Lunes, 15 Mayo 2017 13:41

El Camino

Al final de la última cena, los discípulos comienzan a intuir que Jesús ya no estará mucho tiempo con ellos. La salida precipitada de Judas, el anuncio de que Pedro le negará muy pronto, las palabras de Jesús hablando de su próxima partida, han dejado a todos desconcertados y abatidos. ¿Qué va a ser de ellos?

Jesús capta su tristeza y su turbación. Su corazón se conmueve. Olvidándose de sí mismo y de lo que le espera, Jesús trata de animarlos: «No os inquietéis. Confiad en Dios y confiad también en mí». Más tarde, en el curso de la conversación, Jesús les hace esta confesión: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre sino por mí». No lo hemos de olvidar nunca.

«Yo soy el camino»

El problema de muchos no es que vivan extraviados o descaminados. Sencillamente viven sin camino, perdidos en una especie de laberinto: andando y desandando los mil caminos que, desde fuera, les van indicando las consignas y modas del momento.

¿Y qué puede hacer un hombre o una mujer cuando se encuentra sin camino? ¿A quién se puede dirigir? ¿Adónde puede acudir? El que camina tras los pasos de Jesús podrá seguir encontrándose con problemas y dificultades, pero está en el camino acertado que conduce al Padre. Esta es la promesa de Jesús.

«Yo soy la verdad»

Estas palabras encierran una invitación escandalosa a los oídos modernos. Y, sin embargo, también hoy hemos de escuchar a Jesús. No todo se reduce a la razón. El desarrollo de la ciencia no contiene toda la verdad. El misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis más sofisticados. El ser humano ha de vivir ante el misterio último de su existencia.

Jesús se presenta como camino que conduce y acerca a ese Misterio último. Dios no se impone. No fuerza a nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción respetuosa. Jesús es el camino que nos puede conducir a confiar en su bondad.

«Yo soy la vida»

Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano que ha dejado un legado de sabiduría admirable a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde lo más profundo de nuestro ser, infunde en nosotros un germen de vida nueva.

Esta acción de Jesús en nosotros se produce casi siempre de forma discreta y callada. El mismo creyente solo intuye una presencia imperceptible. A veces, sin embargo, nos invade la certeza, la alegría incontenible, la confianza total: Dios existe, nos ama, todo es posible, incluso la vida eterna. Nunca entenderemos la fe cristiana si no acogemos a Jesús como el camino, la verdad y la vida.

Publicado en RELIGIÓN
Sábado, 15 Abril 2017 21:43

Despertar a la poesía en Jesús

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

Somos multitud en camino y en camino vamos ya.
Hemos de retornar a lo auténtico para ser aliento.
Que la energía de la palabra es la que nos reaviva.
Con ella somos y con ella nos sentimos vivos siempre,
deseosos de injertar luz en nuestro andar de cada día.
Paso a paso nuestro espíritu se embellece porque sí,
mientras el cuerpo espera ascender en verso todavía,
y aspira a ser la estrofa que entone las estrías de Cristo.

Nos sostiene  lo armónico, nos sustenta la piedad 
que nos abraza y que nos envuelve en el verbo del Señor,
No hay que tener temor de hallarse con quien nos redime,
Él es la verdadera esperanza del trayecto, el justo itinerario,
donde todo es infinitud que nos embellece y amanece,
donde todo es pensamiento que nos realiza y nos atiza,
donde todo es sentimiento que nos realza y nos calma,
donde todo es parte del yo y el yo parte del todo en todo.

El niño que un día fue, volverá a ser sueño que sueña.
Que los sueños savia son, sí la caridad vive mar adentro.
Pues quien ha querido, su figura se transfigura en nada,
al no ser para sí, sino para los demás lo que es, un pulso.
Un suspiro de aire en medio de una realidad en pausa,
tantas veces infectada por el odio y la venganza,
que nos deja sin nervio, hasta entregar el alma, que es
aquello por lo que crecemos y creemos por uno mismo.

Pero al fin, todo ha de volver a despertar y a ser de Dios.
Con las cadenas de cada día, hemos sentido la soledad
entre las carnes más de una vez, y justo ahora,
en nuestra hora,  nos espera  la hermosa misión
de sentirnos parte de la bucólica y celeste identidad
cristiana, donde más que vida deseamos ser el poema
interminable de un alma inmortal, más allá de las noches,
tras haber vivido en Jesús, después de haber amado su Cruz.

