Columna | P U L S O    P O L I T I C O

            El paro nacional de mujeres realizado en México el día de ayer, fue algo inédito a nivel mundial. Nunca antes se había llevado a cabo en ningún país del mundo, un movimiento de esta magnitud y de esta naturaleza.

            Debemos reconocer que en muchas pequeñas o medianas ciudades, y en los pueblos, casi no hubo participación, pero las mujeres que en esos lugares residen, de una u otra forma estuvieron enteradas y celebraron, el paro de mujeres y las manifestaciones llevadas a cabo en los grandes centros de población, porque ya están hartas de la inseguridad, de los malos tratos y de la falta de reconocimiento a su participación en la vida política, económica y social de sus comunidades.

            Muchos negocios en Puebla, principalmente restaurantes, tuvieron que cerrar sus puertas por la ausencia de sus trabajadoras. Se suspendieron las clases y las oficinas de gobierno trabajaron con guardias, pues en su mayor parte las maestras y las empleadas, no asistieron. Tuvieron eso sí la comprensión de sus empleadores, que les pagaron el día, pese a no haberse presentado a trabajar.

           ¿Qué es lo que están demandando? ¿Porqué su enojo, porqué su protesta y sus airadas marchas? Porque desde los tiempos del gobierno panista de Chihuahua, empezaron los secuestros y asesinatos de trabajadoras de las maquiladoras de Ciudad Juárez, delitos que se extendieron por todo el país, principalmente en el gobierno de Felipe Calderón.

           Cientos, miles de mujeres han sido asesinadas en toda la geografía nacional, aparentemente por ser mujeres y no querer someterse ya a los dictados de los “machos mexicanos”.

           Esto ha sido un problema cultural, agravado por las difíciles condiciones económicas y sociales que padecen millones de mexicanos en todo el país.

           Se afirma que tan solo en lo que va del año, aquí en Puebla, se han cometido 41 asesinatos de mujeres, no todos tienen las características de “feminicidios” y son muy pocos los que se han aclarado y eso ha enojado no solo a las mujeres, sino a toda la sociedad mexicana.

             Es necesario aclarar, que la culpa no es del actual gobierno, como algunos partidos de oposición han pretendido hacer creer, sino del proceso de descomposición social, que se inició en los años ochenta, cuando se cambió el modelo económico surgido de la Revolución Mexicana, por otro ajeno a la realidad nacional. Se abandonó la política social, se aumentó la pobreza y la pobreza extrema y la riqueza se concentró en pocas manos.

           La desigualdad social y económica que padece el país, es producto de ese cambio de política, en la que el objetivo ya no es el bienestar de los connacionales, sino el acaparamiento de la riqueza y el derroche absurdo de esa riqueza (compra del avión presidencial, a nivel federal y construcciones como el CIS, el museo Barroco y la rueda de la fortuna, pasando por las ciclopistas en Puebla) Nada de todo eso era necesario, nada de eso resuelve problemas sociales del pueblo de México, nada de eso significa progreso o bienestar para las grandes mayorías.

            Las protestas masivas de estudiantes, las protestas masivas de mujeres, la inseguridad y la violencia, los asesinatos que parecen no tener fin, los secuestros, los robos de combustible, los cobros de piso, los asaltos en carreteras a trailers  y camiones de carga, los asaltos a trenes de carga, todo eso y más, tienen un origen común: el cambio de modelo económico.

            Y ese mismo cambio, que se hizo en Chile, en Brasil, en Ecuador y en otros países latinoamericanos, están provocando estallidos de descontento, de violencia popular, de protestas, etc.

            Hay que tener en cuenta, a nivel nacional y estatal, lo que dijo el pasado jueves el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta a la comisión de estudiantes que encabezó la enorme protesta que alumnos de todas las universidades hicieron: “No pierdan de vista, que estamos desmontando un régimen corrupto, que nos dejó muchos problemas”.

            El asunto es que los ciudadanos ya están cansados de esperar. Saben de la enorme corrupción, de la descomposición social que provocan los malos gobiernos, del despilfarro que desde hace años se hacía de los dineros públicos, pero ya perdieron la paciencia y exigen soluciones rápidas.

           Don Roberto Bravo Rodríguez, es un migrante de la mixteca poblana, que reside en Los Angeles, California, donde tiene un liderazgo que se ha ganado a pulso, ayudando a sus paisanos en problemas que se les presentan y buscando organizarlos para mejorar sus condiciones de vida, regularizando su situación legal en aquél país.

             Nos cuenta que la comunidad poblana en California, ya supera los 800 mil habitantes, ligeramente superior a la reside en Nueva York, que se llegó a conocer como “Puebla York”.

             Los migrantes que viven en California, son propietarios de la Casa Puebla California, es decir, no pagan renta, sin embargo confrontan una serie de problemas, de los que les platicaremos mañana, porque el actual gobierno del Estado no les ha hecho ningún caso y no saben si serán apoyados o ya no, en el futuro.

             No reclaman nada a las autoridades estatales, pero siempre hemos trabajado conjuntamente y no lo estamos haciendo así. Acaba de renunciar el director de Casa Puebla, en Los Angeles, Erick Hernández y la directora de Atención  Migrantes, Etziel Romero Morales, o no puede o no quiere atenderlos. Bueno, pero mañana les platicaremos de eso.

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