Lunes, 27 Noviembre 2017 22:54

Historia del Dedazo y la Corrupción

Columna | SIN LÍMITES

*Carlos Salinas designó dos candidatos presidenciales. Zedillo abdicó de su facultad

El reciente destape, dedazo o simulación democrática dentro del PRI, muestra una vez más, cómo actúan el PRI y los priístas desde hace muchos años.

El dedazo como tal no funcionó en los dos gobiernos federales panistas. Vicente Fox no pudo imponer a Santiago Creel y Felipe Calderón no pudo imponer a Ernesto Cordero.

Pero en el priísmo las cosas salen de maravilla. Lo acaba de demostrar Enrique Peña Nieto. Lo único que no es seguro es que el ahora destapado José Antonio Meade gane con facilidad la Presidencia de la Republica.

Pero el fondo y la historia del llamado dedazo, al igual que la corrupción, aportan sus luces los columnistas de diarios nacionales Carlos Ramírez y Gerardo Galarza, así como el investigador y académico Arnulfo R. Gómez García.

El Presidente de la Republica Plutarco Elías Calles, el famoso creador de las instituciones luego de la Revolución Mexicana, se reunió con un grupo de generales de los tres grados (brigadieres, de brigada y divisionarios) el 5 de septiembre de 1928.

Esta reunión fue el origen del dedazo y la corrupción. Ahí culminó un proceso iniciado en 1920, en el que la corrupción se constituyó en parte básica y esencial de los usos y costumbres de la administración pública mexicana prohijada por Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Joaquín Amaro, quienes establecieron las sólidas bases de un régimen que durante su existencia, mayormente se ha significado por la simulación y la corrupción. Otro militar adicto a las corruptelas fue Joaquín Amaro.

La base de este sistema fue una serie de concesiones regionales y sectoriales, la creación de monopolios, las componendas, recomendaciones y favoritismos, así como las cuotas de poder.

EL DEDAZO Y SU NACIMIENTO

El sistema político priísta que se erige sobre la relación Presidente de la República-PRI nació con el triunfo de la Revolución Mexicana, con la Constitución de 1917 y con la fundación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, antecedente del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), ahora llamado Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El presidencialismo dominante lo diseñó el presidente Plutarco Elías Calles. La fundación del presidencialismo como eje del sistema político priísta nació en la reunión de Calles con los generales en septiembre de 1928. Apenas dos meses antes el presidente electo Álvaro Obregón había arrasado en las urnas con su primera reelección con el 95% de los votos, por simpatía y porque en 1927 había ordenado asesinar a los carismáticos generales Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez, ambos en campaña para la presidencia de 1928. Obregón fue asesinado el 17 de julio de 1928.

Obregón mandó asesinar al general Arnulfo R. Gómez que proponía alfabetizar y formar buenos soldados, capacitarlos con un oficio para que aquellos que se reintegraran a la vida civil, pudieran desarrollar una actividad con ingresos honestos. Aportarían sus conocimientos y experiencia para fortalecer a la planta productiva nacional, al haberse transformado en mano de obra capacitada y calificada, certificada por la Secretaria de Guerra y Marina.

Esa propuesta la incluyó el General Gómez en el Programa de Capacitación en Oficios que había diseñado para desarrollar en el periodo 1924-1928, mismo que incluyó en su libro El Centinela en 1924. Fue candidato presidencial del Partido Nacional Antirreeleccionista.

Después, en la multicitada reunión, recogida en una minuta titulada "La Junta de Generales”, fue convocada por Calles para dos peticiones concretas: que ningún general aspirara a la Presidencia Interina ni a la Presidencia Constitucional y que los generales le dieran al Presidente Calles la facultad de operar ambos procesos.

Los generales eran el factor real de poder del país, inclusive por encima del Presidente de la República. Por eso el señalamiento de que la disputa por la silla presidencial entre generales derivaría en una nueva guerra civil. Los generales aceptaron las dos peticiones de Calles, y entre ellos estuvieron dos que luego se alzarían en armas contra el gobierno --José Escobar y Saturnino Cedillo-- y uno que dijo que no le interesaba la presidencia, aunque sería candidato opositor en las presidenciales de 1940, Juan Andreu Almazán.

