

-En las personas mayores, la disminución del riesgo fue mayor, de un 34.7 %, frente al 9.3 % de la población general, porque se detectaron más casos al haber más síntomas. En definitiva, se sabe que las mascarillas son útiles, pero es muy difícil ajustar cuánto.

-Una de las conclusiones desde los primeros casos de Covid-19  es que las personas mayores son las más vulnerables. La edad es el factor que está más correlacionado con el riesgo de morir a causa del coronavirus.

-A mayor edad, el problema parece ser la fragilidad. Un estudio hecho en Cataluña apunta que en mayores de 65 años, el riesgo de morir es cuatro veces mayor entre personas con fragilidad severa que en personas cuya salud es considerada robusta.

-Si el riesgo de muerte por Covid-19  está determinado por la edad, el contagio es por condicionantes sociales que no se han estudiado lo suficiente. Es lo que los expertos llaman sindemia, cuando las personas que necesitan salir a trabajar y no pueden hacerlo desde casa. Los que viven más hacinados y los que están en situaciones más vulnerables tienen mucho más riesgo que los que cuentan con mejores condiciones socioeconómicas.

-Otro estudio realizado en Cataluña comprobó cómo a medida que las residencias de ancianos eran más acomodadas y ricas, el riesgo de fallecer decrecía. Desde hace décadas en epidemiología se sabe que el código postal influye más en la salud que el genético. Y esto se sigue cumpliendo con el Covid-19.

-Una opinión unánime es en que hay que mejorar los sistemas de salud pública. Los equipos de los hospitales que tienen especialidad están exhaustos pues no han aumentado plantillas y no han mejorado las tecnologías. En la mayor crisis sanitaria en un siglo no se ve que se invierta dinero en esto.

-Un gran déficit en España es carecer de una gran agencia de salud pública, que el Gobierno se ha comprometido a poner en marcha. Es el modelo de países como Alemania o Estados Unidos, una institución líder dirigida por científicos respetados y que aporte de forma independiente recomendaciones al poder político.

Hasta aquí, las principales conclusiones del congreso.

En fin, como escribió Jaime Gil de Biedma (España, 1929-1990) en su poema Noche Triste de Octubre:

Definitivamente
parece confirmarse que este invierno
que viene será duro.
Adelantaron
las lluvias y el Gobierno,
reunido en Consejo de Ministros,
no se sabe si estudia a estas horas
el subsidio de paro
o el derecho al despido,
o si, sencillamente, aislado en un océano,
se limita a esperar que la tormenta pase
y llegue el día, el día en que, por fin,
las cosas dejen de venir mal dadas.

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*Van a ir al supermercado nuevamente, pero no ven una vida normal

Vale la pena releer un resumen del artículo del periódico The New York Times, publicado en diciembre del año 2020, firmado por Margot Sanger-Katz, Claire Cain Miller y Quoctrung Bui, quienes entrevistaron a 700 epidemiólogos, respecto a que harían luego de ser vacunados contra el Covid-19.

A fines del año pasado, con las vacunas contra el coronavirus en camino, muchos epidemiólogos no esperaban que sus vidas volvieran a la normalidad anterior a la pandemia hasta que la mayoría de los estadounidenses estén vacunados. Mientras tanto, la mayoría ha tomado precauciones, por ejemplo, ir al supermercado o ver a amigos al aire libre, pero son cautelosos respecto a muchas actividades de la vida diaria.

La mitad de encuestados dijo que no cambiarían su comportamiento personal hasta que el 70 por ciento de la población estuviera vacunada. El treinta por ciento restante dijo que haría algunos cambios una vez que se vacunaran.

Una minoría dijo que si las vacunas se distribuyeran ampliamente, sería seguro que los estadounidenses comenzaran a vivir más libremente este verano.

Los epidemiólogos son muy cautelosos. La mayoría dijo que con las vacunas sus vidas nunca volverían a ser como eran. Probablemente tomaría un año o más para que muchas actividades se reiniciaran de manera segura.

Los expertos se preocupan por muchas incógnitas como son la duración de la inmunidad, cómo puede mutar el virus, los desafíos de la distribución de vacunas y la renuencia a aceptarla entre algunos grupos.

