CDMX. - Como cada año, miles de poblanos peregrinan a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, para poner a los pies de la Virgen María, sus intenciones y necesidades, que este año son principalmente: Suplicar el don de la paz, en nuestra patria, en nuestro estado y en el mundo entero.

Dar gracias por el don de dos nuevos sacerdotes que fueron ordenados estos días para el servicio de la Arquidiócesis de Puebla. Unidos a toda la Iglesia pedir por los trabajos del próximo Sínodo de los Obispos Orar por el trabajo que se esta realizando en todas las zonas pastorales de la Arquidiócesis, para impulsar la aplicación del plan Diocesano de Pastoral. Y también agradecer la creación de nuevas parroquias.

Esta peregrinación anual fue instituida en 1887 por el Obispo José María Mora y Daza por sugerencia del sacerdote Ramón Ibarra y González, a quien el Obispo nombró Presidente de la Comisión Organizadora. Entre las peregrinaciones más notables se encuentra la de 1904, año en que la Diócesis de Puebla fue erigida Arquidiócesis, el 8 de febrero, teniendo como primer Arzobispo de Puebla al Venerable Mons. Ramón Ibarra y González.

Las Peregrinaciones iniciaron en la Iglesia antes de la paz otorgada por el emperador Constantino en el 313. Las más antiguas peregrinaciones cristianas tenían como destino Roma, Tierra Santa y las tumbas de los mártires. Las peregrinaciones en honor a la Bienaventurada Virgen María cobran fuerza entre los siglos V-VII principalmente en Nazaret. Pero, no es sino hasta los siglos XIV-XVII cuando lograron su más alto esplendor y participación.

En la actualidad, la Iglesia ha encontrado en los últimos Papas el modelo de los peregrinos, que nos recuerdan que el cristiano es ante todo un peregrino (GS 7) y que la Iglesia misma es un pueblo peregrino (LG 8).

La Peregrinación nos ofrece la posibilidad de reencontramos con nuestra propia historia cristiana, nuestra realidad transitoria en este mundo. Pero la nota característica es la forma festiva y gozosa de estas peregrinaciones, que ha de recordarnos que nuestro peregrinar hacia Dios no debe, ni puede ser lastimoso ni triste.

Para la Iglesia, además de esto, la peregrinación cumple con un sentido social, que es manifestar públicamente la pertenencia a la Iglesia y que con motivo de la 132 Peregrinación Anual a la Basílica de Guadalupe miles de fieles convocados por el Arzobispo de Puebla concurren a los pies de la Morenita del Tepeyac unos en vehículo, otros en carreras de relevos, a pie, en bicicleta y otros aún en caballo peregrinan conscientes de que es una experiencia de misericordia, de compartir y de solidaridad con quien hace el mismo camino, que nosotros, como también es una oportunidad para acoger generosamente a los peregrinos, o atenderlos en el camino.

Publicado en RELIGIÓN

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