Sin el liderazgo de Obregón, los militares se subordinaron al liderazgo de Calles como el garante de la distribución del poder. A partir del poder presidencial con el apoyo de los generales y con el control de los legisladores, Calles dio el paso siguiente para consolidar una verdadera estructura de poder, la institucionalización real de la política y del gobierno con la creación de un partido desde el poder y controlado por la Presidencia.

A través del partido, Calles concentró en la Presidencia los hilos del poder; el modelo Calles fue perfeccionado por el Presidente Lázaro Cárdenas cuando transformó el PNR en el PRM y le dio sus cuatro pilares corporativos de poder: obreros, campesinos, clases populares y militares subordinados al Presidente de la República vía el partido.

La decisión central del sistema político priísta, la que resume el poder absoluto del Presidente de la República, fue la designación directa del candidato presidencial por el Presidente saliente.

LA PIEDRA ANGULAR DEL SISTEMA

Así ocurrió de 1929 a 1994 y1995 cuando el Presidente Carlos Salinas de Gortari designó a dos candidatos presidenciales del PRI por el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Y el PRI, partido prácticamente único y dominante, nunca perdió una elección presidencial. A lo mucho, cada seis años, los perdedores fueron pequeños grupos priístas.

El primer Presidente de la República que abdicó de la utilización del dedazo fue Ernesto Zedillo para la elección presidencial del año 2000.Hubo elecciones internas que ganó Francisco Labastida, quien después se convertiría en el primer priista en perder una elección presidencial. Seis años después, sin Presidente de la República a quien obedecer ni a quien rendirle cuentas, los priístas recurrieron otra vez a elecciones internas y las ganó Roberto Madrazo, quien también perdió la elección presidencial. En ambos casos fue notable la división entre los militantes del PRI.

Ahora, Peña Nieto ha sido un factor importante para la restauración del viejo sistema político mexicano, el que creó su partido. Los priístas han reconocido, como antes, al Presidente de la República como su líder nato y máximo, le deben lealtad y disciplina y esto ha permitido el regreso de la unidad necesaria para que el Presidente de la República recupere su facultad meta constitucional de nombrar a su sucesor, aunque ahora sólo sea un candidato más.

El nuevo dedazo no fue por la Presidencia, sino simplemente por la candidatura.

TODOS LOS PARTIDOS SE CONTAMINARON

Ese presidencialismo ha invadido a todas las fuerzas políticas del país, incluidas a aquellas que honestamente, lucharon —desde la izquierda y la derecha, entonces así consideradas— contra ella en tiempos ya idos.

Ya no importa el fondo, tampoco la forma. Lo importante es dominar. Todos intentan ejercerlo: priistas, panistas, perredistas, morenos y la más la llamada chiquillada política. También esa entelequia a la que muchos llaman “sociedad civil”, como si hubiera otra.

El viejo PRI, tan vigente hoy, consiguió su máxima victoria: lograr que todos actuaran como priístas. También hubo corrupción en el panismo gobernante.

El PRI consiguió invadir lo mismo a la izquierda real en el original PRD, en el PAN la antigua oposición y se dio el lujo de crear fuerzas políticas  como Morena, Movimiento Ciudadano y el PANAL.

Así nació el futurismo político, el tapadismo, el  dedazo y la corrupción  que han recuperado su salud a tal grado, que ya se practican en la oposición.

En fin, como escribió Adriana da Silva en su poema Señor Presidente:

Señor presidente
Hay un secreto que quiero contarle,
hay un secreto que quiero mostrarle,
quítese esos tapones.
Quíteselos
para que pueda oír.
Ese secreto que le tengo que decir.

Quítese esa venda.
Quítesela,
para que pueda ver.
Ese secreto que le quiero mostrar

Hay otra cosa que se tiene que quitar
y es posible que esta cueste más.
Quítesela,
esa coraza que le envuelve el corazón.

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Publicado en COLUMNAS

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