Martes, 02 Julio 2019 18:48

La inseguridad, el problema prioritario

Columna | P U L S O    P O L I T I C O

            Los actos que el Presidente Andrés Manuel López Obrador llevó a cabo el sábado y lunes en la ciudad de México (despliegue de la Guardia Nacional y celebración del primer aniversario de su triunfo en las urnas) sirvieron para que el propio jefe del Poder Ejecutivo, reafirmara su intención de brindar el más alto grado de seguridad de los mexicanos y abatir la criminalidad, problemas que no podían resolverse de la noche a la mañana, pues implicaban el cambio de estrategias fallidas llevadas a cabo por sus antecesores, uno de los cuales, Calderón, fue el culpable del surgimiento de ese problema, al iniciar una “guerra”, así la llamó el mismo, contra el narcotráfico, sin los elementos idóneos para hacerlo.

            Pero además, las condiciones en que los  gobiernos priístas y panistas dejaron al país, fueron propicias para el surgimiento de ese problema que ha ido creciendo hasta parecer ya incontrolable.

             La pobreza generada por la aplicación de un sistema económico neoliberal, cuyo fracaso se observa hasta en los Estados Unidos y en Europa, que lo crearon y lo impusieron a los países en desarrollo, fue el caldo de cultivo para la violencia y el descontento social que se observa en todas partes.

            Como decíamos ayer, la Guardia Nacional, es el principal pilar en el que se sostiene la Cuarta Transformación ofrecida por el actual gobierno de la república: los otros tres son la política social, el combate a la corrupción y la austeridad.

            Roma no se hizo en un día, pero los opositores al presidente, “exigen” resultados en solo siete meses, cuando de lo que se trata es de desmontar un régimen corrupto, inepto y falto de patriotismo que llevaba décadas en el poder.

            Después del informe de lo que se ha hecho, de lo que se ha logrado y de lo que falta por hacer, rendido por López Obrador, muchos opositores inteligentes, no han podido más que reconocer los avances y recomendar medidas para impulsar la creación de empleos, la inversión y el desarrollo económico en general.

              Eso opinaron los dirigentes de los grupos empresariales, que tal vez haya sido de los grupos sociales más dañados por el cambio.

              Las manifestaciones de oposición a López Obrador efectuadas el domingo pasado en 19 ciudades del país, pueden apreciarse en su verdadera dimensión: la de la ciudad de México, acabó dividida por el rechazo que muchos de los asistentes manifestaron contra la parodia donde se trató de ridiculizar al Presidente, y la de Guanajuato, donde uno de los organizadores y opositores a López Obrador, el ex presidente de la república Vicente Fox, acabó abucheado por la gente e invitado a abandonar la manifestación por no ser gente grata, por quienes encabezaban la marcha.

              La oradora de la manifestación derechista efectuada en Puebla, que dijo que los asistentes al acto para rechazar las políticas lopezobradoristas, eran la auténtica mayoría de los mexicanos, quedó en ridículo al día siguiente, cuando López Obrador exhibió su fuerza con un zócalo de la ciudad de México, completamente lleno.

              El sector de las clases medias mexicanas que han decidido oponerse sistemáticamente, sin razonamientos de ningún tipo, a las políticas sociales y económicas del gobierno actual, deberían recordar lo que dijo el Presidente Kennedy de los Estados Unidos en los años sesenta, antes de la llegada del neoliberalismo, a sus conciudadanos: “O damos algo de lo que tenemos, o perderemos todo lo que tenemos”. Eran los años del predominio estadounidense en el mundo y del priísmo en México.

               O más tarde, en los años ochenta, lo dicho por el presidente brasileño Lula da Silva, en plena época neoliberal: “El 70 por ciento de los brasileños no puede dormir, porque no ha cenado y el 30 por ciento restante, no puede dormir, por temor a que ese 70 por ciento de la población desprotegida  de la población, se levante contra quienes todo lo tienen”.

               El combate a la corrupción que se está llevando a cabo, está poniendo al descubierto que una minoría privilegiada de mexicanos ganan miles de millones de pesos a costa del erario público, mientras que cincuenta millones viven con algún tipo de pobreza y más de veinte millones están en pobreza extrema.

                Si vamos a vivir en una auténtica democracia, los opositores al régimen actual, pueden expresarse con toda tranquilidad, es más, el gobierno está obligado a respetarlos, pero ellos también deben respetar a las mayorías que están de acuerdo con lo que se está haciendo y a entender, que lo que los gobiernos de sus simpatías llevaron a cabo durante décadas, estuvo mal hecho y que hay necesidad de experimentar otros sistemas que permitan abatir la enorme desigualdad social y económica, que hemos padecido los mexicanos durante toda nuestra historia, desde la Colonia, hasta los tiempos actuales.

                Los tiempos del priísmo nacionalista y revolucionario, hubo avances importantes. La formación de las clases medias, entre otras cosas, fueron consecuencia del impulso a la educación y a la salud para todos, a la expedición de leyes para garantizar los derechos de los obreros y a una política agropecuaria que durante un buen tiempo nos hizo autosuficientes en la producción de alimentos básicos.

                Vino el remolino del neoliberalismo, llegaron los doctrores en economía de Harvard y todo se vino abajo, hasta el PRI, partido surgido de la Revolución Mexicana de 1810.

                 Como dijo López Obrador el lunes: es necesario conocer nuestra historia, para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Publicado en COLUMNAS

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