¿Cuál es la diferencia entre precampañas y campañas?

Miércoles, 07 Febrero 2018 19:40 Escrito por Gabriel Sánchez Andraca

Columna | P u l s o   P o l i t i c o

         Supuestamente, las precampañas son para que quienes aspiren a ser candidatos a un puesto de elección popular, recorran el estado, el municipio o el distrito que aspiren gobernar o representar, se reúnan con sus correligionarios y los convenzan de que les brinden su apoyo en la elección interna.

          Ese convencimiento deberá ser  mediante argumentos, bien sustentados en la doctrina, programa de acción y estatutos de cada partido. El diálogo entre los aspirantes y los militantes debería ser la base de las precampañas.

          Pero el problema es que las precampañas son realmente campañas y que la convocatoria de los aspirantes se hace abierta y no solo con la militancia.

          Y eso responde a otra realidad, a que los aspirantes en la inmensa mayoría de los casos, al aparecer en las listas que los partidos dan a conocer, son ya de hecho candidatos, pues con eso que está de moda entre los políticos, “la unidad”, solo se registran los que ya están “amarrados”, es decir, los que van a ser candidatos.

           Los partidos hablan mucho de democracia, de elecciones libres y del respeto al voto de las mayorías, pero eso no ocurre ni en Grecia, que la inventó, nos dijo una vez un importante político local. Don Antonio J. Hernández, quien fuera líder vitalicio de la CROM, decía: “La democracia es para los griegos y para los pendejos. Aquí la democracia son yo”. Y así sigue siendo.

           Cuando alguien que aspira a un puesto de elección popular, recurre a un padrino que suele ser un político bien ubicado; recurre a los dirigentes de su partido y a amigos poderosos cuya opinión sea escuchada por las cúpulas.

           Y eso ocurre en todos los partidos políticos. Ninguno tiene democracia interna y las decisiones se toman en las cúpulas. A esas decisiones se les llama, para desprestigiarlas “imposiciones”.

           Algunos aspirantes con pocas posibilidades de llegar por no contar con los apoyos necesarios, luchan por elecciones internas abiertas, en las que participen todos los militantes; Otros piden que participe toda la población, lo cual es absurdo, pues ya sería una elección y no habría para qué repetir ese proceso, pues cada elección interna o externa, resulta muy costosa; quienes hacen ese tipo de propuestas, o son ingenuos o son perversos. Y generalmente son más lo segundo que lo primero.

          Por lo que respecta a la decisión para designar a los candidatos al gobierno del Estado, en ninguna de las tres coaliciones, se hizo elección interna.

         Se hicieron eso sí, encuestas, diversos estudios de opinión, sondeos entre los posibles votantes y en el resultado de todo eso, se basó la decisión de la dirigencias.

         Es lógico pues, que las precampañas se vean y sean realmente campañas, en las que los aspirantes se descalifican, se ofenden, se acusan, etc.

          Solo hemos escuchado un análisis de la situación que guarda Puebla en lo económico y lo social y también en lo político en labios del ex rector de la BUAP, Enrique Doger.

           Ha sido el único, hasta ahora, que ha hablado de la Puebla que recibiría, en caso de ganar la elección: una Puebla pobre, con graves problemas de inseguridad, con elevado índice de desempleo, con gran desigualdad social, con graves problemas de salud pública, etc.

           Cada vez que hay campañas electorales, recordamos la frase pronunciada por don Manuel Gómez Morín, el fundador del PAN en 1939: “Los partidos deben ser, escuelas de política”. Ningún partido lo es. Lo fue en un tiempo el PRI (una escuela práctica de política en la que políticos importantes tomaban por su cuenta y riesgo, a grupos de jóvenes para formarlos en el servicio público) A pesar de que no era una escuela formal, dio resultados, que en alguna forma prevalecen, pese a la guerra que emprendió contra ese partido y esos políticos, el neoliberalismo que llegó encabezado por Carlos Salinas de Gortari.

          Los neoliberales salinistas, le dieron en la torre al sistema, aunque los gobiernos panistas, nacionales y locales y los gobiernos locales de perredistas y otros partidos, siguieron actuando ya en el poder, como en sus buenos tiempos lo hizo el PRI. Y además, parece que todos los políticos de oposición heredaron la predisposición política a enternizarse en el poder.

           El PRI ya no es lo que fue: los sectores campesino, obrero y popular, que fueron su sostén durante décadas, prácticamente han desaparecido.

           Existen en la formalidad, pero ya no en la realidad: el sector popular, CNOP, fue el más golpeado; el sector obrero, no es ni con mucho, lo que fue. Solo la CTM se defiende. La FROC, prácticamente ya no es priista y la CROM, es un organismo en extinción. El sector campesino, CNC, además de sus líderes formales, sus huestes organizadas para votar y o para producir, ya no se ven por ninguna parte, en fin.....Al partido tricolor le queda todavía una estructura y una organización, que tiene que estar en constante revisión para evitar  su derrumbe. Eso es lo que ha salvado al que fuera el partido de la Revolución Mexicana.

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