Columna | P U L S O    P O L I T I C O

          El mayor reclamo que los partidos y agrupaciones de oposición hacen a la llamada Cuarta Transformación, de Andrés Manuel López Obrador, es que no se ha resuelto el problema de la inseguridad en el país, que sigue creciendo y que  México está estancado, en lo económico, dicen unos o que está en recesión, dicen otros y que no ha cumplido gran parte de sus ofrecimientos de campaña.

           Los políticos parecen no tener memoria: ¿No saben como recibió este gobierno a México hace un año? A punto del colapso. Si no se hubiera reconocido el triunfo del candidato de Morena a la Presidencia de la República, estaríamos peor que Chile, país que era ejemplo del neoliberalismo y que de repente, por el anuncio de un aumento al pasaje del metro en Santiago, la capital, explotó una revuelta que ni los duros carabineros de ese país sudamericano han podido controlar.

            ¿Qué pasó en Ecuador, cuando se anunció hace unos cuántos meses, un incremento en el precio de la gasolina? Que los pueblos indígenas se revelaron con ferocidad tal, que se habló de cambiar la capital del país, de Quito,  que estaba copada por los rebeldes, a Guayaquil,  lo que obligó al gobierno a dar marcha atrás, pese a los discursos previos del presidente de ese país, en los que afirmaba que no habría rectificación. ¿Y que pasó en Colombia, país que ha estado 50 años en revolución?

               Hace un año Andrés Manuel López Obrador, el actual presidente de la república, recibió un país quebrado política, económica y socialmente. Cincuenta millones de mexicanos, viviendo en la pobreza. Una deuda pública multimillonaria, la más grande que ha tenido el país y una de las más elevadas del mundo; la más importante empresa del Estado Mexicano, PEMEX, sin recursos suficientes, siquiera para pagar los intereses de su deuda, exportando crudo e importando gasolinas pues en décadas no había construido ninguna refinería y las pocas que todavía quedan, estaban trabajando a menos al 30 por ciento de su capacidad por falta de mantenimiento.

              Una corrupción galopante en todos los estratos del gobierno; un gasto público exageradísimo, pues los ex presidentes, priístas y panistas, gastaban a lo loco en “pendejadas” (con perdón del respetable) y no en solucionar los viejos y graves problemas que padecemos, como comprar un avión presidencial (tiempos de Calderón) que “no lo tenía ni Obama”, ni ningún otro jefe de estado del mundo; lujosísimas residencias de políticos potentados, y líderes sindicales oficialistas. Tan solo por poner un ejemplo contundente, la ex dirigente del magisterio nacional, doña Elba Esther Gordillo, según informes de hace unas semanas, acaba de vender su residencia de San Diego, California, Estados Unidos, en 30 millones de dólares.

             La inseguridad, el aumento de la criminalidad, son problemas que no surgen de la noche a la mañana. Se desarrollan lentamente y obedecen a situaciones que se generan por los malos gobiernos que con políticas económicas equivocadas, propician el aumento de la pobreza, la desigualdad, la concentración de la riqueza en pocas manos, el desempleo, la falta de oportunidades para los jóvenes, etc. Combatir esos males, no es cosa de magia o de milagros divinos, es algo que tiene que hacerse en forma multifactorial, como se iniciaron y eso no es cosa de un año.   

             La “guerra” contra el narcotráfico, culpable de todo lo que hemos estado viviendo, la inició Calderón, el segundo presidente panista, en el 2006. La continuó el priísta Peña Nieto, con el mismo sistema, hasta el 2012. Los resultados que obtuvieron fueron nefastos. Han sido dos sexenios de guerra y los miembros del crimen organizado, tienen dinero de sobra y armamento moderno del que los provee Estados Unidos, que además exige que se pare en México, la venta de estupefacientes en su país, pero ellos no paran la venta de armas, ni hacen campaña antidrogas entre sus jóvenes, ni se sabe que tengan allá detenidos por la distribución de esas substancias enervantes, pues están tan tecnificados, que las drogas se distribuyen solitas.

           Los políticos de oposición, sobre todo el PAN, ya se olvidaron de que el problema económico en el país, empezó a agravarse con Vicente Fox en el poder, el primer presidente panista. Que el desempleo llegó a ser tan grave, que obligó a Felipe Calderón, cuando era candidato a la Presidencia, a prometer que sería el presidente del empleo, algo que no cumplió en lo más mínimo y que nadie se lo ha reclamado y que tampoco pudo mejorar los índices económicos durante su mandato, en que hubo un año en que el PIB nacional fue inferior al de Haití, el país más pobre de América Latina.

           Ahora el PAN es el principal promotor de protestas contra López Obrador: realizó una pequeña manifestación en la ciudad de México y aquí en Puebla también hubo una, encabezada por su ex candidato a la presidencia municipal, Enrique Cárdenas Sánchez, que se perdió en la marabunta que se formó por eso del Maratón Puebla.

            Por cierto, que el Presidente de la República estuvo el viernes en la entidad poblana por segunda vez en menos de un mes, y visitó junto con el gobernador Miguel Barbosa Huerta, la Unidad de la Industria Militar que se construye en Oriental. Ahí el presidente y el gobernador, acordaron inyectarle 10 mil millones de pesos para impulsar el desarrollo de esa zona, como nunca se había hecho antes con ninguna región del Estado.

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