Víctor Corcoba Herrero
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Publicado en COLUMNAS

*Si quieres saber lo que Jesús te propone para ser feliz aquí y ahora; si quieres cumplir el plan que Dios Padremadre tuvo al crearte, en las Bienaventuranzas tienes el manual de instrucciones. Si las sigues serás dichoso, bendito y te irás acercando a tu plenitud humana y divina. Te invito a que lo intentes. Pronto verás los frutos.*

El domingo pasado el texto evangélico terminaba así: *“Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando las enfermedades y dolencias de la gente”. Es un resumen perfecto de la actividad de Jesús en los inicios de su vida pública: predicar y sanar. El texto continúa: …. “y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea y del otro lado del Jordán”*. A continuación de la primera parte narrativa, Mateo coloca el primer discurso de Jesús, el Discurso Evangélico*: Las Bienaventuranzas.* Y lo primero que hace Mateo es describir con detalle el escenario donde se ubica este discurso. Lo* que pretende con ello es prepararnos para escuchar algo muy solemne, algo muy importante.* La audiencia numerosa, subida al monte, sentado como maestro, los discípulos se acercan para no perderse nada y Jesús empieza la lección del primer día de curso. *Como buen maestro Jesús introduce el programa que va a desarrollar a lo largo de toda su vida.*

*El discurso de las bienaventuranzas es el preludio, el resumen del estilo de vida que Jesús, el Salvador, proponen a toda la humanidad.*

* Es la síntesis de la propuesta vital que Jesús ofrece a la humanidad sedienta de sentido y necesitada de modelos para orientar sus anhelos existenciales y el logro de la felicidad (plenitud) que busca.* Lo que se le ofrece es un programa para ser feliz. Justo lo que la humanidad, en toda época y lugar desea.

Jesús es para nosotros el revelador de Dios.* Y Jesús en las Bienaventuranzas nos revela el plan de salvación (liberación, felicidad, plenitud) que Dios ha pensado para la humanidad de todo tiempo y lugar*. Dios nos ha creado para que seamos felices. Jesús en las Bienaventuranzas nos muestra el camino para lograrlo.

*El camino hacia la felicidad es, a veces, escabroso.* El protocolo del proceso a seguir nos recomienda en primer lugar conocer de cerca la vida de Jesús para prepararnos a seguir sus pasos. *En los catecismos que estudiábamos en nuestra infancia nos enseñaron que Jesús había venido al mundo para darnos ejemplo de vida. Para conocer bien una vida por dentro hay que imitarla. Hacer lo mismo que él hizo. Ser como Él.*

*Las Bienaventuranzas son un Cretrato, un perfil del estilo de vida que Jesús llevó y quiere que nosotros imitemos**.* Como perfil nos concretiza las características de ese estilo de vida: *austeridad, mansedumbre, compasión, justicia, misericordia, sinceridad, humildad, coherencia, apertura, cercanía…* En suma, las Bienaventuranzas nos describen el perfil de una *“buena persona”,* de una persona “muy humana” (honrada, bondadosa y solidaria). El que cumple este perfil es feliz, dichoso. Y la razón de esta felicidad es: *porque en ello encuentras a Dios formas parte de su Reino.*

Las Bienaventuranzas son el camino para descubrir a Dios en ti mismo (tu bondad, tu parte divina) y en los hermanos con quien Dios se identifica y encarna, “a mí me lo hiciste”.

* Las Bienaventuranzas y el Reino de Dios se dan la mano.* En la formulación de cada bienaventuranza hay dos partes: Lo que exige y lo que promete. Exige: imitar el estilo de vida de Jesús, llevar una vida austera (pobre), renunciar a la violencia, com-padecerse con los otros, autenticidad de entrega y disponibilidad, misericordia, justicia etc…Promete: *tu plenitud humana y divina (humanidad divina), es decir, el Reinado de Dios en ti. Esto te hace feliz porque has encontrado el tesoro escondido, Dios en ti; porque te pareces a Dios; porque tu vida tiene sentido; porque has hallado razones para vivir.*

Aviso para principiantes: Como ves el programa de Jesús es exigente, radical. Pero te puedo asegurar que merece la pena que hagas un esfuerzo, pongas en juego todas tus capacidades y perseveres en la tarea hasta lograrlo. Ten en cuenta estas consejas de vieja: “No se regala nada en la vida”. “La felicidad para quien la trabaja”. Por eso me gusta formular las Bienaventuranzas en condicional: Si quieres ser feliz… Seréis felices si… Si cumples la condición obtendrás lo condicionado. Por último: *Al llevarlo a la práctica no te olvides de que no estás solo en el empeño, contigo va el Señor. *

*Dios te ha creado para que seas feliz y te ha dado todo lo que necesitas para serlo. Sólo te falta experimentarlo.*

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EVANGELIO DEL DOMINGO 29 DE 2017

*Al formular las Bienaventuranzas Mateo a diferencia de Lucas, se preocupa de trazar los rasgos que han de caracterizar a los seguidores de Jesús*. De ahí la importancia que tienen para nosotros en estos tiempos en que la Iglesia ha de i encontran- do su propio estilo de vida en medio de una sociedad seculari- zada.

*No es posible proponer la Buena Noticia de Jesús de cualquier forma.* El Evangelio solo se difunde desde actitudes evangéli- cas. Las bienaventuranzas nos indican el espíritu que ha de inspirar la actuación de la Iglesia mientras peregrina hacia el Padre. *Las hemos de escuchar en actitud de conversión pérso- nal y comunitaria. Solo así hemos de caminar hacia el futuro.*

*Dichosa la Iglesia «pobre de espíritu»* y de corazón sencillo, que actúa sin prepotencia ni arrogancia, sin riquezas ni es - plendor, sostenida por la autoridad humilde de Jesús. De ella es el reino de Dios.

