Miércoles, 06 Diciembre 2017 16:39

Retornar a uno mismo

Artículo | Algo Más Que Palabras
 
    Siempre nos falta tiempo para entrar en diálogo con nosotros, para reflexionar, para compartir esa abstracción, para cooperar y colaborar generosamente unos con otros, de manera que garanticemos asistencia a todos los necesitados. No olvidemos que asistimos al mayor movimiento de personas de la historia. De ahí la importancia de confluir ideas y pensamientos, de redoblar esfuerzos por entendernos, de auxiliarnos en momentos de dificultades, ante los diversos itinerarios que se nos ofrecen o que tomamos. Es el momento de la interiorización, de ahondar en nuestra propia identidad humanística, de conjugar lo esencial sobre todo lo demás, que es donde verdaderamente reside lo auténtico del ser humano.

Aprendamos a discernir. La cuestión no son las aventuras aparentes del vicio, ni la hipocresía que nos enmascara y divide, con todas las maldades, adoctrinándonos a su antojo por doquier, sino la revuelta a uno mismo, que es lo verdaderamente trascendente y cambiante. A los hechos me remito: mientras a más de la mitad de la población mundial se le viene usurpando la hondura de un derecho tan básico como la protección social, sin embargo se omite que la pobreza del mundo es el mayor escándalo de una especie pensante, hasta el punto que contradice nuestra propia razón de vida, en la medida que unos lo acaparan todo y otros no tienen nada.

Por ello, cada día estoy más convencido de que la crisis que estamos viviendo en este momento nos exige un retorno a nuestra realidad de seres humanos, de moradores del mundo. La persona humana es lo máximo a defender. No podemos quedarnos en la superficialidad del camino. Hemos de adentrarnos en lo que somos. Y en este sentido, nuestra principal liberación, pasa por rescatarnos de esa poderosa estructura económica y social que nos esclaviza, internamente tanto, hasta el extremo de dejarnos sin conciencia. Déjennos al menos gritar, exponer nuestra disconformidad ante tantos espíritus corruptos, que han hecho de la soberbia, la simiente de todos los problemas, destruyendo todas nuestras bondades internas en su conjunto.

Hay que volver, pues, a ese mundo interior que cada cual llevamos consigo como parte de nuestra historia, y también como activo de nuestro futuro. Tanto es así, que si no tenemos sosiego dentro de nosotros, difícilmente vamos a encontrarlo fuera. No podemos caer en el olvido de lo que somos. Si en verdad queremos sentirnos bien, hemos de propiciar otro espíritu más de donación que de avaricia. Hoy más que nunca necesitamos de esa entrega generosa, pues por mucho que las Naciones Unidas trabajen para forjar un nuevo pacto mundial que regule la migración de forma segura y ordenada, no habrá avance si nuestro corazón permanece cerrado. Perdemos la dirección y también nos perdemos a nosotros mismos. Lo verdaderamente gratificante es caminar unidos, en familia, que es lo que da valor a nuestra coexistencia. Únicamente desde esta unidad de principios internos y naturales, por muy diversos que nos parezcan, se puede abrazar  lo armónico; ese equilibrio natural que todos buscamos y necesitamos.

Respóndanme, sino, ¿pero qué es la vida sin ese reencuentro con la verdad, con la paz interior que todos requerimos? Ojalá aprendamos a salir de estas mercaderías, todas ellas repletas de batallas inútiles, que nos han dejado sin sentimientos, algo que debe existir, por pura fraternización, entre cuantos tienen un  mismo origen y un idéntico destino. Por tanto, nos vendría bien que, en el retorno hacia nuestro interior, pudiésemos celebrar lo que en su momento dijo San Agustín: “es mayor gloria dar muerte a la guerra con la palabra, que matar a los hombres con el hierro: y es auténtica gloria ganar la paz con la paz” (S. Agust. Epist. CCXXIX, 2; PL 1019). No produzcamos más armas, por favor. Cerremos todas las fábricas. Que la alianza más desacertada es mejor que la ofensiva más justa.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Publicado en COLUMNAS

En el marco del 25 aniversario del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia, sede México, se presentó importante libro sobre Amoris laetitia.
El P. Juan José Pérez-Soba de la Universidad Leteranse de Roma, hace la presentación y destaca la urgente necesidad de una Iglesia de acompañamiento.

Este lunes 22 de mayo, en el auditorio de rectoría de la Universidad Anáhuac México, campus norte, el P. Juan José Pérez-Soba profesor de teología pastoral del matrimonio y la familia en el «Pontificio Istituto Giovanni Paolo II per Studi su Matrimonio e Famiglia», presentó el libro: Acompañar, discernir, integrar. Vade-mécum para una nueva pastoral familiar a partir de la Exhortación Amoris laetitia.

