Columna | P U L S O   P O L I T I C O

            Con 266 votos a favor, 204 en contra y una abstención, el Congreso Federal, aprobó el dictamen del Presupuesto de Egresos para el ejercicio fiscal del 2024, que contempla un gasto de 9 billones, 66 mil 45 millones de pesos, el más elevado de nuestra historia. El déficit estimado es de un billón 693 mil millones.

            En la sesión donde se discutió el proyecto, participaron para hacer propuestas 280 oradores de casi todos los partidos políticos representados en la Cámara mencionada.

             La decisión de los diputados ya fue enviada al jefe del Ejecutivo Federal, para los efectos de ley correspondientes.

             CON MOTIVO DE LOS ESTRAGOS QUE EL HURACAN Oti, ocasionó en el puerto de Acapulco Guerrero, en todos los medios de comunicación, hablados y escritos, se refieren al hecho, como si este fenómeno hubiera afectado a toda la entidad y no solo a una ciudad, la más importante de esa entidad, pero una sola, agregándose Coyuca de Benítez, que está a 40 kilómetros del puerto, en la Costa Grande.

                Acapulco es sin duda, no solo la ciudad más importante de la vecina entidad guerrerense, pero no es el Estado de Guerrero, que para su información, tiene un territorio de más de 63 mil kilómetros cuadrados, que supera al territorio poblano, con poco más de 30 mil kilómetros, es decir, Puebla tiene la mitad del territorio guerrerense, pero pese a ello, tiene el doble de la población guerrerense: Puebla tiene más de 6 millones de habitantes y Guerrero poco más de 3 millones.

             El gobierno federal anunció como prioridad para efectos de la reconstrucción de todo lo afectado, los municipios de Acapulco y Coyuca de Benítez, pero sin dejar de atender a 45 o 47 más, que sufrieron daños en la agricultura por lluvias intensas. Eso ha permitido a la oposición política a la Cuarta Transformación, poner un grito en el cielo: Cómo es posible que se deje sin atención a los damnificados de esos municipios, si también están en la ruina, se preguntan.

            Efectivamente, los 83 municipios que tiene Guerrero, tienen población marginada, que parece damnificada, pero no ha sido por el huracán, que solo afectó con destrucción casi total, a dos municipios, sino a los pésimos gobiernos que se le han impuesto al Estado de Guerrero casi desde su fundación en el año de 1849. Porfirio Díaz, mandaba a los gobernantes que él consideraba duros, para evitar los desórdenes provocados por una población considerada siempre como muy rebelde.

             Durante la época del priismo, ocurrió algo semejante. Solo hay un gobernador que es recordado con afecto pese al tiempo transcurrido, por su carácter atento y cordial con el que trataba a todos los ciudadanos y por la modesta, no había dinero para más, obra realizada para beneficio de la entidad, se trata del general Baltazar R. Leyva Mancilla, originario de Chilpancingo, donde siempre radicó su familia. Los demás fueron impuestos en su mayor parte, por las mismas causas que los imponía don Porfirio.

          En los años setenta ocurrió el brote rebelde de Genaro Vázquez Rojas, seguido por el de Lucio Cabañas, lo que dio lugar a la llamada “guerra sucia”. Cientos de desaparecidos hubo en la costa grande, enfrentamientos armados en la sierra y un gobernador electo, don Rubén Figueroa, secuestrado por la llamada “guerrilla de Lucio”, que tuvo que ser liberado por el Ejército.

            Cuando estalló el conflicto guerrillero, con Genaro Vázquez, el gobierno se dio cuenta de que el Ejército no podía movilizarse solo a caballo, porque Guerrero, estamos hablando de los años setenta, carecía de caminos. Solo tenía una carretera pavimientada, la México Acapulco. La tierra caliente, las costas grande y chica, el norte y poniente del Estado, tenían carreteras de terracería y toda la montaña solo caminos que eran transitados por bestias de carga.

                  El gobierno federal empezó a construir caminos como loquito. Incluso construyó una carretera militar que arrancaba de la carretera federal a Acapulco, a la mitad del camino Cuernavaca Chipancingo, que iba a dar a la sierra donde la guerrilla se había hecho fuerte. Esa carretera, construida por militares, no tocaba ninguna población importante, era solo para el transporte de personal militar. Ahí surgieron cultivadores de mariguana y amapola, entre los campesinos de los pueblos cercanos al camino, para sobrevivir.

            La carretera a la montaña, fue construida a base de dinamita para abrir el camino de terracería entre Chilapa y Tlapa, por la decisión de Donato Miranda Fonseca, secretario de la Presidencia, en tiempos de López Mateos, con quien siendo estudiantes, habían recorrido el camino a pié, entre las dos poblaciones mencionadas y López Mateos le había puesto el apodo de “camino de gatos” por lo escarpado de las montañas. Donato Miranda, era de Chilapa y puso interés en la apertura del camino de 125 kilómetros que se recorría en 4 horas, por lo escarpado del terreno. Durante el gobierno de Díaz Ordaz, el camino fue abandonado y hubo muchos accidentes por derrumbes, pues era carretera de montaña y había sido abierta empleando dinamita lo que dejó muchas zonas. En el gobierno de Luis Echeverría todo siguió igual y fue hasta que llegó López Portillo al poder, cuando se pavimentó y se reforzaron las partes flojas. No fue por dotar a una zona importante de Guerrero de una carretera adecuada para incorporar a una zona importante al desarrollo, sino porque doña Carmen Romano de López Portillo, esposa del presidente, era hija de un tlapaneco. Así se manejaban las cosas.

             Iba yo en tercer año de primaria y el maestro del grupo del único colegio católico que había en el Estado, nos dijo: “Dben saber, porque es importante que lo sepan, que Guerrero, junto con Oaxaca y Chiapas, son los estados del país más atrasados y ustedes deben luchar para salir de esa situación. Más de setenta años después, en el 2018, un candidato presidencial del partido que fue propiedad de Elba Ester Gordillo, la que fue dirigente vitalicia del SNTE, Gabriel Cuadri, afirmó que sin tener que arrastrar a Guerreo, Oaxaca y Chiapas, México sería una potencia. Eso en buen español, representaba el reconocimiento del rotundo fracaso de los gobiernos priistas estatales y nacionales, que no habían podido, en tanto tiempo, sacar a dichas entidades del fracaso que vienen padeciendo desde su fundación.

             Y decimos de los gobiernos priistas, porque en Guerrero solo existen dos corrientes ideológicas políticas: el liberalismo mexicano y la izquierda. El PAN prácticamente no existe. Tiene oficinas en un edificio de Chilpancingo que el gobierno de Ruiz Massieu, le obsequió, como lo hizo con el PRI y con el PRD. El PAN solo ha gobernado un municipio importante dos o tres veces, Taxco y dos o tres municipios de no más de cinco mil habitantes y eso en forma esporádica.         
            

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