*Dichosa la Iglesia que «llora»* con los que lloran y sufre al ser despojada de privilegios y poder, pues podrá compartir mejor la suerte de los perdedores y también el destino de Jesús. Un día será consolada por Dios.

*Dichosa la Iglesia que renuncia a imponerse por la fuerza,* la coacción o el sometimiento, practicando siempre la manse- dumbre de su Maestro y Señor. Heredará un día la tierra pro- metida.

*Dichosa la Iglesia que tiene «hambre y sed de justicia»* dentro de sí misma y para el mundo entero, pues buscará su propia conversión, y trabajará por una vida más justa y digna para todos, empezando por los últimos. Su anhelo será saciado por Dios.

*Dichosa la Iglesia compasiva** que renuncia al rigorismo* y pre - fiere la misericordia antes que los sacrificios, pues acogerá a los pecadores y no les ocultará la Buena Noticia de Jesús. Ella alcanzará de Dios misericordia.

*Dichosa la Iglesia de «corazón limpio» y conducta transparen- te,* que no encubre sus pecados ni promueve el secretismo o la ambigüedad, pues caminará en la verdad de Jesús. Un día verá a Dios.

*Dichosa la Iglesia que «trabaja por la paz» y lucha contra las guerras,* que aúna los corazones y siembra concordia, pues contagiará la paz de Jesús que el mundo no puede dar. Ella será hija de Dios.

*Dichosa la Iglesia que sufre hostilidad* y persecución a causa de la justicia sin rehuir el

 martirio, pues sabrá llorar con las víctimas y conocerá la cruz de Jesús. De ella es el reino de Dios.

*La sociedad actual necesita conocer comunidades de vida cristiana marcadas por este espíritu de las bienaventuranzas. *

*Solo una Iglesia evangélica tiene autoridad y credibilidad para mostrar el rostro de Jesús a los hombres y mujeres de hoy.*

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Sábado, 24 Septiembre 2016 11:27

No ignorar al que sufre

Para reflexionar con el comentario del padre José Antonio
Pagola, sobre el Evangelio del Domingo 25 de Septiembre 

[No ignorar al que sufre] El contraste entre los dos protagonistas de la parábola es trágico. El rico se viste de púrpura y de lino. Toda su vida es lujo y ostentación.

 Solo piensa en «banquetear espléndidamente cada día».

Este rico no tiene nombre pues no tiene identidad. No es nadie. Su vida vacía de compasión es un fracaso. No se puede vivir solo para banquetear.

Echado en el portal de su mansión yace un mendigo hambriento, cubierto de llagas. Nadie le ayuda. Solo unos perros se le acercan a lamer sus heridas. No posee nada, pero tiene un nombre portador de esperanza. Se llama «Lázaro» o «Eliezer», que significa «Mi Dios es ayuda».

Su suerte cambia radicalmente en el momento de la muerte. El rico es enterrado, seguramente con toda solemnidad, pero es llevado al «Hades» o «reino de los muertos». También muere Lázaro. Nada se dice de rito funerario alguno, pero «los ángeles lo llevan al seno de Abrahán». Con imágenes populares de su tiempo, Jesús recuerda que Dios tiene la última palabra sobre ricos y pobres.

Al rico no se le juzga por explotador. No se dice que es un impío alejado de la Alianza. Simplemente, ha disfrutado de su riqueza ignorando al pobre. Lo tenía allí mismo, pero no lo ha visto. Estaba en el portal de su mansión, pero no se ha acercado a él. Lo ha excluido de su vida. Su pecado es la indiferencia.

Según los observadores, está creciendo en nuestra sociedad la apatía o falta de sensibilidad ante el sufrimiento ajeno. Evitamos de mil formas el contacto directo con las personas que sufren. Poco a poco, nos vamos haciendo cada vez más incapaces para percibir su aflicción.

La presencia de un niño mendigo en nuestro camino nos molesta. El encuentro con un amigo, enfermo terminal, nos turba. No sabemos qué hacer ni qué decir. Es mejor tomar distancia. Volver cuanto antes a nuestras ocupaciones. No dejarnos afectar.

Si el sufrimiento se produce lejos es más fácil. Hemos aprendido a reducir el hambre, la miseria o la enfermedad a datos, números y estadísticas que nos informan de la realidad sin apenas tocar nuestro corazón.

También sabemos contemplar sufrimientos horribles en el televisor, pero, a través de la pantalla, el sufrimiento siempre es más irreal y menos terrible. Cuando el sufrimiento afecta a alguien más próximo a nosotros, no esforzamos de mil maneras por anestesiar nuestro corazón.

Quien sigue a Jesús se va haciendo más sensible al sufrimiento de quienes encuentra en su camino. Se acerca al necesitado y, si está en sus manos, trata de aliviar su situación.

- José Antonio Pagola
26 Tiempo ordinario - C
(Lucas 16,19-31)
25 de septiembre 2016

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