Columna | SIN LÍMITES

• La prestigiosa revista analiza varios casos y habla de la memoria de la Tierra

Seguramente usted conoce el Instituto Smithsoniano, en inglés Smithsonian Institution, un centro de educación e investigación de renombre, que posee además 19 museos, nueve centros de investigación y un zoológico. Lo administra y financia el Gobierno de los Estados Unidos, además de las donaciones que recibe.

Sus instalaciones están en Washington, EU, y el Smithsoniano publica dos revistas: Smithsonian Magazine y Air & Space.

Pues bien, en par de artículos, uno firmado por Colin Schultz en 2013, referenciado por el diario The New York Times, a propósito del terremoto del 19 de septiembre pasado en México, relaciona la presencia de los huracanes con los terremotos.

El título es sugerente: Los huracanes pueden causar terremotos. El texto dice en su parte medular: “En agosto de 2011, el terremoto de Virginia sacudió la costa este. Días después, el huracán Irene podría haber causado más terremotos.

“El 23 de agosto de 2011  un terremoto de magnitud  5.8 grados golpeó a Virginia. El temblor agrietó el monumento a Washington, derribó parte de la Catedral y sacudió a un tercio de la población estadounidense. Esa semana, el huracán Irene se trasladó a la región, causó graves daños, derribó árboles y según una nueva investigación presentada en la reunión de la Sociedad Sismológica de América, dice la revista Nature, provocando pequeños terremotos por una falla que se rompió.

“La tasa de réplicas suele disminuir con el tiempo, dice el líder del estudio Zhigang Peng, un sismólogo del Instituto de Tecnología de Georgia en Atlanta. Pero en lugar de disminuir en un patrón normal, la tasa de réplicas después del 23 de agosto de 2011, el terremoto de Mineral, Virginia, aumentó bruscamente a medida que Irene pasaba.

“Los huracanes son conocidos por producir fuertes ondas sísmicas por sí solos. De hecho, dice el blog de Smithsonian Surprising Science, el huracán generó sacudidas sísmicas tan lejos hasta Seattle. Pero las ondas sísmicas desencadenadas por huracanes fueron réplicas reales.

"Peng dijo que los científicos no notaron inicialmente el patrón inusual, porque las réplicas eran pequeñas (muchas debajo de la magnitud 2) y el propio huracán produjo mucho ruido sísmico. Sin embargo, un análisis cuidadoso de los datos reveló que la actividad de la réplica en realidad se elevó alrededor del momento del paso del huracán.

“Los científicos, dice Nature, argumentan que una disminución de la presión causada por el viaje de la tormenta por la costa este podría haber reducido las fuerzas suficientes para permitir que la falla se deslice.

“Las réplicas desencadenadas por Irene podrían haber ocurrido porque el sistema de fallas que se había roto en Virginia tiene memoria, es decir, el hecho de que se deslizó tan recientemente hace que sea más fácil para que lo haga de nuevo. La idea de un sistema natural con memoria es cada vez más importante para los científicos que tratan de entender los desastres naturales. La idea es importante para el campo de la ciencia de la complejidad. En una entrevista con Surjalal Sharma, el astrónomo de la Universidad de Maryland explica esta idea de la memoria:

"La memoria es, esencialmente, una correlación en el tiempo o el espacio. Mi memoria de acontecimientos pasados afecta lo que hago ahora; que es de largo alcance o la correlación a largo plazo. El agrupamiento o agrupamiento de eventos es, como lo entendemos, debido a la memoria de los eventos en un sistema. Es decir, una secuencia de desastres naturales puede no ser sólo una coincidencia.  Si miramos los datos de inundaciones, terremotos o tormentas solares, vemos como son sus distribuciones. Esto indica que estos no son eventos aleatorios. Más bien, estos sistemas tienen memoria a largo plazo”.

Otro artículo del Magazine Smithsonian se tituló: “El huracán Sandy generó sacudidas sísmicas  lejanas hasta Seattle”. Este huracán entró en 2012 a la Costa este de Estados Unidos y provocó sismos hasta Seattle. Aquí se menciona que la fuerza del huracán Katrina que azotó Nueva Orleans en 2005 causó efectos sísmicos que llegaron hasta California. En conclusión asegura que los super huracanes causan ondas sísmicas en tierra de largo alcance.

Los artículos de marras están escritos en inglés y llenos de tecnicismos. Pero el punto de vista es interesante dada la magnitud de los últimos huracanes Harvey, Irma y actualmente María y la relación con los terremotos registrados en México.

Serán los científicos los que resuelvan estas relaciones entre huracanes y temblores. A este paso, como decía la abuelita de un viejo político poblano, “que Dios nos agarre confesados”.

