Domingo, 09 Noviembre 2025 20:43

Jesús es el templo de Dios

Artículo | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

LA VIDA NO ES UN PUESTO DE VENTA, SINO DE DONACIÓN: Florecemos como caminantes de un recinto sagrado, transeúntes de un tabernáculo divino, viandantes de un níveo paraíso de amor, que hemos de descubrir como edén y no encubrirlo como mercado. Los hijos del amor, al ser piedras vivas del templo espiritual que es la Iglesia, no son vendedores de nada, son la pulsación desprendida que glorifica a Dios. Aún hoy, sigue habiendo mercaderes que profanan con todo tipo de abusos, existencias que son sagradas. 


I.- SOMOS LA CASA QUE DIOS EDIFICA 

Cada cual, con su don divino, 
labora sus propios cimientos, 
cultiva sus nativas corrientes, 
alienta y replantea sus modos, 
maneras y estilos de asentarse. 

Conforme a la gracia de Dios, 
uno se reaviva y se robustece, 
se reconstruye cada amanecer, 
y se afianza en el deseo de ser:
más que para sí, para el ajeno.

En cada cuerpo habita el alma,  
pero nadie es nada sin el otro, 
santuario celestial de miradas, 
que nos calman y nos colman,
de abecedarios que nos alzan. 

II.- NUESTRO INTERIOR ES DE DIOS 

Al Señor me acojo en piedad, 
para acogerme y recogerme,
liviano de equipaje y seguro, 
a la espera de crecer en amor,
para poder querer sin reserva.

No hay vida sin apego al sol, 
como tampoco hay simpatía, 
sin vínculo de transparencia, 
porque en la morada de Dios, 
todo se acopla con luminaria. 

Reaparezca el verso que soy, 
refleje el aliento su placidez,
irradie los frutos su entereza, 
manifieste el gozo su sosiego, 
el brío de la belleza celestial. 

III.- QUÉDATE CON NOSOTROS, SEÑOR 

Puesta en Jesús nuestra fibra,
sembremos nuestros anhelos, 
impulsemos nuestra llamada, 
la de penitentes en penitencia, 
para corregirse y enmendarse. 

Bajo la cruz de cada jornada, 
todo se esclarece con Cristo, 
sólo hay que seguir sus pasos, 
levantar la vista y escucharle, 
para descubrir la fuerza santa. 

Que ninguno se venga abajo, 
por muy dura que sea la vida: 
Ora y brega en ánimo orante,  
que Dios siempre nos atiende,
y entiende nuestros desvelos. 

Víctor CORCOBA HERRERO
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Publicado en COLUMNAS

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