Columna | P U L S O   P O L I T I C O

         Como ocurrió en el pasado, son poquísimos los presidentes municipales en funciones, que tienen posibilidades de aspirar a la reelección.

         Casi todos aspiran a reelegirse o de perdida a lograr una candidatura para diputados locales, pero en encuestas realizadas en varios de los municipios más importantes, los ciudadanos han calificado a sus autoridades municipales como reprobadas.

         Están a la mitad de su mandato y ya tienen poco tiempo para ganar la aprobación de los ciudadanos de sus respectivos municipios.

         Están encarcelados por diversas faltas, los presidentes de: Tehuacán, Felipe Padjane; de Acatlán de Osorio, Arturo N.; de Piaxtla, Miguel Angel N,; de Tepeyahualco, Eyerin N,; Inés Saturnino N. de Tecamachalco y Juan N., de Ciudad Serdán. Todos los municipios mencionados son importantes por su número de habitantes y por su desarrollo económico, pero las malas autoridades municipales frenan su progreso o incluso los hacen retroceder.

         Hay mal manejo del presupuesto, se asignan sueldos muy elevados, no toman en cuenta a sus regidores, cometen violaciones a los derechos humanos de sus ciudadanos y tienen complicidades con elementos policiacos corruptos y abusivos, como los recientemente denunciados ante las autoridades judiciales del Estado, caso de Izúcar de Matamoros, que por cierto a dos meses de distancia, no se ha resuelto, por lo que se está pidiendo la intervención de las autoridades federales y de la comisión encargada de los delitos contra periodistas, pues hubo abusos contra dos colegas, una reportera y una fotógrafa, además de cinco mujeres activistas.

          LOS PARTIDOS POLÍTICOS SON EN GRAN PARTE responsables de estos abusos por no capacitar a sus candidatos a puestos de elección popular, por no cuidar su desempeño como autoridades, pues malos ayuntamientos repercuten en la votación para sus propias organizaciones políticas y en no mantener una comunicación permanente con los ciudadanos, para conocer el buen o mal gobierno que sus militantes convertidos en autoridades, realizan.

          Ya falta poco para que los gallineros municipales empiecen a alborotarse para las próximas elecciones. Si los dirigentes de los partidos tuvieran un poco de responsabilidad partidista, estarían trabajando para que quienes representen a su partido como candidatos, guarden las mínimas condiciones para realizar buenos gobiernos y no cometan atropellos y latrocinios como los que estamos viendo en numerosas demarcaciones municipales.

          Pero los dirigentes partidistas tienen también su corazoncito y en lo que piensan es en alguna diputación federal o local y no en mejorar la imagen de su partido ante la opinión pública.

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