Columna | P U L S O   P O L I T I C O

           “Triunfó la verdad sobre la violencia y la mentira de otros partidos políticos”, dijo al hacer uso de la palabra luego de recibir su constancia de mayoría, Martha Erika Alonso, que se convierte en la primera gobernadora de la historia de Puebla, al obtener la mayoría de votos, según declaración oficial del Instituto Estatal Electoral.

           Dijo que esperaba que cualquier diferencia, cualquier inconformidad de los opositores, se resuelva de acuerdo con lo que establecer la ley.

           Ella, por su parte, se propone gobernar para todos por igual y coordinarse con el futuro presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, para trabajar juntos por el bien de los poblanos. Ofreció un gobierno capaz, que de resultados para beneficio de todos los habitantes de la entidad.

            Fue al medio día de ayer, cuando se llevó a cabo la entrega de la constancia de mayoría a la señora Alonso, en un acto efectuado en las oficinas del IEE, estando presentes todos los consejeros.

             Un centenar de personas acompañaron a la candidata triunfante, en medio de un impresionante aparato de seguridad.

              Mientras tanto en Acrópolis, salón que se encuentra en la zona de los estadios deportivos de Puebla, había varios miles de seguidores de la candidata triunfante, esperando para celebrar el triunfo.

             Por su parte, los seguidores de Miguel Barbosa, el candidato de Morena, afirmaron que decidieron cancelar la marcha de protesta que tenían programada, para luchar por la vía legal, contra el fraude electoral que dicen cometieron en contra del candidato de ese partido a la gubernatura.

             Las elecciones del primero de julio, pusieron al descubierto la debilidad de la casi totalidad de los partidos políticos del país. Todos, menos el PRI, el PAN y Morena, el PT y MC.,  están al borde de perder su registro, por no haber  alcanzado el 3 por ciento de la votación en la elección presidencial, que la ley exige.

              Tal vez algunos, como el PRD, se salven por las votaciones obtenidas en algunas entidades del país en las elecciones de gobernador, ayuntamientos y diputaciones federales y locales,

             Ya han pasado más de quince años de la creación de esos partidos que algún político dijo de ellos que conforman la “chiquillada” y que no representan, excepto el PRD, alguna corriente ideológica o alguna fuerza de grupos ciudadanos organizados. El PRD tuvo ideología y fuerza durante un tiempo, pero los pleitos entre sus corrientes internas lo llevaron a la división y a su terrible debilitamiento.

            El PAN fue un partido identificado como de derecha y poco a poco fue perdiendo la fuerza que había ido adquiriendo lentamente, sobre todo cuando abrió sus puertas de los grupos empresariales y cuando fue infiltrado por ex priístas y personas que no solo no conocen la historia de ese partido, sino ni siquiera sus propuestas políticas, económicas y sociales;  su militancia panista fue atribuida a intereses personales y de grupo. Formaron las corrientes neopanistas de viejo y de nuevo cuño.

            Por lo que respecta al PRI, al ser el partido hegemónico, abusó de su fuerza, fue tomado por grupos poderosos como algo de su propiedad, desatendió a su militancia y empezó a favorecer con candidaturas, no a sus militantes más empeñosos y capaces, sino a parientes y amigos y eso lo llevó a perder la confianza de la gente y finalmente de sus propios seguidores.

             Los tres partidos históricos de este país: el liberal PRI, el conservador PAN y el izquierdista PRD, quedaron hechos trizas en las pasadas elecciones del primero de julio. Estas elecciones, los han dejado en la disyuntiva de “renovarse o morir”. Y eso de renovarse no va a ser cosa fácil. El PRD, está casi en la lona, pues Morena salió con enorme fuerza para sustituirlo.

             No hay quien sustituya, en este momento, al conservador y derechista PAN, ni al liberal PRI, ahora ya considerado por muchos, como conservador y de derecha.

             Al PAN lo hundieron sus amigos de los grupos empresariales y al PRI, sus neoliberales educados en las mejores universidades gringas, donde olvidaron la historia patria y pretendieron cambiar la realidad nacional, provocando, lo que se está viendo, una hecatombe que ha terminado por expulsarlos del poder en serio, porque el triunfo de Morena, ha sido aplastante.

             Una cosa ha quedado bien clara: los mexicanos de la época actual, exigen de sus gobiernos, de sus partidos y de sus políticos, resultados. Pero no solo como lema de campaña, sino resultados tangibles, que todos puedan ver en el mejoramiento de vida de toda la población.

            El neoliberalismo ha traído más pobreza, más corrupción, más criminalidad, más inseguridad, educación y salud, de inferior calidad y un descontento social que no se veía desde hace décadas.

Publicado en COLUMNAS

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