Sábado, 20 Enero 2018 08:52

La humildad como ejercicio

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

“Quiero vivir y morir en el ejército de los humildes,
 uniendo mis oraciones a las suyas,
con la santa libertad del obediente”.
Miguel de Unamuno (1864-1936).
Filósofo y escritor español.

En ese soplo en el que vivo y muero
cada día, al tiempo que me afano
y me desvelo en caminar, nada deseo
más que hallarme y desvivirme,
por los que no son y quieren ser.

Confieso que nada sé sobre mí,
a pesar de lo vivido hasta ahora,
y de lo que me ha quedado sin vivir,
pues para vivir hay que saber amar,
hasta reconocerse en el análogo.

Por más que abro los ojos y miro,
a veces me sorprende la fortaleza,
no sé de donde viene pero ahí está,
restándome el dolor que me apedrea.
 
En proporción a la carga me reanimo,
recuento las andanzas soñadas
entre el pasado que se fue sin más,
y el futuro que nos pertenece,
por el mero hecho de ser lo que soy.

Sí, soy la memoria de una esperanza,
siempre defendiéndose, siempre viva,
sosteniéndome en sus alas poéticas,
pues uno camina por lo que espera,
y espera el balanceo dulce del tiempo.

Aguardemos ese aliento purificador,
que hace del barro un vidrio de luz,
donde verse, mirarse, y recordarse;
pues si recordar es aprender a verse,
por la mirada orientamos el alma.

Sólo así podremos descubrir la verdad; 
con el retorno al amor, si amor siembro;
con el regreso a la vida, si vida injerto;
pues no hay espejo que mejor refleje
la efigie del yo, que nuestras acciones.

Víctor Corcoba Herrero
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Sábado, 15 Julio 2017 20:44

Cuando me advierto también me espanto

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

Soy el que soy,
nada, absolutamente nada,
a pesar de tanto desvelo,
de tanto afán por amar,
por vivir y desvivirme por vivir,
pues estuve al filo de la muerte,
al borde del suicidio,
en la orilla de lo imposible,
pero me fui dando versos,
y el corazón despertó siempre.

Ahora dedico mi tiempo,
a los que no se hallan,
pues yo soy uno más entre ellos,
que busca y rebusca conocerse,
y reconocerse en la inspiración.

Todos sabemos
que sabemos y no pasamos
de transitar con el alma
asentada en los sueños,
mirando por doquier, sin apenas ver,
pues la falta de esperanza,
la ausencia de utopía por crecer,
nos ha dejado sin luz entre el caos.

Vuelva a nosotros, en consecuencia,
cada paso con su pausa,
cada pareja con su aparejo,
cada ola con su mar,
cada río con sus lágrimas,
cada emoción con su concierto,
cada amanecer con su atardecer,
cada noche con su día,
cada hembra con su hombre,
porque al fin, nadie es sin el otro,
y el otro sin su antecesor y el siguiente,
y así,  todos somos algo para alguien,
únicamente en estado armónico,
hermanados en la poesía,
por la que si soy, el que tengo que ser.

Y es que, sin quererlo,
cuando me advierto me asusto,
y hasta me espanto,
pues este mundo me mata,
y por más que le quiero me domina,
me amortaja, me esclaviza,
me atormenta de tormentos,
los unos contra los otros,
y los otros contra los unos.
¡Qué batallas más inútiles y absurdas!

Qué fácil es decir te quiero,
y que inviable es donarse,
como lo hizo Jesús,
que no juzgaba y a todos acogía,
con una palabra de consuelo,
con un verbo de vida,
con un sol en los labios,
para hacernos comprender,
que la pureza está en los latidos,
en nuestra conexión con la palabra,
en la mística del cuerpo ante Dios,
en la gloria de ser para los demás,
el punto de apoyo en el camino.
Víctor Corcoba Herrero

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Sábado, 10 Junio 2017 22:58

Ojos nuevos para una vida en verso

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

"El poema que recibimos del Creador  como inspiración,
se convierte en albor del caminante.
Sólo hay que dejarse reconducir por sus latidos"

Uno tiene que ganarse la autoridad,
con la auténtica composición del verbo,
y con la coherencia de sus acciones.
¡Qué toda acción no es reacción,
sino creación de nuestro pensamiento!

Hemos de ser el ser que se interroga,
que busca y rebusca la existencia
por doquier urbe y orbe viviente.
¡Qué la enérgica suma de pulsos
del pasado, conforman el presente!

Despojémonos de todo, sí, ahora
que vamos en camino, antes
de que nos sorprenda la muerte.
¡Qué nadie es tan frondoso
para que no pueda desplomarse  hoy!

Hemos de salir de nosotros mismos,
para perdonarnos y donarnos,
más allá de este espíritu terrenal.
¡Qué el mundo ha sido creado
para ser  recreado y poder desvivirse!

Lo poco que somos, si se comparte,
se vierte y se convierte en poesía,
y es la poesía la que injerta amor.
¡Qué amar es hallarse en el otro,
para gozarse y ser feliz hermanados!

Ese pan vivo, descendido del cielo,
que nos alza y realza a lo inmortal,
pues la eternidad viene de Dios.
¡Qué aunque no se le ve,
se le siente, pues todo habla en verso!

Sólo hay que tomar la cruz consigo,
guardar usuras, anunciar lo armónico,
y renunciar con empeño a lo mundano.
¡Qué esta morada es un río que riega,
para que todo brote en su curso de vida!

Porque el poder de la poética,
nos trasfigura en seres con alma,
y un alma en gracia es camino.
¡Qué el pasaje nos encamine
hacia sí mismo, juntos en la senda!

Atrás queda el caminante,
con su plegaria de mil dolores,
para unirse y reunirse con la luz.
¡Qué el alba nació con nuestro andar
en procesión, posesionando el silencio!

Pues cuánto más se sumerge
el viandante en la pureza,
más es capaz de crecer y asistir.
¡Qué la inspirada lírica nos asciende
para remontar el horizonte y abrazarnos!

Víctor Corcoba Herrero
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Sábado, 25 Marzo 2017 09:32

Plegarias de un alma a un cuerpo

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

Toda vida es un nervio activo del verso vivo.
Y todo verso, es un níveo camino del alma.
Y toda alma, una senda donde Cristo vive.

Abramos los ojos del espíritu al mundo.
Tranquilicemos el carruaje que llevamos.
Clareemos horizontes, aclaremos el cielo.

La bondad es el bien primario y primero.
Es el inicio de lo armónico y el fin del dolor.
El equilibrio entre lo que soy y he de ser.

Mientras el cuerpo necesita muchas cosas,
la voluntad apenas requiere nada, querer,
sólo amor del que no cuesta ni un centavo.

Indivisa ha de ser la donación a cualquier pulso.
Que el fruto del latido son las pausas y absolver.
Y el fruto del perdón es la paz consigo mismo.

Tras esta mística los besos nacen porque sí.
Es un misterio suspirar por el otro y con el otro.
Pero que bien sienta amarse, amar y ser amado.

Que uno para quererse ha de quererlo íntegro,
hasta el extremo de sentirse poesía y pecho,
para alzar y realzar las formas humildes.

Que en la humildad anida la fuerza del ser
y la mansedumbre, la ternura de lo que soy,
el niño del que nunca he de desprenderme.

No hagamos culto a un objeto que no es,
sino a un aliento hondo por el que sentimos,
adorar al Creador nuestro y servir a los demás.

Ojalá nuestra acción no sea destructiva,
sino constructiva con el designio de Dios,
por ello hemos de ser tan poesía como poeta.

Víctor Corcoba Herrero
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Sábado, 21 Enero 2017 07:47

Agárrate a la vida y vive

Reflexión Poética | Compartiendo diálogos conmigo mismo

Mi alma es de horizontes abiertos
y mi cuerpo una fortaleza
ante las adversidades de la vida,
pues sólo hay que volver a la palabra
para sentir a Dios dentro de uno,
y, así, aparcar los desconsuelos.

El único aliento que nos reaviva,
que nos da valor y valía para crecer,
que nos exhorta a ser valientes,
a continuar en el trayecto,
es el coraje injertado, la pasión
puesta, cada cual consigo mismo.

Hemos de agarrarnos, fuertemente
a los días, con los ojos abiertos.
¡Despertar!; ser como el agua que corre,
pues aquella que se estanca,
se corroe, y corrompida nada es,
pues ni sacia, ni armoniza con la luz.

