Las cosas siempre caen por su propio peso, tarde o temprano, a veces la ansiedad está por encima de la serenidad, pero el saber esperar siempre recompensa y este es el caso, la detención de Emilio Lozoya por los supuestos sobornos que recibió de la firma brasileña Oderbretch durante su gestión al frente de PEMEX, además de la compra de la llamada planta chatarra de Agro Nitrogenados (Pro Agro) a la acerera mexicana AMSHA, de Alonso Ancira, también implicado -aunque si son supuestos los sobornos para que huir si el que nada debe, nada teme- da muestra que cuando hay voluntad política, la justicia llega.

Aunado a lo anterior, diversos funcionarios de la constructora Odebrecht y empresas filiales de la misma han señalado, en diversas ocasiones, que en el 2012 contribuyeron a financiar la campaña del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto. Se dice que además de apoyar la campaña presidencial de nuestro país, también “contribuyó” en las elecciones presidenciales en Brasil, Argentina, Perú y Colombia.

Las investigaciones revelan que Peña Nieto, antes de ser presidente, se reunió tres veces con Marcelo Odebrecht, ahora encarcelado en Brasil, por su participación en diversos actos de corrupción entre ellos el de Lava Jato. Documentos, que incluyen estados de cuenta de transferencias desde el Meinl Bank, se integraron en su momento a la carpeta de investigación FED/FEPADE/UNAI-CDMX/0001139/2017 en la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE). Ahora bien, se recordará que en 2017, se hizo la destitución de Santiago Nieto, como fiscal especial de la FEPADE, precisamente por las investigaciones que realizaba sobre el ya señalado financiamiento a la campaña de Peña Nieto, y cómo da vueltas la vida, ahora el mismo Nieto es titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), donde a la fecha prosigue con sus pesquisas en el tema.

El quid del asunto es porqué si en otros países el caso Odebrecht derivó en extenuantes investigaciones, sanciones, destituciones y hasta suicidio, porque en México no pasaba nada, por qué no se daba pauta a las investigaciones de Santiago Nieto y que tomaban incluso, las mismas circunstancias del PEMEXGATE (en 2001 se descubrió que fondos provenientes del sindicato de trabajadores Petróleos Mexicanos, fueron utilizados para la campaña presidencial de Francisco Labastida, candidato por el PRI en el 2000. La sanción que se fijó siguió criterios de multa preestablecidos por el IFE y confirmados por el Tribunal Electoral. El no informar del ingreso de recursos se multó con una pena del doble del monto implicado: una sanción de mil millones de pesos al partido que dejó de reportar 500 millones de ingresos.) o al caso de Amigos de Fox (Lino Korrodi era el presidente de la asociación Amigos de Fox y uno de los operadores financieros de la campaña. Él se encargó de recolectar millones de pesos para crear un fideicomiso que financió parte de la campaña de Fox. No hubo responsabilidad penal, pero en octubre de 2003, el entonces IFE multó por los Amigos de Fox con $497 millones a la Coalición Alianza por el Cambio, que llevó a Fox a la Presidencia y que estaba conformada por el PAN y el Partido Verde)

¿Qué fue lo que marcó la diferencia para los casos de PEMEXGATE, Amigos de Fox y Odebrecht? Todos tenemos la respuesta a ello, al frente del árbitro electoral ya no se encuentra José Woldenberg, sino está Lorenzo Córdoba como Consejero Presidente del Consejo General del INE.

Evidentemente, los juicios a priori no deberían estar en la mesa, pero si la investigación sobre el financiamiento ilegal a la campaña de Peña Nieto salta a la vista, y en el momento en que en el IFE se realizaron las investigaciones sobre el mismo tema al PRI, al PAN y al Verde Ecologista, el mismo Córdoba fungía como asesor de Woldenberg, entonces, porque no seguir sus pasos aun siendo él mismo Consejero Presidente del INE. Porque no marcar nuevamente la pauta para ser recordado como un vigilante genuino de la democracia y contar con sus propios méritos, lejos de la sombra de la carrera profesional de su padre o de Woldenberg, su mentor en materia electoral. De nada sirve que ahora pretenda salvar su buena reputación y la del árbitro electoral con entrevistas en los medios de comunicación, si sus mismos actos sirven para olvidarse de su buena fama que en su momento obtuvo como académico e investigador del Instituto de Investigaciones de la UNAM y como titular del Instituto Nacional Electoral.

Publicado en COLUMNAS

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