Columna | P U L S O   P O L I T I C O

         Con el informe de resultados que sobre su trabajo al frente del DIF rindió ayer la presidenta de dicho organismo, señora Dinorah López de Gali Fayad, culmina una etapa corta, pero intensa de trabajo social que constituyó un apoyo eficaz para familias que creían haberlo perdido todo; para personas que han sufrido abandono a quienes se ha brindado protección; a quienes vivían en la desesperanza y necesitaban una mano amiga que les infundiera fuerza, ilusión y optimismo.

         Un trabajo realizado con dedicación y eficiencia en beneficio de quienes requieren ayuda en todos sentidos.

          Pero más que los logros materiales que fueron alcanzados en veinte meses de la actual administración, que son importantes, lo que hay que destacar, es la buena imagen que la señora López de Gali, deja en la ciudadanía de toda la entidad poblana.

          Su discreción, su permanente sonrisa, su carácter amable, amigable con todos, el interés mostrado por resolver los graves problemas a los que muchas familias se enfrentan en estos tiempos, contribuyeron en mucho a dar al gobierno ejercido por su esposo en este corto periodo, una imagen humanista, cordial, que contribuyó a que los últimos veinte meses, haya disminuido la tensión social que se observaba en todos los sectores de la población.

            Lo que muchos todavía no alcanzan a entender, es que el arribo de Morena y de Andrés Manuel López Obrador al poder, no constituye un simple cambio de gobierno, sino un cambio de régimen.

           Fue un cambio alcanzado por la vía democrática y no armada, pero para el caso es lo mismo. El sistema priísta se acaba el día último de noviembre. A partir del primero de diciembre, el PRI habrá pasado a la historia, con todas sus virtudes, que fueron muchas sobre todo en las décadas de los treinta, cuarenta y cincuenta y gran parte de los sesenta. Todavía en los setenta y ochenta, logró importantes avances para el país.

          Pero a partir de la instauración del neoliberalismo del grupo de tecnócratas que encabezó Carlos Salinas de Gortari, empezó la debacle, al ser abandonados los principios del partido tricolor, en aras de un desarrollo económico que ha beneficiado a los ricos y poderosos y no a las clases medias, a obreros y campesinos, que empezaron a perder mucho de lo que habían ganado en los años en los que el PRI todavía tenía arrestos revolucionarios, nacionalistas y de justicia social.

           Los problemas del país ahora son muchos y su solución parece no ser nada fácil. Se requiere un cambio radical en las altas esferas del gobierno, para poderles hacer frente con éxito.

           El pueblo mexicano así lo entendió y por eso se volcó a las urnas para llevar al poder a quienes ofrecían eso precisamente, un cambio de régimen, no de gobierno.

           Este régimen está obligado a hacer también cambios radicales, pues si no se hacen así, fracasará como fracasó Francisco I. Madero, por su interés en no romper la unidad nacional y condescender con la mafia del poder de esa época, que acabó asesinándolo, a él y al vicepresidente.

           Los cambios deben ser radicales pero hechos con inteligencia, cuidando de no provocar daños a la población más necesitada de apoyo.

           Andrés Manuel López Obrador, es un gobernante comprometido con el pueblo de México que cuenta con el respaldo de los sectores mayoritarios del país y que sabe negociar con los grupos minoritarios.

           Pero tiene en los diversos niveles de gobierno, a personajes que en vez de ayudarlo lo perjudicarán, pues actúan con notable desatino, con ineficiencia extrema. Están ensoberbecidos de poder y no se dan cuenta del daño que hacen al todavía presidente electo, actuando sin sensibilidad política, sin sensibilidad social y con un engreimiento que enoja a los mismos partidarios de Morena.

        Andrés Manuel López Obrador, cumplió el pasado martes 65 años de edad y los diputados de Morena hicieron un alboroto para festejar tal acontecimiento, que enojó a las bancadas opositoras sobre todo a la del PAN, que iniciaron un escándalo que hizo que Porfirio Muñoz Ledo, el líder de la Cámara de Diputados, suspendiera la sesión, advirtiendo que el lugar estaba destinado para legislar y no para concurso de gritos.

           Los morenistas cantaron las mañanitas, muy desentonadas por cierto y no pararon de gritar, igual que los panistas que exhibieron una gran lona afirmando que López Obrador era un dictador.

           En los tiempos del priísmo todopoderoso, también se festejó con canto de las mañanitas y con vivas al presidente Miguel de la Madrid y no pasó nada. Claro, los tiempos eran otros y la oposición tenía un comportamiento más civilizado, tal vez por no haber probado nunca las mieles del poder.

          Quien armó el festejo por el cumpleaños de don Miguel de la Madrid, fue el presidente del Congreso de ese entonces, don Luis M. Farías, considerado uno de los priístas más destacados de la época.

         Con todo lo que está pasando se hace evidente la necesidad de hacer del Movimiento de Regeneración Nacional, un verdadero partido político. Si eso no se hace, se corre el peligro de un derrumbe al final del sexenio o tal vez antes.

Publicado en COLUMNAS

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