Tenemos una fuerte motivación,
la de conocer y reconocer a Jesús,
la de adorarle y seguirle porque sí,
pues siempre hay una estrella
que llamea por nosotros y nos llama
para revivirnos de nuestras cenizas.

Dejémonos renacer en la poesía,
en la sencillez de cada momento,
en la humildad de lo que soy,
apenas nada y apenas todo;
la eternidad de Dios en un soplo,
y un instante para recobrarme.

Pongamos todo el corazón
en avivarnos ante esta mística
que nos recrea y nos crea a diario.
Vivifiquemos el espíritu creativo;
para engrandecernos donándonos,
que quién mucho ama, mucho vive.

Víctor Corcoba Herrero
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Sábado, 26 Noviembre 2016 12:49

Comunión de vida con él

Reflexión Poética | Compartiendo diálogos conmigo mismo

Todo aquel que ama genera vida.
Todo aquel que vive genera amor.
Somos pulsos vivientes en camino.
Llegado el momento trascendemos.
Pues cada cual lleva en su interior
la presencia del espíritu consigo,
y la ausencia del yo que es nada.

Venimos del verso para ser verbo.
Vamos de la tierra para ser cielo.
Nos espera la ternura del abrazo.
Llegado el día aclararemos noches.
Pues cada cual lleva en sí mismo,
una estrella de la que brota el sol,
siempre en naciente, siempre inédita.

Hasta tu bello horizonte llegarán
mis sueños para fundirse contigo
y reencontrados alzaremos el vuelo
para convertir este mísero mundo,
en mil hogares encendidos de luz,
donde nadie se sienta perdido,
donde todos puedan hallarse consigo.

Hallados, Señor, pon tu alma en mí.
Destierra cualquier mirada de odio,
desarma la lengua y las manos,
desmonta los lenguajes hipócritas,
desmantela tantas mentiras sembradas,
desencaja este caos que nos acorrala,
y llévanos hacia ti, que por ti somos.

Nosotros somos la historia.
A nuestro lado, Dios eternamente.
Corrigiendo nuestros pasos.
Moralizando nuestra existencia.
Reprendiendo nuestros desaires.
Levantándonos de nuestros tropiezos.
Conmigo nada comenzó, nada acabará.

Todo está en las manos del Creador.
Nuestra existencia es su existencia.
No pone a prueba, nos salva luego.
Sólo tenemos que llamarle.
El que lo llama lo encuentra.
Entonces será dado un aire nuevo,
un soplo eterno, la memoria en vivo.

Víctor Corcoba Herrero
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Sábado, 01 Octubre 2016 10:05

La nostalgia de sentirnos vivos

Reflexión Poética | Compartiendo diálogos conmigo mismo

A veces me ensimismo con la nostalgia,
y zambullido en el interior de mi mismo,
voy y vuelvo al ser,  vuelvo y voy siendo:
la senda de mis ojos, el paso del tiempo,
el pulso de la vida en el impulso de Dios,
la voluntad del Creador sobre nosotros.

Otras veces releo sobre el firmamento,
y me crezco con la luna en menguante,
deshojo margaritas para enhebrar luz,
como si el cielo me injertase una liturgia
de sentimientos sobre nuestros andares,
sobre lo que pudo haber sido y no fue.

Nunca es tarde para volver a empezar,
para elevarse,  alcanzar aire, asimilarse,
pues por muy grande que sea la caída,
el Señor atiende nuestra queja siempre,
sólo hay que escucharle y comprender,
la evidencia de la cruz que nos abraza.

Nada hay tan dulce como la docilidad
de un niño ante el espejo de sus padres;
ojalá no perdamos nunca a ese niño,
para poder escribir nuestra propia historia,
con los ojos del corazón, los más níveos,
pues hemos venido para acariciarnos.

Con una caricia, Dios absuelve sin más. 
Cura nuestras heridas, nos alivia el alma.
Sólo desde el sosiego se llega a la quietud.
Abrazada la paz, que baja desde el cielo,
los horizontes se ensanchan en armonía,
pues unidos todos, nos hallaremos fuertes.

 Y vivos, la eternidad es nuestra por siempre,
todo el tiempo del mundo ya será nuestro,
para poder descansar y recrearnos en el yo,
conjugado en los demás por lo que soy en sí:
un pedazo de aire para un espíritu nómada,
y un naciente de albor para un andar errante.

Víctor Corcoba Herrero
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