Las precauciones para evitar la enfermedad han evolucionado desde la primavera pasada, ya que los científicos han aprendido más sobre cómo se propaga el coronavirus y cómo se previene.

Respecto a las actividades más seguras y riesgosas, la mayoría estuvo de acuerdo con estos principios generales: Hay menos preocupación por las actividades al aire libre y por tocar superficies. Existe mayor preocupación por las actividades en interiores y con grupos grandes.

Estas son las opiniones más destacadas:

-Soy optimista, los resultados alentadores de la vacuna significan que volveremos a la normalidad para el verano o durante 2021.  Kelly Strutz, profesora en la Universidad Estatal de Michigan.

-Probablemente pasarían muchos años para volver  al estilo de vida que teníamos. Tenemos que conformarnos con vivir con el virus. Karin Michels, profesora de epidemiología de la Universidad de California.

-Estar cerca de personas desconocidas hace que uno se sienta menos seguro que antes. Ellicott Matthay, becario postdoctoral en la Universidad de California en San Francisco.

-Los lugares bajo techo con mucha gente son la situación más riesgosa. Estar al aire libre con poca gente, distanciamiento social y muchas precauciones son lo menos riesgoso. Leland Ackerson de la Universidad de Massachusetts

-Ya vacunados, realizar viajes mínimos, tener pequeñas reuniones en interiores con parientes cercanos, pero con precauciones de seguridad, como usar una máscara y la distancia social. Gabriela Vázquez Benítez, investigadora principal del Health Partners Institute.

-Espero que usar una máscara se convierta en parte de mi vida diaria en el futuro, incluso después de la vacuna. Amy Hobbs, investigadora de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg.

-Pasarán años antes de sentirme segura con grandes grupos de personas en lugares públicos llenos, viajar en avión  y otros transportes públicos. Beth Molnar, profesora de la Northeastern University.

-La atención de la salud mental seguirá siendo esencial. Seremos afectados por la preocupación y el dolor que ha provocado el virus durante el resto de nuestras vidas. Daniel Vader, investigador de la Universidad de Pennsylvania.

-Si más de la mitad de la población estuviera vacunada, me sentiría un poco menos estresado y ansioso cuando saliera a hacer lo que hago normalmente, podría sentirme cómodo para comer en un restaurante o volver a ver a mis amigos algún día. Vijaya L. Seegulam, gerente de proyectos de investigación, Universidad de Boston.

-Después de la vacuna me sentiré cómodo cambiando mi perfil de riesgo en pequeñas formas. Michaela George, profesora asistente, Universidad Dominicana de California.

-Cambiaré mi comportamiento, excepto que no puedo imaginar estar entre una multitud o asistir a eventos llenos de gente hasta que el 80 por ciento o más esté vacunado. Julie Bettinger, profesora de la Universidad de Columbia Británica.

-Para algunos ha vuelto a la normalidad y debido a esto, pasarán dos o tres años antes de que las cosas vuelvan a la normalidad para los cautelosos. Cathryn Bock, profesora de la Wayne State University.

-La nueva normalidad continuará con mascarillas durante los próximos 12 a 18 meses y posiblemente los próximos años. Este es un cambio de paradigma. Roberta Bruhn, codirectora, Instituto de Investigación Vitalant.

-La disponibilidad generalizada de vacunas dará como resultado una mayor relajación de las precauciones hasta mediados o fines del verano de 2021. Michael Webster-Clark, investigador de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

-Es difícil imaginar que volveremos a la normalidad anterior, creo que las nuevas medidas preventivas adoptadas, como las máscaras, serán normales con el tiempo. En ese sentido, soy optimista de que la vida se convertirá en un nuevo tipo de normalidad. Marilyn Tseng, profesora  de la Universidad Politécnica de California.

-Es normal ahora, pero similar a 2019, nunca más. Vasily Vlassov, profesor, Universidad HSE, Moscú.

Hasta aquí los datos y los criterios de expertos. ¿Usted qué opina?

En fin, como escribió Pablo Neruda (Chile, 1904-1973), en su poema  A Callarse:

Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.
Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.

No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es solo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.
Ahora contare hasta doce
y tú te callas y me voy.

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