Para dar inicio con la presentación, el P. Gaspar Guevara, L.C., vicepresidente del Instituto presentó al presídium, integrado por el P. Juan José Pérez-Soba, el P. Cipriano Sánchez, L.C. rector de la Universidad Anáhuac México y el Mtro. Alejandro Landero, director nacional del Instituto. Agradeció la presencia de los invitados, muchos de ellos  asistieron desde las diócesis de Toluca y Querétaro y de las arquidiócesis de México y Tlalnepantla, incluyendo a sacerdotes de la Basílica de Guadalupe y de Comisiones de Familia y Vida de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

El Padre Pérez-Soba, explicó que el libro fue elaborado en colaboración con José Granados, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede y el Dr. Stephan Kampowski, docente de Antropología Filosófica del Pontificio Istituto Giovanni Paolo II per Studi su Matrimonio e Famiglia en Roma. Destacó que el libro pretende ofrecer las líneas seguras de actuación en la Pastoral Familiar, pues asegura que es una gran oportunidad de la Iglesia para anunciar el evangelio de la familia, para ofrecer su luz a los hombres, para sanar sus heridas, para construir establemente las columnas sacramentales sobre las que se asienta.

Citó algunos textos del Sínodo de la Familia, en donde el Papa Francisco ve a la familia como “el camino” que debe seguir la Iglesia. Consideró que se tiene que vivir una conversión pastoral y tener un cambio radical, como lo hizo Cristo con la Samaritana. Afirmó que “…algunas personas no van a misa o no hacen oración porque no lo sienten, no les nace, debemos entonces abordar ese problema que hace que hombres y mujeres se guíen sólo por el emotivismo”.

Como un camino a seguir desde la perspectiva de Amoris laetitia, sugiere tener primeramente un acompañamiento de las personas en la maduración de su fe, luego acompañarlas en un discernimiento desde la luz verdadera de Cristo, y por último acompañar a las personas en una integración a la vida sacramental, que no es otra cosa que la presencia de Dios en la vida de cada ser humano. Resaltó la urgencia de transformar la manera en que la Iglesia trabaja con la Pastoral Familiar y la Pastoral Juvenil, pues no hay una integración entre ellas y genera mucha deserción.

Por su parte, el Dr. Cipriano Sánchez García, L.C., rector de la Universidad Anáhuac México, además de dar la bienvenida a los presentes, agradeció la exposición del Padre Juan José, pues con mucha claridad ofrece un cambio en la forma de hacer pastoral, como lo pide el documento de Aparecida exhortando a todos los bautizados a ser discípulos misioneros. Destacó que en la Universidad Anáhuac, se busca dar a los jóvenes ese acompañamiento que los ayude a ser responsables para que no se queden en un nivel de pura emotividad.

Antes de terminar el evento, el expositor atendió algunas preguntas de asistentes, que tocaron temas desde la comunión de divorciados vueltos a casar, hasta la importancia de transmitir en todas las parroquias y seminarios esa Pastoral Familiar basada en un acompañamiento y que tanto urge en la sociedad.

El P. Pérez-Soba finalizó la presentación con la firma de libros y una convivencia con los asistentes.

El libro se presentará también en Puebla 23 de mayo, Guadalajara 24 de mayo,  Monterrey  25 de mayo y Mérida el 27 de mayo. Se puede adquirir en todas las sedes del Instituto Juan Pablo II: www.familia.edu.mx

Informacion adicional.

El Pontificio Instituto Juan Pablo II fue fundado el 13 de mayo de 1981 por San Juan Pablo II con el fin de ofrecer a toda la Iglesia una reflexión teológica renovada en torno al amor humano, el matrimonio, la familia, y todas sus implicaciones pastorales, ayudando así a la Iglesia en el cumplimiento de su misión evangelizadora.

La misión de profundizar sobre la verdad del matrimonio y la familia a la luz de la razón y de la fe la lleva adelante el Instituto ayudándose tanto de las ciencias filosófico-teológicas como de varias ciencias humanas. Busca formar tanto a sacerdotes como a laicos, para que ofrezcan un servicio académico y pastoral cada vez más cualificado en sus propias comunidades.

La Sección Mexicana del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia, fue confiada a la Legión de Cristo e integrada a la Red de Universidades Anáhuac. Su misión es impulsar la investigación y la formación integral de la persona, el matrimonio y la familia.

En México, el Instituto tiene una sede central en la Ciudad de México, en la Universidad Anáhuac México Norte y 5 planteles: Guadalajara,  Monterrey, Puebla, Mérida y Bajío, desde donde se ofrecen los programas formativos a más de 20 ciudades de la República.

Mayores informes:

Mtra. Olivia Núñez Orellana
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Publicado en RELIGIÓN