• Estibaliz Sansinenea Royano, de la Facultad de Ciencias Químicas; Rosalva Loreto López, del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades; y José Antonio Robles Pérez, de la Preparatoria Regional Simón Bolívar de Atlixco.

PUEBLA, Pue. - De cinco galardonados por sus contribuciones científicas y humanísticas, tres investigadores de la BUAP son acreedores de la Presea Estatal de Ciencia y Tecnología “Luis Rivera Terrazas” 2024, por parte del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Puebla (Concytep) y el H. Congreso del Estado.

En el área de Investigación en Ciencias Básicas y Humanidades, categoría Biología, Química, Ciencias de la Vida, Biotecnología, Ciencias Agropecuarias, Medicina y Ciencias de la Salud, el reconocimiento fue para la doctora Estibaliz Sansinenea Royano, académica de la Facultad de Ciencias Químicas, cuya línea de investigación es la separación y aislamiento de compuestos útiles a partir de bacterias.

Doctora en Microbiología por la BUAP, Estibaliz Sansinenea es integrante del Cuerpo Académico 306 “Síntesis Asimétrica y Extracción de Metabolitos Secundarios Microbianos” y nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conahcyt. Por la relevancia de su labor en biotecnología microbiana, fue seleccionada como editora de dos libros en Springer, considerada la editorial más grande a nivel mundial en ciencia, tecnología y medicina: Bacillus thuringiensis Biotechnology y Secondary Metabolites of Plant Growth Promoting Rhizomicroorganisms: Discovery and Applications, publicados en 2012 y 2019, respectivamente.

En la misma modalidad, pero en la categoría de Ciencias Sociales, Humanidades y Ciencias de la Conducta, la doctora Rosalva Loreto López, directora de Patrimonio Histórico Universitario y académica del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, fue premiada por su labor en la defensa del patrimonio histórico.

Es doctora en Historia por el Colegio de México, nivel III del SNI, integrante del Cuerpo Académico “Sociedad, ciudad y territorio en Puebla (siglos XVI-XXI)” y de la Academia Mexicana de Ciencias. Ha participado en el Comité Defensor del Patrimonio Histórico, Cultural y Ambiental de Puebla A. C., y en el Consejo Ciudadano del Centro Histórico. También fue acreedora a la presea Mariano Echeverría y Veytia por el H. Ayuntamiento de Puebla, en 1990, por mencionar algunos reconocimientos.

En tanto, José Antonio Robles Pérez, maestro en Ciencias (Matemáticas)  por  la BUAP y docente de la Preparatoria Regional Simón Bolívar, fue seleccionado en la modalidad Divulgación de la Ciencia y la Tecnología. Es integrante del Grupo de Investigación Interdisciplinaria “Modelación matemática en el área de ingeniería y ciencias exactas” y responsable del proyecto Feria de las Matemáticas en Atlixco, el cual se ha mantenido durante 30 años consecutivos, lapso en el que se han incorporado el INAOE, el Consejo Puebla de Lectura, la Sociedad Matemática Mexicana y la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM).

Robles Pérez ha sido coordinador del  primer y segundo Encuentro Estatal de Rap y Matemáticas, y del Concurso Estatal de Grafiti y Matemáticas, en 2020 y 2024, en Atlixco, así también entrenador regional de la Olimpiada Mexicana de Matemáticas, FCFM-BUAP, de 1990 a 2017.

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Con su equipo de trabajo identificó parámetros y marcadores más precisos en la aparición de esta enfermedad

Por la ausencia de síntomas en su etapa inicial, la diabetes tipo 2 es calificada como una enfermedad silenciosa. En 2015, la Secretaría de Salud reportó que en promedio 8 por ciento de la población mexicana presentó este trastorno, el cual aumenta en forma considerable. Cada año se registran más de 400 mil casos nuevos. De no tratarse a tiempo, ocasiona otros problemas: infartos, ceguera e insuficiencia renal. Además, por las complicaciones asociadas, representa un alto impacto económico para el sector salud.

          De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública, desde el 2000 la diabetes mellitus en México es la primera causa de muerte entre las mujeres y la segunda entre los hombres. En 2010 causó cerca de 83 mil fallecimientos en el país. No tiene cura, pero sí es controlable.

