Columna | Desde el portal

 En su mensaje a la Nación con motivo de las elecciones de este 1 de julio, el Presidente Enrique Peña Nieto reconoció acciones de violencia en algunas localidades del país, pero indicó que contra estos hechos la ciudadanía debe manifestar su rechazo acudiendo a votar por el candidato o partido que considere conveniente.

 Indicó que la fortaleza de las instituciones, construidas durante varias décadas, garantiza un proceso electoral ordenado y confiable, por lo que en estos días de veda electoral, es conveniente la reflexión en torno a las propuestas de los candidatos a los distintos puestos de elección popular en juego, toda vez que concluyó el periodo de campañas donde hubo libertad y amplio debate sobre los problemas del país.

 En tanto en el INE continúa su posición de minimizar los robos de boletas electorales pues éstas las repone rápidamente e indica que no altera la votación, pero lo que en realidad quisieran los ciudadanos y los habitantes de esas zonas del país es que no hubiera violencia ni amenazas con alterar el orden el día de las votaciones.

 No es lo mismo vivir en una comunidad, municipio o región azotado por la violencia que ver las elecciones desde la comodidad de las lujosas oficinas de los consejeros electorales, con todos los privilegios y las prebendas que implica su cargo –que debería ser honorario pues es una distinción servir al país como autoridad electoral-, y restar importancia a hechos que con terror viven en carne propia los electores de esos lugares.

 Desde luego que aspirar a formar parte de una sociedad civilizada, en donde las elecciones se realicen en paz, orden, tranquilidad y transparencia, está lejos en el país, pues aun persisten los cacicazgos y la imposición mediante la fuerza de autoridades que sólo sirven a intereses facciosos, a intereses familiares o partidistas, y que impiden el cambio o la oportunidad a nuevas generaciones y se disputan el manejo del erario a sangre y fuego.

 No será un día de campo dominical el proceso electoral de este domingo. Simple y sencillamente habrá que ver los cierres de campaña: un espectacular evento en el Estadio Azteca –a tono con el Mundial Rusia 2018- rodeo al tabasqueño Andrés Manuel López Obrador que recordó las campañas del otrora partidazo oficial y dejó atrás el deslucido evento en Veracruz, en tanto que Meade hizo lo propio en Saltillo y Anaya en Guanajuato sin mayor lucimiento.

 Meade repitió su mensaje de evitar darle el voto a AMLO porque significa el retroceso, la antidemocracia y el autoritarismo, factores que se han repetido una y otra vez entre los detractores del tabasqueño, pero éste, como ha ocurrido a lo largo de sus 18 años de campaña presidencial, no lo hacen cambiar y sigue fiel a su estilo, con sus ideas y sus seguidores, cuestionados muchos, pero que le sirven para ampliar su radio de influencia en el país.

 Anaya se dice víctima del sistema por su oferta de llevar a prisión a los responsables del saqueo del erario y de los recursos naturales del país, de las alianzas mafiosas en la ejecución de obras reales o ficticias, pero que se han documentado en grandes fraudes para la Nación.

 A unas horas de los comicios, lo cierto es que, gane quien gane la presidencia, o le reconozcan el triunfo o no al mejor posicionado, lo cierto es que México deberá cambiar: ya el país no tolera más corrupción, impunidad y delincuencia.

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