Columna | P U L S O    P O L I T I C O                  
  
                   Sin lugar a dudas, el sismo del pasado 19 de septiembre de este año, encontró a una sociedad y a un gobierno (federal, estatal y municipal) mejor preparados para afrontar un siniestro de la magnitud del que sufrimos hace dos semanas.

                   La ayuda llegó con mayor rapidez, su distribución en Puebla, fue eficiente: el gobierno estatal no estorbó esa distribución, brigadas de jóvenes de todas las edades y clases sociales se encargaron de hacer llegar los apoyos a su destino, hubo buena disposición de todos.

                   Algunos pueblos, alejados del centro de la entidad, como varias juntas auxiliares pertenecientes al municipio de Tochimilco, colindantes con el estado de Morelos, se quejan de no haber recibido ningún apoyo del gobierno y de la sociedad poblana, siendo que ellos sufrieron daños cuantiosos.

                   La ayuda inmediata y eficiente, dicen, les llegó del estado de Morelos. Incluso los habitantes de ese pueblo, que según se afirma está devastado, con letreros colocados sobre las ruinas de lo que fueron sus casas, se lee “Gracias estado de Morelos por tu ayuda”.

                   En cambio en Jolalpan, población ubicada en la frontera de Puebla con Morelos y Guerrero, que desde hace meses confronta un problema político que la secretaría general de Gobierno, no ha podido resolver, está contenta con el gobierno poblano, pues el gobernador Antonio Gali, al recibir los reclamos y las acusaciones contra el presidente municipal, convenció a los inconformes de trabajar unidos durante la emergencia, ayuntamiento y pueblo, con una coordinación estatal, y luego sentarse para tratar el problema político y el propio gobernador se trasladó a Jolalpan para supervisar los trabajos, con bastante éxito.

                    Jolalpan y sus juntas auxiliaress y Tochimilco y las suyas, siempre se han quejado de falta de atención de las autoridades estatales poblanas y en el primer caso (Jolalpan) en tiempos del gobernador Melquiades Morales Flores, dos pueblos pretendían pasar a formar parte del estado de Guerrero y en el caso del segundo municipio, lo mismo ocurrió durante el tiempo de Guillermo Jiménez Morales, pero en este caso querían ser absorbidas por el estado de Morelos.

                     Al enterarse de esos problemas, ambos gobernadores hicieron una visita especial a los pueblos que pretendían la separación, hablaron con sus líderes, ofrecieron atender de inmediato los problemas que les fueron planteados y asunto arreglado.

                     Durante su campaña, el actual gobernador Antonio Gali Fayad, recibió muchos reclamos en los pueblos de provincia, porque se sentían desatendidos, afirmando que el gobierno solo demostraba interés por la capital del estado y por algunas poblaciones que pretendía convertir en “pueblos mágicos”

                     Gali tuvo que ofrecer atención a los 217 municipios del estado, y no solo eso, sino canalizar el 70 por ciento del presupuesto hacia los municipios del interior y solo el 30 por ciento, a la capital del estado.
 
                    Quienes saben de esto, nos informan que desde siempre la percepción generalizada de los habitantes de la provincia, es de que los poblanos de la capital, no solo los marginan, sino los desprecian y los pueblos fronterizos por eso sueñan con ser absorbidos por los estados vecinos, donde se sienten mejor tratados.

                     La actitud del actual gobernante estatal, primero de registrar la queja de los municipios del interior de sentirse como poblanos de segunda y actuar de inmediato en lo referente a la distribución del presupuesto, y segundo, afrontar el problema de Joalpan, que tiene varios meses sin resolverse, lograr la unidad para superar la emergencia y luego tratar el problema político y sobre todo hacer acto de presencia para demostrar que “sí importan” al gobierno los poblanos de los pequeños pueblos, de las juntas auxiliares por muy marginadas y alejadas que se encuentren de la capital del Estado.

                     Es cierto que muchos pequeños pueblos fueron arrasados por el movimiento telúrico del pasado 19 de septiembre y que requieren ayuda para rehacer su vida, pues para la inmensa mayoría la pérdida parcial o total de sus humildes casas, significa un golpe enorme para su economía y su estabilidad emocional.

                     Los comercios del centro de la ciudad de Puebla, tuvieron una baja en sus ventas durante la primera semana después del terremoto, del 70 por ciento, según afirmación del presidente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de esta capital, José Juan Ayala.

                     Ese es el otro lado del problema, porque  esa baja en el movimiento comercial, de la que habla el dirigente de los comerciantes del centro histórico de la capital, lo están padeciendo todos los sectores productivos de la entidad, sobre todo de la parte mayormente afectada por el sismo, que es el sur del Estado.

                     Pero también se ha visto afectada la actividad productiva de la capital del país y de varios estados de la república. El todavía gobernador del Banco de México, don Agustín Carstens, señaló que es posible que suba el índice inflacionario debido a los efectos económicos que el terremoto trajo consigo.

                     Con la misma decisión y coraje con la que se afrontó la destrucción de casas, escuelas, edificios, templos y muchas instalaciones de servicio público, como hospitales y centros de salud, así debemos enfrentar el problema económico que ya tenemos encima. Indudablemente que deberemos tener celebraciones austeras de Navidad y Año Nuevo, así como la conmemoración del día de los fieles difuntos.

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