Columna | P u l s o    P o l i t i c o

             Nos dice un amigo: “Cada día que pasa y leo los periódicos, veo los noticieros de televisión o escucho los de radio, me convenzo más de que estamos al borde de un desastre en este país. No creo que nadie, ni los partidos ni los políticos, puedan explicar lo que esta pasando”.

             Y en forma similar se expresan otros ciudadanos dedicados a diversas tareas a diversas profesiones para vivir.

              Y es que estamos viviendo situaciones inéditas en lo concerniente a la política nacional.

               Desde que nos metimos o nos metieron a eso de la democracia electoral, pareciera que todo se descompuso. En el 2000, Vicente Fox, el panista que anunció que su intención era sacar al PRI de Los Pinos e introdujo a la política nacional algo que no conocíamos, como la llamada “guerra sucia”, empezamos a ver cosas que antes no habíamos visto.

               Hubo situaciones desconcertantes, como eso de que los panistas eran acérrimos enemigos de la lidereza del magisterio nacional y esta, doña Elba Esther Gordillo, se convirtió en gran amiga y aliada del panismo, a través de la “señora Marta”, la esposa del presidente. Y no solo eso: los panistas que se habían ostentado siempre como furibundos enemigos de la corrupción, de la ineficiencia, etc., resultaran como funcionarios públicos, más corruptos y más ineficientes que los priístas.

           Y más llamó la atención, que los panistas no solo no dieran muestras de ser, ya en el poder, fervorosos cristianos, como se ostentaron durante más de medio siglo, sino cristianos comunes y corrientes, como decían ellos y empezaran a pelearse internamente por posiciones de poder.

            Lo primero que hizo Fox al llegar a Los Pinos, fue sacar un retrato al óleo del Benemérito de las Américas, como castigo por “haberle robado sus propiedades a la Iglesia y haber separado al poder civil del poder eclesiástico”. El retrato lo solicitó, más para no enojar a la corriente liberal priista e izquierdista, que por convicción, el secretario de Gobernación, Santiago Creel.

              Y luego don Vicente concurría a misa cada semana, acompañado de la señora Marta, como daba cuenta puntualmente la televisión. Lo curioso era que don Vicente y doña Marta, eran divorciados por una ley promulgada como consecuencia de la Guerra de Reforma, encabezada por Benito Juárez y así, en “pecado mortal” trataban de convencer al pueblo de su fervoroso catolicismo, asistiendo a misa.

              Y don Diego Fernández de Cevallos, cuyo vocabulario injuioso contra un funcionario público acabamos de escuchar cuando acompañó al actual candidato panista, a la presidencia de la república, acusado de corrupción, a la Procuraduría. El señor Diego, acusado de abuso de poder, también fervoroso católico, solo se casó por la iglesia, pues para él solo tenía validez el matrimonio eclesiástico y no el civil, invento de Juárez y de su gente.

             Y así podemos ir recorriendo a los personajes del partido de la derecha mexicana y de sus incongruencias entre lo que dicen y lo que hacen y nos daremos cuenta que en su mayor parte, los panistas han sido unos farsantes.

             Y esa falta de congruencia entre lo que se dice y lo que se hace, es algo que caracteriza a la política mexicana.

             Estamos viendo como los militantes de todos los partidos políticos, se pasan de uno a otro. Las ideologías han muerto. Lo mismo da estar en la derecha, que en la izquierda, en el centro o en todo lo constrario.

            Tan soloayer nos enteramos que doña Violeta Lagunes, deja Morena y rechaza incluso el ofrecimiento de llevarla como candidata a regidora; que la CTM analiza romper con Guillermo Deloya, el candidato del PRI a la presidencia municipal de Puebla, acusándolo de débil; de cómo prisitas, se vuelve panistas o morenistas; de cómo panistas se vuelven morenistas o priístas; de cómo perredistas se vuelven morenistas o panistas o priístas.

            El descontrol es total, pero lo verdaderamente terrible, es que nadie habla de recomponer al país, ni hace propuestas para parar la violencia que ha costado decenas de miles de vidas de jóvenes, hombres, mujeres y niños; que nadie, ni políticos, ni partidos, parecen tener un plan viable para acabar con la pobreza y la desigualdad. Bueno hasta el nuevo arzobispo de México acaba de pedir a los políticos, que en vez de seguirse satanizando, propongan algo para resolver los problemas del país que parecen no tener fin.

           El tráfico de drogas, las extorsiones a familias en ciudades y pueblos de provincia, los asesinatos, los secuestros, todo eso y más, está acabando con la economía de los pueblos, está desestabilizando la vida familiar en casi todo el territorio nacional.

           Llevamos años con esos problemas, empezaron con los gobiernos panistas y no se ve para cuando vayan a terminar. Recomponer el tejido social de la sociedad mexicana, llevara décadas, no será cosa de solo querer y ya. Se requerirán décadas de trabajo paciente para rehacer una sociedad que tiene décadas de estarse destruyendo.

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