Martes, 27 Noviembre 2018 17:10

Termina la era priísta (I)

Columna | P U L S O   P O L I T I C O

       El sistema priísta, que gobernó a este país en forma total casi durante un siglo, termina en tres días su larga historia en la que tuvo grandes logros y grandes fracasos y que en los años ochenta fue sustituido por el sistema neoliberal, implantado en México por un grupo de tecnócratas egresados de famosas universidades gringas y que capitaneaba Carlos Salinas de Gortari.

        Su época más brillante fue la cardenista que se inició en los años treinta y culminó en los años sesenta, en la que se crearon las instituciones y se realizaron los proyectos más importantes y trascendentes de esa época.

        La lucha armada iniciada en 1910, culminó en 1921 con el Congreso Constituyente de Querétaro, que expidió la Constitución que con numerosas reformas, aun nos rige.

        A la lucha armada que terminó con la dictadura porfirista se deben los avances de que ahora disfrutamos, pero también los graves problemas que aun padecemos: La Ley Federal del Trabajo, que hizo justicia a la clase obrera de México, aun incipiente en ese tiempo; la ley agraria, que permitió el reparto de la tierra, aunque no se concretó en un avance real del campesinado mexicano, que sigue padeciendo carencias de todo tipo y al que a veces se olvida y se margina.

         Pero la Revolución hecha gobierno, es creadora, en nuestro país, de una clase media pujante que es la que ahora predomina en las grandes y medianas ciudades.

         Ello fue posible, gracias al impulso que los gobiernos surgidos del ahora Partido Revolucionario Institucional, dieron a la educación popular.

         Durante el porfiriato eran pocos los mexicanos que sabían leer y escribir. Los gobiernos revolucionarios no solo impulsaron las escuelas primarias, sino que crearon el sistema de preescolar, el sistema de escuelas secundarias, de preparatorias y de escuelas normales para la formación de maestros y de universidades públicas para la preparación de profesionales de diversas especialidades.

          Fue un sistema educativo laico y gratuito, que permitió a los hijos de los obreros, de los campesinos y de las clases medias populares, tener acceso a la educación media y superior.

          La educación, más que otra cosa, fue la que hizo avanzar al país en todos sentidos.

          La creación de la Secretaría de Salubridad y Asistencia y las campañas de vacunación, libraron a la población de epidemias muy frecuentes, de enfermedades que afectaban principalmente a los niños, como sarampión, viruela, tosferina y otras.

         Vino después, ya con Manuel Avila Camacho en el poder, la creación del Instituto Mexicano del Seguro Social y más tarde del ISSSTE destinado a atender a maestros y empleados del gobierno.

          Con Echeverría, se creó el Infonavit, con el que se ha resuelto el problema de la vivienda popular de millones de familias de recursos medios y bajos.

          En esos tiempos el partido surgido de la Revolución, todavía cumplía con uno sus objetivos básicos: el lograr que los mexicanos mejoraran sus condiciones de vida, mediante gobiernos preocupados por la llamada justicia social.

         Pero eso acabó en los años ochenta cuando el grupo de tecnócratas de Salinas llegó al poder. Fue puesto en la presidencia de la república, el señor Miguel de la Madrid, como primer paso para cambiar el sistema revolucionario y nacionalista que había prevalecido durante muchos años y después, ya con Salinas en el poder, se dio el paso definitivo para acabar con la política de justicia social y se implantó el llamado neoliberalismo, ideado por Margaret Teacher y Donald Reagan, primera ministra de Inglaterra y presidente de Estados Unidos, respectivamente.

           Sin decir “agua va”, el salinismo echó al vote de la basura los principios básicos del PRI, su sistema económico de justicia social, incluso la misma historia del país que empezó por eliminarse del discurso oficial, para sustituirse por referencias a la política de libre mercado y a la necesidad de adelgazar al “estado obeso”, cediendo importantes sectores de la economía, al sector privado, pues el gobierno solo se encargaría de regular las actividades económicas de los particulares.

          El neoliberalismo acabó por volver a privatizar la industria petrolera y la industria eléctrica, que en muchos países capitalistas siguen perteneciendo al Estado, por razones estratégicas.

         Las políticas aplicadas por los doctores de Harvard, no fueron del agrado ni de los priístas, que en tiempos del presidente Ernesto Zedillo, intentaron una rebelión que fue sofocada mediante la designación de un candidato presidencial, que no tenía nada que ver con la tecnocracia y que fue derrotado por el candidato del PAN, un ranchero de Guanajuato, admirador de los cristeros de los años 20, guadalupano y exitoso vendedor de Cocacola. Vicente Fox se llamaba quien gobernó en pareja con su esposa Marta Sahgún.

           Luego hubo otro gobierno panista, el de Felipe Calderón, que en campaña dijo que sería el presidente del empleo, debido a que el desempleo fue enorme con Fox, pero no mejoró nada con Calderón que fue el iniciador de la llamada “guerra contra el narcotráfico”, que aun padecemos.

