Miércoles, 15 Junio 2022 21:28

Se agravan las cosas al interior del PRI

Columna | P U L S O   P O L I T I C O

              La negativa a renunciar del actual dirigente del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno Cárdenas, como se lo solicitaron diez ex dirigentes nacionales de ese partido, por los pésimos resultados de su gestión al frente del tricolor, hizo fracasar la reunión que tuvieron el martes para dialogar sobre ese asunto en la capital de la república.

             Moreno Cárdenas, les dijo que a él lo eligió la militancia y solo la militancia lo puede quitar y mientras eso no ocurra, el continuará al frente hasta que termine el periodo para el que fue designado.

             Y al día siguiente, cuando ya habían surgido voces en la provincia, entre ellas Puebla, de remover a sus dirigencias locales, los integrantes del comité nacional y los dirigentes estatales, todos a uno, mediante un desplegado y declaraciones a los medios de difusión, dan su apoyo al tal “Alito”. Es decir, se ahonda la división que ya existía en el PRI y se ve muy difícil que ésta pueda ser controlada.

           NADA ES TAN PERJUDICIAL A UN PARTIDO U ORGANIZACIÓN política, que una división interna y ahora esa división que viene arrastrando el priismo nacional desde hace varios años, se hace más evidente y más amplia.

           Hemos dicho en este espacio, que los miembros del partido que surgió a raíz de la Revolución de 1910 y cuyos objetivos iniciales fueron los de terminar con la profunda desigualdad social de la que habló el investigador alemán Alejandro de Humboldt en el siglo XIX, cuando todavía éramos colonia de España, están fiera de la realidad desde hace algunas décadas.

            El PRI, surgió como un partido de campesinos, obreros y clases medias populares. Sus objetivos expresados claramente en su declaración de principios y en su programa de acción, eran combatir la pobreza, lograr la justicia social para obreros y campesinos y apoyar a las clases populares de las ciudades y pueblos, para mejorar sus condiciones de vida.

           La educación laica y gratuita, los servicios médicos gratuitos para todos los mexicanos sin distinción, la jornada laboral de ocho horas, el derecho a la vivienda digna, la seguridad social, eran algunos de los postulados de los revolucionarios, que en gran parte empezaron a cumplirse desde los años treinta.

            Había la convicción de que teniendo independencia alimentaria e independencia energética, nuestra soberanía estaría garantizada y se procedió a nacionalizar el petróleo y la electricidad.

            La educación popular fue tenida como una panacea para la solución de otros grandes problemas sociales después de lograda la independencia, pero no había los recursos, ni los elementos humanos para llevarla a cabo. Éramos un pueblo de analfabetos.

            Fue hasta los años treinta del siglo pasado, cuando se inició el mayor esfuerzo educativo, en el régimen del Presidente Lázaro Cárdenas: se crearon las escuelas normales urbanas y las normales rurales y se contrataron como maestros a personas con solo estudios de primaria, pero se les capacitaba para ejercer la carrera magisterial, a través del Instituto Nacional de Capacitación del Magisterio que funcionó hasta los años sesenta logrando estupendos resultados.

           La Seguridad Social llegó con Manuel Avila Camacho y el derecho a la vivienda con Luis Echeverría. Y así nos convertimos en un país moderno que durante varios años estuvo a la cabeza de todos los países de América Latina.

            Ese fue el PRI que cambió radicalmente su política a raíz de la llegada al poder, de los doctores de Harvard, jóvenes riquillos, muchos de ellos hijos de altos funcionarios gubernamentales, talentosos todos, que fueron a universidades prestigiadas de los Estados Unidos, a recibir las luces de la potencia que gobernaba al mundo.

               EN LO OSCURITO, EL GRUPO TECNOCRÁTICO capitaneado por Carlos Salinas de Gortari, fue adueñándose del poder político y ya arriba, cambió totalmente los objetivos del partido de la Revolución para convertirnos en “un país del primer mundo”. Para eso, había que mandar los principios y objetivos de justicia social establecidos en los documentos básicos del priismo al carajo y hacernos una colonia estadounidense.

             Dentro del PRI, solo podían acceder a puestos importantes del gobierno y puestos de elección popular, los doctores egresados de Harvard, de Boston, de California, etc.  Que fueron los únicos, así como otros consentidos del grupo gobernante, los que llegaron al primer mundo.

            La clase política priista no dijo nada, pese a que fue hecha a un lado con cierto desprecio. Solo el líder de la CTM, Fidel Velázquez, de vez en cuando, lanzaba pullas al Presidente como aquélla frase dicha en un Congreso nacional cetemista, cuando Salinas había dicho que la situación de los obreros mexicanos era de lo mejor del mundo y tres días después a pregunta de los reporteros, don Fidel expresó: “Yo no soy nadie para desmentir al señor presidente. Al presidente lo desmienten los hechos”.

            LA MILITANCIA PRIISTA EMPEZO A SENTIR EL DESPRECIO de dirigentes y funcionarios. Solo servían para ser carne de mitin. Algún apasionado partidario del tricolor trabajaba como negro dentro del partido para alcanzar alguna candidatura y resulta que estas eran asignadas a familiares o amigos de los dirigentes.

             Así empezó la decadencia del PRI, hasta llegar a lo que actualmente están viviendo los ex dirigentes, dirigentes y militantes de ese partido. El desprecio de los electores, de los simpatizantes, de quienes creyeron en ellos y les fallaron.

             Ahora tienen una división interna difícil de resolver y un desprecio de los votantes, difícil de revertir.

Publicado en COLUMNAS

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