Columna | P U L S O    P O L I T I C O

             El fallecimiento, el pasado martes 15 de octubre, del arquitecto Jaime Aguilar Alvarez, fue muy sentido en el medio político priísta, donde era ampliamente conocido por haberse desempeñado en Puebla, como uno de los mejores delegados del comité nacional de ese partido.

              Llegó para preparar el camino al licenciado Manuel Bartlett Díaz, rumbo a la gubernatura del Estado. en 1992 y su presencia se hizo sentir de inmediato.  

             Junto con otros políticos destacados, como don Mario Vargas Saldaña y don Eladio Ramírez,  que dejaron huella en Puebla, como delegados nacionales de su partido, son recordados siempre con afecto o sin él, pero reconociendo siempre su capacidad política y su sentido de la equidad.

              Los tres fueron formadores de jóvenes con aspiraciones políticas; los tres dejaron también resentimientos entre quienes se quisieron pasar de listos y tuvieron que ser frenados. Eran hombres de carácter, que prestigiaron a su partido en diversas épocas por la equidad con la que tomaban sus resoluciones en la designación de candidatos.

           El arquitecto Aguilar Alvarez, era de origen tlaxcalteca y representó a su estado natal en varias ocasiones como diputado federal. Tenía parentesco con la señora Gloria Alvarez, ya fallecida, ex esposa del licenciado Bartlett y según supimos, tuvo diferencias con el ahora ex presidente de la república, Enrique Peña Nieto, cuando siendo delegado del comité nacional del PRI en el estado de México, Peña Nieto era dirigente juvenil de su partido. Parece que esas diferencias persistieron durante el periodo peñanietista. Descanse en paz.

            La caballada para ocupar la presidencia estatal del partido Morena, está gorda en número, pues son siete los aspirantes, pero no todos tienen los méritos o las características necesarias para lograr su aspiración.

            De los seis que se mencionan, los más conocidos son: Mario Bracamontes, Abraham Quiroz, Alejandro Carvajal y Edgar Garmendia.

            Los menos conocidos son Eduardo Gandur, Jorge Iván Camacho y Pablo Salazar.

             Nos dicen que los siete han tenido trabajo partidista, unos más y otros menos, pero aun entre los militantes de Morena, algunos de ellos son poco conocidos.

              Un dirigente partidista tiene que tener liderazgo, poder de convencimiento, trato con la gente, es decir, tener sensibilidad política y social. Sin esas características no pueden llenar los requisitos, sobre todo porque el partido que esperan liderar,  llegó al poder casi total en el país, cuando apenas empieza su conformación como partido.

             Los problemas a que se enfrentarán para lograr hacer del Movimiento, un verdadero partido, son numerosos y no fáciles de resolver.

              Estamos viendo las dificultades que a nivel nacional confronta Morena, para organizar y llevar a cabo su asamblea nacional para elegir a quienes dirigirán nacionalmente a ese partido.

              Por fortuna, para los morenistas, ya solo quedan dos aspirante a dirigir nacionalmente a ese partido: Yeidckol Polevnsky y Mario Delgado, el coordinador de su partido en la Cámara de Diputados, pues Bertha Lujan, no puede reelegirse como consejera y por lo tanto, quedó fuera de la jugada.

             ¿Porqué es importante para Morena, constituirse cuanto antes como un verdadero partido político? Para que no se le cuelen personajes como Felipe Padjane, el presidente municipal de Tehuacán, el segundo municipio en importancia del Estado.

              El señor Padjane, según nos comentan algunos tehuacaneros, era panista del grupo morenovallista y al frente de la presidencia municipal, está actuando como lo que políticamente es y no como “morenista”,

               Hay personajes del PAN, como el presidente municipal de Atlixco, don Guillermo Velásquez, que desempañan un buen trabajo y merecen los elogios del gobernante poblano, morenista, Miguel Barbosa Huerta quien lo elogia por su buen desempeño aunque milite en un partido adversario de Morena.

                  Esa es una de las diferencias entre el régimen que se fue y el que llegó, que saben reconocer a quien lo hace bien y criticar a quien lo hace mal, aunque el primero proceda de un partido adversario y el segundo supuestamente milite en Morena.

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