Columna | P u l s o   P o l i t i c o
  
      La ola de violencia que se ha extendido por toda la entidad y que ha llenado de indignación y temor a los ciudadanos que se sienten amenazados por la delincuencia, debe ser frenada y para eso se hace necesario terminar con la impunidad que se deriva de la incapacidad de los órganos de gobierno para investigar a fondo cada caso y detener a los culpables.

      Mientras los responsables de los crímenes, asaltos, robos, etc., no sean aprehendidos y castigados de acuerdo con la ley, el problema va a seguir creciendo y pronto llegará el día que, como está ocurriendo en otros estados del país, salgan familias enteras buscando refugio en ciudades o entidades más seguras.

      Acabar con la impunidad en el llamado “Círculo Rojo”, región oriental de Puebla donde la delincuencia ha rebasado a las autoridades o las autoridades se han coludido con los delincuentes, debe estar, entre las prioridades del actual gobierno.

      La familia que perdió a un hijo de dos años y sufrió la vejación de dos mujeres, una de ellas todavía niña, ha causado una gran indignación social no solo en Puebla, sino en todo el país, pues todos los medios de comunicación de cobertura nacional, se han ocupado de este asunto.

      El asesinato del joven de 23 años que quiso defender en el asalto a una pasajera con niño en brazos en un camión de transporte urbano, ha indignado y aterrorizado a quienes tienen necesidad de utilizar el servicio público de transporte; la muerte de otro joven a la puerta de su casa, que se opuso a un asalto y que fue asesinado con arma blanca, también ha causado indignación y temor.

       No solo Puebla está sufriendo este flagelo, entidades como Tamaulipas, Guerrero, Morelos, Estado de México, Chihuahua, Sinaloa, Veracruz y muchas más, están siendo seriamente castigadas por las bandas delincuenciales.

       Se hace necesaria una coordinación efectiva entre los tres órdenes de gobierno, pero sobre todo, se requiere de un efectivo trabajo de investigación para dar con los culpables en el menor tiempo posible y castigarlos como debe ser.

        De nada sirven los despliegues de nuestras fuerzas armadas y policiacas, si no hay investigación para dar con los culpables y aplicarles todo el rigor de la ley.

        Nada causa tanta decepción entre la ciudadanía, como el que los delincuentes queden impunes y continúen cometiendo sus fechorías y todavía más, que se descubra que hay complicidad entre algunas autoridades y las bandas de delincuentes.

        El problema de la delincuencia en Puebla, no es de ahorita. Este problema empezó a crecer hace algunos años y una de las causas de este crecimiento, fue la ineficiencia para pararlo en sus inicios.

        El robo de combustible pudo ser detenido a tiempo, pero se dejó hacer, se dejó pasar y ahora ya parece imparable.

        Fueron varios, según un informe de ayer y no solo dos soldados, los que murieron estos días a manos de los huachicoleros, que los atacaron mientras ellos se protegían entre mujeres y niños.

         Si no se detiene a los culpables, la desconfianza de los ciudadanos va a ser mayor, pues eso indicará que la delincuencia y no las autoridades, son las que tienen el control

         El gobernador Antonio Gali, hizo un ofrecimiento de campaña, que fue el de combatir la inseguridad y como hemos podido constatar, lo está cumpliendo.

         Quienes se dedican al robo de combustible, los huachicoleros, nunca antes habían sido enfrentados por el gobierno como ahora se hace, eso está claro.

          Se han decomisado ya más de dos millones de litros de combustible robado; se han incautado decenas de camiones y camionetas que se ocupaban en el transporte de la gasolina robada, han sido detenidos muchos de quienes a eso se dedican.

         Lo que está pasando ahora, es una reacción lógica, normal, de los grupos que han venido actuando fuera de toda ley y que ahora son combatidos por la autoridad.

         Hay que mejorar los sistemas de investigación para recobrar la confianza de los ciudadanos: si no se identifica plenamente a los que vejaron a la familia originaria de Quecholac, que fue atacada en la autopista México-Puebla, a la altura de Texmelucan; si no se identifica a los miembros de la banda que mató al estudiante de Comunicación que murió asesinado a tiros dentro de un transporte público y a los que mataron a quien se opuso a ser asaltado enfrente de su casa; si no se detiene y se castiga ejemplarmente a quienes enfrentaron al Ejército y dieron muerte a dos o cuatro soldados y a un civil en Palmarito, crecerán la decepción y el temor de la gente.

        Y eso puede originar que como ya ocurrió en el Distrito Federal, esta misma semana, la gente tome la justicia en sus manos y empiece a linchar a los delincuentes. En el centro de la ciudad de México, cerca o frente al mercado Sonora,  en pleno día, los pasajeros de un autobús del servicio público, lincharon a cuatro delincuentes que pretendieron asaltarlos.

       Pero no hay que olvidar que el asunto de la delincuencia tiene dos vertientes: la que debe atacarse con la fuerza pública y la que debe combatirse con políticas sociales, como educación, salud y empleo, que permitan a los jóvenes y niños labrarse un futuro que los aleje de la delincuencia y de las adicciones.

Publicado en COLUMNAS

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