          Para contribuir a su detección temprana y tratamiento oportuno, investigadores del Cuerpo Académico Medicina Interna, de la Facultad de Medicina de la BUAP, entre ellos Ricardo Pérez Fuentes, estudiaron antropométrica, clínica y metabólicamente a familiares en primer grado de pacientes diabéticos. Con este trabajo identificaron un conjunto de parámetros y marcadores más precisos que los tradicionalmente considerados en el desarrollo de la enfermedad, como sobrepeso y obesidad, los cuales podrían asociarse pero no participan activamente en sus procesos fisiopatológicos. “El paciente puede presentar la enfermedad sin tener mucho peso o tener mucho peso y no presentar la enfermedad”, aclaró el académico.

           Además de los antecedentes familiares que contribuyen a la incidencia de este padecimiento en un 25 por ciento, la herencia cultural tiene un papel importante en su desarrollo, como el hábito de consumir refresco en la comida y tener lapsos prolongados de ayuno, precisó el científico.

          Por su trayectoria como investigador y sus estudios sobre el control metabólico del paciente diabético, Ricardo Pérez Fuentes fue recientemente galardonado con la Presea Estatal de Ciencia y Tecnología “Luis Rivera Terrazas” 2018, en la modalidad Ciencia Básica.

¡Señales de alerta!

Pérez Fuentes, doctor en Ciencias, en el área de Patología Experimental, por el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN, señaló que indicadores como ayunos prolongados, antojos frecuentes por alimentos azucarados, dolor de cabeza por la noche que se refleja en un incremento de la presión arterial, así como disfunción eréctil en el varón o problemas de embarazo en la mujer, se asocian con alteraciones funcionales y podrían ser señales de alerta en la aparición de diabetes.

          Por ejemplo, los antojos son una llamada del organismo para consumir glucosa. “Son considerados normales, pero cuando se incrementa su frecuencia e intensidad se traducen en un aumento en los niveles de insulina. Esta elevación conllevaría a una disminución de los niveles de glucosa sanguínea, traducida como hipoglucemia, la cual llevaría al paciente a consumir nuevamente glucosa y así conducir a un ciclo constante”.

         Con la finalidad de comprender el impacto de estos hábitos y costumbres en las personas en riesgo de desarrollar la enfermedad, se elaboró una encuesta de 12 reactivos que incluye un conjunto de alteraciones de la función y del metabolismo de carbohidratos, así como parámetros antropométricos, la cual se aplicó a personas sanas, familiares en primer grado de pacientes diabéticos.

         De acuerdo con el puntaje obtenido, las personas se ubicaron en riesgo bajo y alto, prediabético y diabético de reciente inicio. Además, los resultados obtenidos con esta encuesta fueron validados mediante la aplicación de pruebas bioquímicas, entre estas de tolerancia oral a la glucosa y química sanguínea.

         Así, al contrastar ambos métodos de medición se tuvo una sensibilidad y especificidad mayor al 90 por ciento. Por consiguiente, “la encuesta permite identificar la enfermedad sin necesidad de análisis clínicos, lo cual se traduce en la oportunidad de detectar a los sujetos en riesgo o en el inicio de la enfermedad a un costo bajo y ampliando la cobertura de atención”, abundó el académico de la Facultad de Medicina de la BUAP, quien obtuvo el Premio Nacional de Investigación Médica Dr. Jorge Rosenkranz, del Instituto Roche-Syntex.

          El doctor Ricardo Pérez Fuentes, nivel II del Sistema Nacional de Investigadores, expuso que una vez detectada la enfermedad entre los encuestados, se logró regresarlos a niveles cercanos a la normalidad, mediante la modificación de sus estilos de vida, sin olvidar que son propensos a desarrollar la enfermedad.

          A partir de los resultados obtenidos, el doctor Ricardo Pérez propone la actualización de los médicos de primer contacto y de especialistas que enfrentan estos problemas en la práctica cotidiana, a través de cursos y seminarios en los que se expongan los hallazgos obtenidos en los estudios de investigación, para que junto con su experiencia cotidiana contribuyan en la resolución o limitación de este importante problema de salud.

           “Estamos conscientes de los retos, no solamente en la parte de investigación, sino también en la aplicación de las estrategias porque hay que compartir con profesionales de la salud para que juntos podamos incidir sobre esta impactante enfermedad. El camino es largo y sinuoso, pero creemos que tenemos posibilidades de limitar su desarrollo en los siguientes años, a través de su identificación temprana y tratamiento oportuno y específico”, aseguró.

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