Miércoles, 28 Marzo 2018 15:30

Atmósferas de cruz que hay que vencer

Artículo | Algo Más Que Palabras
  
     A poco que recorramos el itinerario de lo armónico, nos daremos cuenta que la mística del camino siempre proviene del mismo manantial, el del amor. Es hora de dejarnos amar, de abrir los cofres interiores cada cual, y de mostrar los dones de nuestros latidos. Nos debemos a la gratuidad de lo que soy y a la gratitud de la llegada. No importan las creencias. Hemos venido para converger en la poesía, en el pensamiento de las hondas palabras, para renacer de estas atmósferas de cruz generadas por nosotros mismos y esparcidas unos contra otros. En esto radica nuestro valor, en despojarnos de toda maldad, porque es necedad aceptarla o acostumbrarse a ella, para poder reinventar otra estrofa, si quieren más espiritual que corporal, pues sólo así podremos florecer en la concordia. Nada está perdido, pues. Es cuestión de poner orden y de donarse en nuestra vida cotidiana como un verso más en esta métrica de deseos, eso sí, no hay que confundirse con el vacío, hay que ser auténticos para poder revivir incluso de las piedras.
 
Jamás es excusable ser malvado, pudiendo ser río de bondades. Sería un buen consuelo aprender a avergonzarnos ante nosotros mismos de nuestras viles hazañas. Ciertamente, en un mundo multirracial, cada día más imbuido por la diversidad de lo múltiple globalizado, en el que casi todos los países van a ser multiculturales, multiétnicos, multirreligiosos y multilingües, lo que se requiere son líderes responsables con visión reconciliadora, por variado que sea el multipartidismo, dispuestos a fomentar alianzas más allá de la multimedia, pues lo importante es que la ciudadanía se halle acogida y hermanada. En efecto, lo fundamental es que la estirpe del pensamiento, el corazón del ser humano, se vincule más allá de lo meramente mundano y haga familia. Por desgracia, la desilusión entre tantas atmósferas de cruz suele desmembrarnos hasta la misma esperanza. No la perdamos. Es cierto que proliferan los intereses mezquinos, de unos gobiernos pasivos ante unas finanzas sin alma, muchas veces sujetos a los traficantes de armas, prevaleciendo la selva de lo corrupto, en lugar de favorecer el encuentro respetuoso, esforzándonos por comprender y conciliar lo irreconciliable. Sin embargo, ninguna acción hay que darla por disipada. Puede que tengamos todos los demonios acorralándonos, pero bajo el contexto del alma nada desfallece; es un níveo poema que no cesa en la verdad, hasta volvernos libres como el aire que nos da vida.

Esta es nuestra gran asignatura pendiente, superar las divergencias, para que pueda madurar un espíritu verdaderamente poético en su conjunto. Nada somos sin los demás. Ese sentirse abandonado por los familiares, por los amigos, por la sociedad, es una de las grandes crueldades del momento presente. Ya no digamos el abandono de unos hijos para con sus progenitores. Sea como fuere, hay que encontrar soluciones a tantos calvarios sembrados. Cambiemos el odio por  el amor, modifiquemos actitudes egoístas, transformemos esa codicia de quienes buscan fáciles ganancias, por un mayor desprendimiento del yo en favor del nosotros. Sí, la humanidad en su conjunto, es lo verdaderamente trascendente y nadie puede desligarse de estas atmósferas que nos crucifican a diario. Todas ellas, se harán más llevaderas, en la medida que derramemos ternura y clemencia. Comprometámonos a no disminuir en el aliento de amparar a nuestro análogo, a no empequeñecer su felicidad con nuestros antojos, sólo así podremos avanzar hacia ese cielo que todos buscamos y deseamos. Antes, inevitablemente, hay que vencer estas cruces deshumanizadoras. Ahora bien, no olvidemos que las campanas siempre doblan por todos, también por los ausentes, que nos han legado su estela de vivencias; y, entre ellos, están los sembradores de lo genuino que jamás podrán extinguirse, por ser más poesía que poder. Creación y recreación reunidas y unidas por siempre, será la loa más sublime, luminosa y enternecedora. La compasión del Creador no tiene límites.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Miércoles, 31 Mayo 2017 15:29

¡Ojalá nunca dejemos de ser poesía!

