Domingo, 06 Febrero 2022 14:51

Un personaje poblano que cobra actualidad

Columna | P U L S O     P O L I T I C O

          La “reforma energética” propuesta por el presidente Andrés López Obrador y de la que habló tan claramente el pasado 5 de febrero en el Teatro de la República, de la ciudad de Querétaro, que fue escenario de los debates que hace 105 años sostuvieron los diputados constituyentes para darnos la Constitución General de la República que aun nos rige, nos hizo recordar a un personaje poblano, catedrático de la Universidad Autónoma de Puebla, que en su curso de Economía Política, del primer año de la carrera de licenciatura en Derecho, hace  poco más de medio siglo, nos hablaba de los graves peligros que significaba no tener independencia alimentaria y carecer también de independencia energética. Eso nos convertiría en país vulnerable, expuestos a perder nuestra soberanía, sobre todo siendo vecinos del país, en ese entonces, y todavía, más poderoso de la tierra, los Estados Unidos.

         Nos referimos al licenciado Carlos M. Ibarra, que era abogado, pero por medio del sistema autodidacta, se había convertido en un economista práctico. En ese tiempo la carrera de Licenciado en Economía no existía en México o estaba en sus inicios. Sin remilgos ni un lenguaje rebuscado explicaba los problemas económicos que tenía que resolver un gobierno nacional, para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Era tan claro en sus conceptos que podía entenderlo una ama de casa, siempre y cuando no fuera panista, pues los panistas son tan cerraditos, que no entienden las explicaciones más claras y diáfanas, como eso de que hay asuntos de economía política que deben ser controlados exclusivamente por la autoridad federal, por ser asuntos de “seguridad nacional”. Para ellos la “seguridad  nacional” debería  estar encomendada al sector privado y nada más. Como también lo pensaron los tecnócratas y por poco y nos dejan totalmente desamparados.

             La electricidad, el petróleo, la explotación minera, como ahora el “litio”, deben estar bajo la supervisión del gobierno, pues se trata de bienes propiedad de la nación, es decir, bienes que pertenecen a todos los mexicanos y no solo a un pequeño grupo de privilegiados, como estaba ocurriendo.

           El maestro Ibarra, tenía un maravilloso sentido común y los gobiernos de la época también. Por algo Cárdenas expropió el petróleo; por algo López Mateos, expropió la electricidad; por algo se puso énfasis en los tiempos de López Portillo, en la producción de maíz y frijol.

            En los tiempos de Gustavo Díaz Ordaz, 1968 aparte, México exportaba maíz, frijol y arroz, básicos para la alimentación nacional y la deuda púbica, es decir, lo que México debía a la banca extranjera, apenas superaba los cinco mil millones de dólares.

            Hoy importamos maíz, frijol, arroz, leche  en polvo, exportamos petróleo crudo e importamos gasolinas; importamos gas pese a tener gas. Hoy debemos al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional más de tres billones de dólares y pagamos de intereses miles de millones de dólares.

            ¿Se imagina lo que un gobierno prianista hubiera hecho para enfrentar la crisis por la pandemia? Sí, solicitar un préstamo y luego otro y otro más para comprar vacunas y cuando nos diéramos cuenta, ya no seríamos dueños del petróleo. Ni de la Comisión Federal de Electricidad, ni del litio, así como ahora ya no somos dueños de las minas de oro y plata y los mineros  extranjeros, se niegan a pagar los mínimos impuestos que por ley  tienen obligación de cubrir.

            Don Carlos M. Ibarra, nos echaría la culpa por dejados, por no saber cuidar nuestro patrimonio. Por dejar que los vivales de este país, aliados con vivales extranjeros, hicieran lo que quisieran. En el mundo capitalista y más en el “capitalismo  salvaje”, el dinero y el poder político, es de los audaces. Pero parece que ya estamos cambiando.

            DON ANTONIO JUAREZ BURGOS, FUE UN REPORTERO del desaparecido diario Novedades de Puebla. Era egresado del Seminario Palafoxiano y estuvo encargado de las fuentes culturales. Su carácter sencillo y agradable, le ganó muchas simpatías entre todos los compañeros del medio.

             Al cerrar Novedades y liquidar a los trabajadores, todos seguimos diferentes caminos y el de Toño Juárez Burgos, fue el de ingresar como reportero a la oficina de prensa de la UAP entonces a cargo del contador Alfonso Yáñez Delgado. Ahí se jubiló y durante algunos años estuvo dedicado a actividades netamente particulares. La semana que acaba de pasar se informó de su fallecimiento motivado por un viejo padecimiento.

          Su muerte viene a agregarse a las de otros compañeros  periodistas que han fallecido en los últimos dos años. Desde aquí enviamos nuestro sentido pésame a sus familiares y amigos. Siempre lo recordaremos.

Publicado en COLUMNAS

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