           Después de esos dos sexenios panistas, en los que nuestro avance económico llegó a ser inferior al de Haití, regresó por inercia al poder, el Partido Revolucionario Institucional.

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Columna | P U L S O    P O L I T I C O

       El proceso electoral en el que estamos inmiscuidos en México, nos ha servido, este, como ningún otro, para valorar a nuestros políticos, como seres humanos y como militantes de algún partido y en la mayoría de los casos, nos han decepcionado.

       El mayor número de quienes aspiran a un cargo público de elección popular, carecen de espíritu de servicio, no tienen sensibilidad social y están ayunos de oficio político. Es decir, no tienen nada para aspirar al cargo público al que aspiran. Estamos hablando de un alto porcentaje de ellos, no de todos.

       Hacen mayoría los oportunistas que buscan una posición política importante para  hacer fácilmente una fortuna económica y ejercer el poder a su antojo.

       Ahora se enfrentarán a un problema: ya hay muchos ciudadanos enojados, realmente irritados por la forma en que este país ha sido conducido en los últimos treinta años.

        Desde nuestra inclusión al sistema neoliberal, han crecido en México, la pobreza, la desigualdad, la ignorancia y lógicamente, la delincuencia organizada o desorganizada, pero este fenómeno va en constante crecimiento.

         Antes del neoliberalismo traído a nuestro país por el grupo de tecnócratas “geniales” capitaneados por Carlos Salinas de Gortari y su grupo de doctores de Harvard, el país caminaba por la ruta que se decía, había sido marcada por el movimiento revolucionario de 1910, una ruta en la que prevalecía el nacionalismo revolucionario y por la cual lográbamos  avances, tal vez moderados, pero avances.

          Nuestra política exterior, era una de las más respetadas a nivel mundial y nuestra política interior, era modelo para todos los países de América Latina, que aspiraban a ser exitosos imitándonos.

          Pero varios funcionarios de los gobiernos priístas, como ahora el candidato del PAN-PRD, Ricardo Anaya, mandaron a sus hijos, (estos ya grandecitos y no niños de primaria como los hijos de don Ricardo) a estudiar a los Estados Unidos, para hacer algún postgrado (las carreras de moda eran las económicas) y conocer otra cultura. Los hijos de don Ricardo fueron enviados a Atlanta, para aprender inglés y conocer otra cultura, pero siendo unos niños  lo único que podría lograr, era formar a unos gringuitos del tipo soñadores, que llegan niños al país del norte y luego ya no quieren volver a México, porque no solo conocen otra cultura, sino que ya no quieren salir de ella.

          Y esos jóvenes, que fueron exitosos en sus estudios de doctorado, volvieron a México para querer trasformarlo todo. Para hacernos un país de primer mundo, como en el que habían vivido. Aquí todo les parecía mal y empezaron a demoler el sistema en el que habíamos vivido desde la época de Lázaro Cárdenas, que fue el gran transformador de este país en la época post-revolucionaria.

             Los años vividos en los Estados Unidos, en los ambientes de las grandes universidades sajonas, los hicieron olvidar nuestro proceso histórico y nuestra realidad que mucho se diferencia de la de nuestros vecinos y así las cosas, impusieron el nuevo modelo a raja tabla y el resultado ha sido catastrófico.

            Ayer, el diario de la ciudad de México, “El Universal” publica en su primera plana una nota cuya cabeza dice: “México, en su peor nivel de competitividad en la historia” y luego continúa: “corrupción, inseguridad, educación y fuga de cerebros llevan al país a ubicarse en el sótano del ranking”.

           Explica que el país, según el instituto suizo que mide la competitividad, está en la peor situación que ha tenido desde hace 21 años en que México se incorporó a dicha evaluación.

           La economía nacional retrocedió tres posiciones en esta edición, respecto a 2017, afectada por los problemas de corrupción, inseguridad, falta de transparencia, educación y fuga de cerebros.

          El alto funcionario del instituto suizo de evaluación que entrevisto Ivette Saldaña, dijo que los principales retos para nuestro país son: mejorar el ambiente de negocios a través de una mayor eficiencia en la impartición de justicia y de seguridad pública. México debe continuar las reformas estructurales de educación y energía e incrementar las tasas de crecimiento entre 3 y 4 por ciento.

          Los países más competitivos en el 2018, fueron Estados Unidos, Hong Kong y Singapur. México cayó al lugar 51 de 63 países, el más bajo sitio que ha ocupado en los 21 años de ser evaluado.

         Con tan graves problemas que tenemos en el territorio nacional, es una lástimas que nuestros políticos pierdan un tiempo precioso en lanzarse ataques personales, en vez de analizar con los ciudadanos la problemática nacional y plantear soluciones. 

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Jueves, 30 Noviembre 2017 21:07

¡Una nueva constitución o pacto para Mexico!