Artículo | Algo Más Que Palabras
   
    Todo se verifica en la palabra. También nuestra propia historia, unida al lenguaje melódico del universo. Cuesta entender, por tanto, ese afán de viciar, inclusive nuestras entretelas. Cada latido es único, nosotros también. Lo vital es hacer comunidad, donde siempre habrá un lenguaje que nos rescata y nos reintegra. Es cuestión de poner oído y ser más clarividentes. Para empezar,  la atmósfera no puede estar más anclada en la ordinariez. Tanto es así, que se ha desvirtuado totalmente la familia por muchas proclamas que se hagan, pues no pasamos de los deseos a las realidades. El interesado dinero todo lo acapara y el centro de la vida social es el egoísmo sobre todo lo demás. Por eso, es muy importante conciliar sueños y recuperar el auténtico amor a través de la ilusión de cada amanecer.

    ¡Ojalá nunca dejemos de ser poesía para los nuestros!. Sí, para nuestros progenitores  y también para nuestros descendientes. Ha llegado el momento de conciliar léxicos con silencios, de tener tiempo para amar y de olvidarse de uno mismo para donarse, de construir un hogar donde descansar del ajetreo diario, de aprender a ir más allá de nuestras propias necesidades para reencontrarnos con nosotros y los nuestros, cuando menos para ser más generosos y despojarse de esta cultura de lo efímero, que todo lo borra a su antojo. Aún así, podrá no haber cantautores, pero siempre habrá inspiración para recordar.

    Sin duda, nuestro mundo necesita referentes de estirpes perdurables, donde todo se armoniza; familias sanas y unidas que han hecho de su vida un encuentro con la poesía, pues todo lo embellecen con sus acciones sustentadas por el perdón permanente y la viva pasión de custodiarse unos a otros. Siempre el nosotros en la boca del alma, respetando y respetándose, proclamando la poética de toda vida humana desde su concepción hasta el fin del trayecto. ¡Qué gran sueño para la sociedad vivir en linaje, sin exclusión alguna!. Para desgracia nuestra, la coherencia ha dejado de ser un valor en nuestro caminar. Todo se mueve en lo inestable. Hemos borrado de nuestras vidas la balada y la voz, la ayuda espiritual y nos hemos despojado de la sólida guía moral, hasta convertirnos en verdaderos destructores de nuestra  propia lírica de fidelidades y entusiasmos.

    De nada sirve que Naciones Unidas, en su resolución del 17 de septiembre de 2012 haya declarado el 1 de junio como Día Mundial de las Madres y de los Padres, ya que hay un interés a que todo se resquebraje, a que todo se separe, se rompa y se repudie. El poder de la falsedad impide que podamos ser esa estrofa de manos limpias, de corazón puro y de horizontes claros, para poder ofrecer a los nuestros la ternura del abrazo. Nuestros interiores están corrompidos y así no se puede avanzar en comunicación, deshumanizándonos hasta el extremo de que cada día la convivencia familiar es más temible y terrible. Fiel a la poesía, donde un vocablo es una raíz de verdad, la idea se conjuga con otras, sin imponer nada, pero de manera acorde al mundo de los valores, de los que no podemos desmembrarnos. Por consiguiente, tenemos que proyectar un mejor orfeón, evitando fortalecer desamores, de manera que podamos  ser más constructores de cadencias.

    En estos momentos, de tanta incomunicación y aislamiento, es más necesario que nunca crear espacios de concordia para comunicarse pulso a pulso, o lo que es lo mismo, corazón a corazón.  Saber perdonar y sentirse perdonado es una experiencia única, que en familia, ha de convertirse en algo diario. Los humanos, que somos tan frágiles como el cristal, necesitamos el apoyo y el sostén del acompañamiento en todo camino. Al fin todos nos reforzamos con el poema, incluso más allá de la muerte permanece ese espíritu familiar, de comunión trascendente, pero que está ahí, invitándonos a glorificar toda existencia humana. En consecuencia,  es la respiración la que nos anima a ser parte del verbo, donde todo ha de conjugarse familiarmente, a pesar del tiempo y las edades, para que nadie se sienta solo. Desde luego, es una honda experiencia poética contemplar que tras un verso, está el siguiente, y tras éste, el que le sigue... y, que al fin, la poesía es el presente, pero también la eternidad. Quiera nuestro autor existencial que la descubramos, porque será que nos hemos vuelto tan genuinos como veraces.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Sábado, 15 Abril 2017 21:43

Despertar a la poesía en Jesús

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

Somos multitud en camino y en camino vamos ya.
Hemos de retornar a lo auténtico para ser aliento.
Que la energía de la palabra es la que nos reaviva.
Con ella somos y con ella nos sentimos vivos siempre,
deseosos de injertar luz en nuestro andar de cada día.
Paso a paso nuestro espíritu se embellece porque sí,
mientras el cuerpo espera ascender en verso todavía,
y aspira a ser la estrofa que entone las estrías de Cristo.

