Domingo, 24 Septiembre 2017 18:36

Fue al encuentro con la muerte

Columna | P U L S O    P O L I T I C O

                                   El regidor de Gobernación del Ayuntamiento de Chietla, fallecido el pasado martes 19 de septiembre, a consecuencia del terremoto que cimbró a parte del estado, fue despedido por sus compañeros regidores en una ceremonia efectuada en el zócalo de Chietla y ante un gran número de vecinos que conocían y estimaban al “Marinero” como era conocido don Jacinto Roldán Capistrán, porque realmente lo había sido. Fue capitán de corbeta y ya jubilado, regresó al pueblo que lo vio nacer, Chietla, donde fue requerido por los vecinos y sus amigos, para ser regidor del actual ayuntamiento.

                                  Murió al entrar al templo de Santiago Apóstol, de la población de Atzala, junta auxiliar de Chietla, a donde pretendió saludar a unos amigos que asistían al bautizo de un niño. Ni era el padrino, como se ha dicho, ni estaba invitado al evento. Fue a Atzala, como acostumbraba hacerlo con frecuencia con los pueblos de la región, para saludar, dicen que era muy amable y cordial con todos, a los muchos amigos que tenía.

                                  Tampoco tenía la intención de entrar al templo. Lo que pasó, cuenta un testigo presencial, “es que al pasar en su auto por el centro del pueblo y vernos, nos saludo desde el auto y luego bajó de él para platicar con nosotros. Nos saludó de mano a todos y se dio cuenta que un grupo de personas, entre ellos varios amigos suyos, entraba al templo y preguntó qué había, y se le dijo que se iba a celebrar el bautizo de una niña. Se desprendió del grupo diciendo, “ahorita vengo, nomás saludo a un gran amigo que ahí va”……..Estaba entrando al templo, cuando vino el sismo y la iglesia se desplomó. Ni siquiera pudo saludar a su amigo.

                                   Sus restos no fueron encontrados con los del grupo que asistía al bautizo, sino a la entrada del templo.

                                   Tal pareciera que la muerte lo estaba acechando y él fue a su encuentro.

                                    En cambió, el fotógrafo cuyos servicios fueron solicitados por los padrinos de la niña Elideth, de tres meses que recibiría las aguas del bautismo, no fue o llegaría tarde y salvó la vida.

                                   La ceremonia del bautizo, no la estaba celebrando el párroco del pueblo, sino un sacerdote de nombre Néstor, al parecer familiar o conocido de la familia de la bautizada, porque el párroco no podía asistir esa fecha a la ceremonia por tener otro compromiso. El padre Néstor salvó la vida, lo mismo que Sergio Montiel, el sacristán. Murió una señora y sus dos niñas y el marido quedó gravemente herido y preguntaba por su esposa y sus hijas y nadie se atrevía a decirle la verdad. Ismael, ese es su nombre, fue traído a la ciudad de Puebla, pues al parecer requiere de una operación de columna.

                                    El sacristán Montiel, dice no haber sentido miedo, ni haber sentido nada, que simplemente se quedó pasmado. El padre Néstor y otros de los asistentes a la ceremonia que pudieron escapar, salieron por una puerta lateral.

                                    La familia de la niña que se bautizaba, su madrina Susana Villanueva y la propia Elideth, quedaron sepultados entre los escombros del templo. Algo presentía un niño que dentro del templo, poquito antes del terremoto, gritaba llorando: “Mamá, vámonos, no quiero estar aquí”…

                                   Un problema político, que no se quiso o no pudieron resolver las autoridades, en su momento, resurgió durante la tragedia y el gobernador Antonio Gali Fayad, tuvo que enfrentarlo ahí mismo.

                                   Se trata del conflicto entre un grupo de regidores del ayuntamiento de Jolalpan y su presidente municipal, Antonio Javana, conflicto que varias veces fue mencionado en este espacio, pues un grupo de vecinos del lugar (Jolalpan) en la frontera de Puebla con Morelos y con Guerrero, vinieron a hacer un plantón frente al Congreso del Estado, demandando la salida del alcalde por no respetar al pueblo y no atender sus necesidades.

                                  El palacio municipal había sido tomado y el presidente tenía que despachar en su domicilio particular. Aquí, los diputados nadaban de muertito, afirmando que era un asunto que correspondía resolver a la Secretaría General de Gobierno, que ya estaba interviniendo.

                                  Y en la secretaría de Gobierno, las pláticas no avanzaban. Los encargados de resolver el asunto o no conocen la historia de Jolalpan o tenían algún compromiso con algún poderoso político que les pedía que aguantaran.

                                  El caso es que el plantón frente al palacio legislativo, después de dos meses, tuvo que levantarse sin que el problema se resolviera y allá en Jolalpan, los inconformes no entregaban el palacio municipal.
                                  Vino el terremoto, el municipio sufrió muchos descalabros, empezó a llegar la ayuda y resurgieron los problemas, pues los grupos del presidente municipal y de los tres regidores rebeldes empezaron a pelear. En un acto público, de los muchos que el gobernador Gali ha celebrado en los pueblos de la mixteca mayormente afectados por el sismo, escuchó los reclamos de la población y las acusaciones contra el alcalde Javana.

                                  Contrario a lo que hicieron los diputados locales y los funcionarios de la Secretaría General de Gobierno, el gobernador enfrentó con decisión el asunto. Logró que por la situación imperante autoridades y opositores trabajaran juntos coordinados por un funcionario estatal y después de resuelta la emergencia, platicaran para solucionar el problema político. Lo aceptaron todos y en medio de una tensa calma, se empezó a trabajar para brindar auxilio a los afectados por el sismo.

                                  El centro escolar “general Lázaro Cárdenas” de Izúcar de Matamoros, fue inaugurado por el propio ex presidente y el entonces gobernador general Rafael Avila Camacho en 1955, dos años antes de que se inaugurara el sexto centro escolar del Estado, el “Niños Héroes de Chapultepec”, en Puebla, con lo que “don Rafael” como le llamaban al menor de los hermanos Avila Camacho, cerraba su gobierno, iniciando un importante ciclo en la historia de la educación en Puebla.

                                  Sesenta y cinco años después, cientos de alumnos, ex alumnos, maestros y ex maestros y directivos del plantel, le dieron el adiós en medio de aplausos, globos blancos soltados al aire y lágrimas. Son tan graves los daños que esa edificación sufrió, que será demolida, para construir una nueva.

                                 Nos dicen varias personas que pasaron su niñez y su primera juventud en las instalaciones de ese centro de estudios, que el viejo edificio hubiera resistido mucho más, como había resistido otros sismos, pero que hace dos o tres años, se le hicieron ampliaciones y esas ampliaciones fueron realizadas con material de segunda o de tercera. Unos dicen que en las mezclas pusieron más arena que cemento y fueron la causa de los daños a las estructuras del edificio que tendrá que ser demolido.
                  
                                 Lo cierto es que hay otros edificios escolares de la misma población, que tendrán que ser demolidos, entre ellos el de la escuela primaria “Herculano Sánchez” ubicada en la misma manzana que el viejo palacio municipal, a una cuadra del zócalo, institución en la que estudiaron miles de  habitantes, hombres y mujeres de la región.

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