Si tiene usted alguna duda, los enlaces o links con el Magazine Smithsonian son: http://www.smithsonianmag.com/smart-news/hurricanes-may-cause-earthquakes-38447485/#zpTu32VgmyT2ryv0.99

http://www.smithsonianmag.com/science-nature/hurricane-sandy-generated-seismic-shaking-as-far-away-as-seattle-25993081/

En fin, como escribió Jaime Sabines (México, 1926-1999) en su poema Me Encanta Dios:

Me encanta Dios.
Es un viejo magnífico que no se toma en serio.
A él le gusta jugar y juega,
y a veces se le pasa la mano
y nos rompe una pierna
o nos aplasta definitivamente.
Pero esto sucede porque es un poco cegatón
y bastante torpe con las manos.

Dicen que a veces se enfurece
y hace terremotos, y manda tormentas,
caudales de fuego,
vientos desatados,
aguas alevosas,
castigos y desastres.
Pero esto es mentira.
Es la tierra que cambia
-y se agita y crece-
cuando Dios se aleja.
A mí me gusta,
 a mí me encanta Dios.
Que Dios bendiga a Dios.

Correo | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Publicado en COLUMNAS
Miércoles, 20 Septiembre 2017 17:15

Nada dura por siempre

Artículo | Algo Más Que Palabras
  
    A pesar de los muchos enfrentamientos que nos dividen, puesto que los conflictos parecen propagarse y los desastres naturales, como terremotos y huracanes, tampoco dejan de sorprendernos, siempre hay motivos para abrirse a la esperanza y trabajar unidos por un futuro mejor. Ciertamente, se detecta una mayor solidaridad, no sólo por parte de las instituciones, sino también por los mismos ciudadanos, dispuestos a prestar apoyo ante las adversidades. Lo que consuela es la prontitud del auxilio, la rápida intervención de las poblaciones al poner en movimiento las energías conjuntas. Estas acciones, verdaderamente, nos ennoblecen al manifestar lo mejor de sí mismos ante el sufrimiento.

Evitemos el dolor. Podemos hacerlo. Nadie me negará, que hoy más que nunca se requiere de esa movilización masiva de ayudas humanitarias. La gente sufre y está agriada de la multitud de sinsabores. Muchos no pueden más. La tensión les puede. Hace falta amainar los vientos para que no sigan con su cúmulo de desastres. La radicalización y los discursos de odio han de cesar con otras políticas más poéticas, más cooperantes, más auténticas, más de servicio y de generosidad hacia toda vida humana, por insignificante que nos parezca. Es cierto. Nada dura por siempre. Es menester, por tanto, activar los abrazos cuando menos para dar aliento, ante los muchos problemas que nos acorralan y nos dejan sin aire.

    Las propias dificultades son situaciones que se nos presentan para demostrar lo que se ama. Téngase en cuenta que nada es eterno. Todo se modifica, ni siquiera uno es lo que era ayer. Por nuestra historia, sabemos, que una humanidad avanza solidariamente en la medida que se asiste armónicamente, que afronta los escenarios conjuntamente  y coopera para salir de los problemas reales. Pongamos esto en valor. Hemos de volver a ese espíritu de comunidad, con una visión más ética de toda actividad y de las propias relaciones humanas. Sin duda, necesitamos de otros caminos más coherentes con ese espíritu solidario y de unidad que manifiestan los principios de la Carta de las Naciones Unidas.

    Nuestro mundo tiene contrariedades que deberemos atajar entre todos, desde el respeto y la consideración mutua hacia todas las culturas, fomentando la reconciliación y favoreciendo un desarrollo más humano, donde impere la observancia del derecho y el amor por la verdad. Ya está bien de tantas falsedades e hipocresías. Todo tiene solución, menos mal. No hay nada permanente en este malvado entorno de pedestales. Es cuestión de ponerse manos a la obra, de solidarizarse y de repensar en otros estilos existenciales más generosos con aquellos que se hallan en una condición de necesidad. Si en verdad consolidásemos una actitud de servicio, de compartir fraterno, inspirado en el verdadero amor a la vida, todo sería más fácil, activaríamos al menos la concordia social de ser uno para todos y todos para cada uno.

    De todos modos, ojalá impulsemos otro modo de ser y de vivir que parta del amor, que mane del corazón del ser humano, sabiendo que todos tenemos miserias que nos impiden reencontrarnos. En parte nada dura para siempre, por esa innata intuición de abrirnos a los demás. Lo fundamental radica en ser puentes, que promuevan la paz y la solidaridad, entre espacios enfrentados. Los pueblos han de acompañarse unos a otros. En cualquier caso, hemos de estar juntos siempre, despojados de todo cinismo. Pongámonos en acción como seres pensantes, sin obviar, que la defensa de los derechos humanos, nuestro mayor tesoro, nos pide menos literatura y más escenario real. Al fin y al cabo, el futuro depende, en gran parte, de la familia humana, que es la realmente protagonista de la construcción o destrucción de si misma. Por eso, mi lenguaje también es el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir amando y con idénticas posibilidades en la entrega.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Publicado en COLUMNAS

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos