Columna | P U L S O   P O L I T I C O

             Este día, primero de junio, se inicia, con mucho cuidado, la reanudación de las actividades productivas en el país. Se trata de actividades consideradas como prioritarias y siempre guardando extremas medidas de seguridad, como el constante lavado de manos, guardando la sana distancia, no asistir a reuniones de más de 50 personas y el confinamiento en casa, después de haber realizado las actividades permitidas.

             Nos enfrentaremos a una situación difícil para la recuperación económica, aunque hay indicadores de que, dentro de la gravedad de la situación, saldremos adelante si entendemos que en nuestros hogares debe prevalecer la austeridad y solo gastar en lo estrictamente necesario.

             La compra de artículos no indispensables, de artículos de lujo, debe olvidarse. Se puede vivir dignamente gastando solo en lo que realmente requerimos para nuestras necesidades personales y familiares. Pueblos como el japonés, el alemán, el francés, el español, que han sufrido las más mortíferas guerras de la historia durante el siglo XX, nos dan ejemplo de ello: Pudieron recuperarse de la destrucción masiva de sus ciudades y pueblos, de la muerte de millones de personas en los bombardeos de la segunda guerra mundial, gracias a que en los tiempos de post-guerra, “se apretaron el cinturón”. Los mexicanos hemos escuchado esa demanda por parte de nuestros gobiernos desde hace mucho tiempo y no por problemas y crisis como la del Covit-19 y su consecuente repercusión en la economía, sino por las pésimas políticas económicas aplicadas por los mismos gobiernos, que además de endeudar al país, hasta casi venderlo, practicaban impunemente la corrupción, nos llevaron al límite de nuestra resistencia.

             Quienes formaron parte de esos gobiernos y sus simpatizantes o sea, quienes se beneficiaron de esas políticas económicas equivocadas, nunca hicieron una crítica a los gobiernos de Salinas, de Zedillo, de Fox, de Calderón o de Peña Nieto, ahora se la pasan criticando al actual gobierno: primero, porque decretó el confinamiento de la población con el lema de “quédate en casa”; cuando se dieron cuenta que la reclusión era mundial y que ciudades como Nueva York, Paris, Madrid, Roma, etc., lucían desiertas y los gobiernos reprimían violentamente a quienes rompían el confinamiento sin necesidad, ya no dijeron nada. Ahora que se inicia la reanudación medida y muy reglamentada de las actividades, protestan contra el gobierno porque “todavía hay peligro de contagio”. Eso es cierto, por eso la reanudación de las actividades productivas se hará poco a poco.

             El sábado, el grupo de personas que salieron a pedir que Andrés Manuel López Obrador renuncie, lo hicieron en automóvil, muchos de esos vehículos eran de lujo y solo desfilaron por la zona de Angelópolis, donde vive la gente pudiente y donde tiendas, restaurantes, cafés, etc., son de lujo también.

             MUCHAS PERSONAS YA NO RESISTEN MAS permanecer inactivas: los vendedores ambulantes que se colocaban a las salidas de las escuelas, están prácticamente sin ingresos desde hace varias semanas; muchos trabajadores de empresas solo reciben el salario mínimo y muchos más, ni eso; hay quienes han perdido su empleo y son muchos; los taxistas por ejemplo, han visto reducir su actividad en un 80 por ciento.

              Ha llegado ayuda oficial a algunos sectores de la población, mediante préstamos a la palabra, pensiones para adultos mayores, para incapacitados e incluso becas para estudiantes de todos los grados y organizaciones humanitarias, como la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales y la Asociación Civil Filantrópica y Educativa, están distribuyendo paquetes de alimentos (canasta básica) En total 60 mil despensas con costo de 20 millones de pesos.

            Es necesario ayudar a quienes no tienen recursos para sobrevivir y esa ayuda debe venir de los gobiernos federal, estatales y municipales, de organizaciones cívicas, religiosas, clubes de servicio y de particulares en general. Todos debemos contribuir a superar esta emergencia, porque a nadie, ricos o pobres, nos conviene que se agudice la desigualdad en nuestro país, que aumente el número de pobres. Debemos estar unidos todos los mexicanos, todos los latinoamericanos, todos los habitantes del planeta, para superar la situación que es inédita en la historia de la humanidad. Ha habido crisis como las de las grandes guerras, pero han sido crisis bien localizadas. Esta pandemia y sus consecuencias económicas, ha sido generalizada y afecta a todo el mundo.

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