Nos sostiene  lo armónico, nos sustenta la piedad 
que nos abraza y que nos envuelve en el verbo del Señor,
No hay que tener temor de hallarse con quien nos redime,
Él es la verdadera esperanza del trayecto, el justo itinerario,
donde todo es infinitud que nos embellece y amanece,
donde todo es pensamiento que nos realiza y nos atiza,
donde todo es sentimiento que nos realza y nos calma,
donde todo es parte del yo y el yo parte del todo en todo.

El niño que un día fue, volverá a ser sueño que sueña.
Que los sueños savia son, sí la caridad vive mar adentro.
Pues quien ha querido, su figura se transfigura en nada,
al no ser para sí, sino para los demás lo que es, un pulso.
Un suspiro de aire en medio de una realidad en pausa,
tantas veces infectada por el odio y la venganza,
que nos deja sin nervio, hasta entregar el alma, que es
aquello por lo que crecemos y creemos por uno mismo.

Pero al fin, todo ha de volver a despertar y a ser de Dios.
Con las cadenas de cada día, hemos sentido la soledad
entre las carnes más de una vez, y justo ahora,
en nuestra hora,  nos espera  la hermosa misión
de sentirnos parte de la bucólica y celeste identidad
cristiana, donde más que vida deseamos ser el poema
interminable de un alma inmortal, más allá de las noches,
tras haber vivido en Jesús, después de haber amado su Cruz.

Víctor Corcoba Herrero
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Sábado, 24 Septiembre 2016 10:39

El retorno a la poesía viviente del amor

Reflexión Poética | Compartiendo diálogos conmigo mismo

Al morir la tarde descubrí que tras la procesión de las estrellas,
se van deshojando sentimientos y enhebrando visiones
cual corazón que se purifica para que al romper la aurora,
volvamos a ser el poema perfecto, la invocación del Creador.

Abrámonos a su llamada con el espíritu del caminante,
siempre dispuesto a tomar aliento para abrazar horizontes,
pues tras  los mantos celestes, el santuario de lo eterno,
nos llama a ser un alma para todos y todos para un alma.

Que nadie abandone la esperanza de ser para la vida el amor,
y de poblarse de sosiego como incensario que arde lentamente,
a la espera de clarificar nuestras raíces en la nívea poesía,
de la que somos sustento cada cual consigo mismo en los demás.

El ser humano no puede matar al humano ser que lleva consigo.
Perdería las vísceras del yo y el dominio de los ojos soñadores.
Cualquier savia merece dejarla brotar para que sea cauce de luz,
en un mundo tan ciego como cruel, tan satánico como diabólico.

Regresemos al silencio e interroguémonos en soledad con el verbo.
Nada se nos ha dado en exclusiva, todo es de toda la humanidad.
Hagamos donación antes de que sea demasiado tarde,
vaya que nos sorprenda la muerte haciendo acopio de lo ajeno.

Demos fortaleza, que coexistir y trascender es liberarse de sí.
No seamos deslucidos palacios, sino moradas de acogida.
Acompañémonos unos a otros, y otros a unos acompasándonos.
¡Qué el poema de Dios resplandece en el pulso del hombre!.

En efecto, nos creaste Señor de la nada y somos todo para ti.
Nos hiciste, Padre, para ser amor y de amor estamos hambrientos.
Vuélvenos a ti, que nuestra voluntad nada es sino es contigo.
Por eso andamos impacientes y tensos hasta morar en ti.

Necesitamos nutrirnos de la fuente del cielo para ser vivientes.
Vivientes de un mar de bondades donde las olas sean aliento,
que nos activen el deleite, pues los lamentos nacen en mí,
cada vez que nos aferramos a vivir donde no hay amor.

Víctor Corcoba Herrero
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