Estamos entrando de lleno en una época preelectoral, tiempo en que, los políticos de todos los partidos y corrientes ideológicas empiezan a diseñar estrategias en búsqueda de nuestro voto, con la firme intención, según ellos, de sacar a México de los grandes problemas en que se encuentra y de hacer creer a los ciudadanos, que es posible un cambio de rumbo del país, que beneficie a la mayoría y no sólo a los grupos empresariales que por décadas se han enriquecido a costa de la explotación de los trabajadores y con el apoyo de un estado neoliberal, que se ha traducido en convertir a México en uno de las naciones más desiguales del mundo..

De todos ellos, populistas, tecnócratas, neoliberales, de derecha, de izquierda o de más a la izquierda, escuchamos que tienen la fórmula para acabar con toda la problemática social, económica, política y jurídica que está lacerando poderosamente el constructo social mexicano y prometen que en manos de ellos alcanzaremos el tan anhelado desarrollo nacional. Que meterán a la cárcel a todos los corruptos, que acabarán con el narcotráfico, que la desigualdad social pasara a formar parte de la historia, en fin, promesas sexenales que todos conocemos y que con el tiempo, como ha ocurrido quedarán en el olvido. Muchos de estos personajes que han brincado de un partido a otro, o de una posición de diputados a senadores, confían en la falta de memoria de los electores, es decir, que aún y cuando con su respaldo aprobaron leyes o aumentos de impuestos afectando a millones de mexicanos, como los gasolinazos; ello ya quedó atrás y con la cara muy lavada esperan recibir de nuevo el voto de sus representados.

Sin embargo, la fórmula mágica que hará posible el milagro prometido, solo ellos la conocen y la aplicaran sólo en caso de resultar vencedores en el proceso electoral, claro, recordemos que un político, no da nada, a cambio de nada.

Esperar una propuesta congruente, estudiada, metódica y sobre todo sensible de la realidad social, económica política y jurídica del estado mexicano, sin condicionar, solo podía venir de alguien que no fuera político.

Pues bien, dicha propuesta proviene de la academia, del sector intelectual, que realiza investigaciones y se auxilia de todas las ramas de la ciencia del Derecho para aportar alternativas de solución congruentes.

Se trata de una propuesta de una Nueva Constitución Política para México, de un Nuevo Pacto Social, realizada por el Congreso Constituyente Ciudadano, quien trabajó arduamente, con recursos propios durante un año, de febrero de 2016 a febrero de 2017, realizando congresos y mesas de trabajo con universidades, instituciones de educación superior, instituciones sedes, organizaciones sociales, de profesionistas, empresariales, agrarias, sindicales, organizaciones no gubernamentales y demás expresiones de la sociedad de veintiún estados de la república.

Pues bien, el resultado de ese arduo trabajo, trajo consigo el nacimiento de un instrumento académico-social, cuyo objetivo es, enfrentar y resolver los graves problemas del desorden nacional, a partir de un nuevo pacto social, con el que se pretende combatir los retrocesos y contradicciones que ha generado un orden jurídico nutrido pero lento, con instituciones ineficientes y rebasadas, que además, permita erradicar el aumento de la inseguridad, la delincuencia, la corrupción, la impunidad y la complicidad en el robo permanente de nuestros recursos con el consecuente incremento de la pobreza, el desempleo y la delincuencia.

Teniendo como base el análisis histórico sociológico de cada disposición constitucional, se propone, lograr identidad nacional fuerza republicana, participación ciudadana y congruencia del nombre usual de nuestro país con el nombre de México. Precisar el rumbo del país al incluir en el capítulo primero del título primero los fines del Estado Mexicano. Lograr la observancia de todos los derechos humanos fundamentales; dejando atrás la imprecisión de estos derechos. Avanzar en la consolidación del Estado de derecho republicano, democrático, representativo laico popular, incluyente, y de participación ciudadana. Resolver por sus causas el grave problema de la inseguridad; la drogadicción, el narcotráfico la delincuencia, la impunidad y la inseguridad, mediante los nuevos instrumentos planteados por este novedoso instrumento.

Como podemos observar nos encontramos ante una propuesta ciudadana que bien valdría la pena poner al escrutinio de los mexicanos y decidir sobre su aprobación y aplicación, sin embargo, esta tarea es igualmente difícil, pero a pesar de ello, el Dr. Luis Ponce de León Armenta, uno de los principales artífices de esta propuesta, la está llevando por toda la república, en su lucha por alcanzar los apoyos necesarios como base de su candidatura independiente a la presidencia de nuestro país, en un esfuerzo por brindar al electorado una verdadera alternativa de elección dentro del proceso electoral venidero. Incluso proponiendo sea retomada por otras fuerzas políticas y candidatos, que aún y cuando se perfilan para contender por esta posición, a la fecha no han presentado un propuesta de como resolverán la situación tan crítica del país. Por ello, miles de universitarios están desde ahora dándole su apoyo, porque es el único que tiene una propuesta clara y sería para cambiar realmente el rumbo de México. 

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