El hombre barbado: su presencia en Villagrande*.

Domingo, 17 Marzo 2024 20:47 Escrito por Silvestre Hernando Alconedo*

Y sin que nadie lo notara el hombre barbado se confundió como un paisano más, en realidad vestía igual, lo único que lo distinguía era su pronunciada barba blanca, que eran como largos hilos brillantes hechos de plata; dicen que caminó y caminó, parecía no cansarse, era muy temprano, los rayos del sol aun no aparecían, era una mañana donde aún se sentía cierta frescura que iba desapareciendo conforme avanzaba el día. Cada calle, callejón, subidas empedradas, calles de tepetate, parece que todo lo conocía; las casas, los extensos patios con trancas como entrada; los inmuebles con fachadas que no ocultaban el paso del tiempo; caminar lento ya lerdo, por los años a cuestas; siempre pensativo con una mirada profunda que mostraba mucha nostalgia y con paso distraído que no reparaba en nada que lo distrajera, ni cuando la gente que bajando la cabeza como muestra de saludo la dirigían a tan extraño personaje que no conocían, pero que su presencia iba a resultar más cotidiana y su acercamiento con pobladores se daría más tarde que temprano, y parece  que llegaba para quedarse.

Es un día cualquiera de una semana cualquiera, un verano que nunca tarda en llegar con sus mañanas frescas que se transforman en días candentes, que su gente ha sabido sortear y que hace de este lugar el mejor hogar para vivir y convivir; por generaciones así ha sido y son esas familias que se han negado a abandonar este suigéneris y paradisiaco lugar enclavado en lo más recóndito del estado.

Este lugar lo distingue un singular quiosco que se construyó inicialmente con piedra de la región, está rodeado de árboles y bajo su sombra unas bancas de cemento; este espacio conocido como zócalo, que lo presume su gente y en especial aparte de su quiosco, son las sillas de metal que asemejan una silla normal, como las silletas construidas  de solerillo, que su gente aprovechó de este singular árbol sus ramas  derechas  y duraderas  para su base y respaldo, de uso por muchos de los hogares de aquellos caseríos de Villagrande; fueron utensilios  propios para el clima de la región; y las que rodean al zócalo su base esta entretejida toda de metal, se cuenta que estas piezas fueran instaladas a principios del siglo XX.

Todas las tardes de verano, las sillas del quiosco parecen estar sobre brasas que desprenden las altas temperaturas; un sol radiante que a esa hora se impacta y, por supuesto en esas condiciones pocos se atrevían a usarlas; ese sol candente también es recibido a plenitud  en los basamentos que sostienen a los personajes de la historia que tuvieron destacada participación en las gestas revolucionarias de 1810, 1857 y 1910 .Son fieles vigilantes de la vida diaria de los habitantes de este pueblo, encierran no solo la historia de una nación, también la de un pueblo que mantuvo vivo el anhelo de alcanzar el  disfrute de los valores más elementales de los que debe gozar todo ciudadano, su independencia y la libertad; sin duda este pueblo se encuentra incluido.

En este lugar, en este espacio en una hora inadecuada, sólo, cabizbajo, vestido de paisano y bajo los candentes rayos del sol, en una de las viejas sillas al poniente del pequeño zócalo, un hombre entrado ya a la tercera edad, permanece pensativo, parece que espera siempre a alguien, nada lo perturba, parece una persona que asiste puntual a una cita ¿quién es ese hombre? ¿Será de aquí? Y son muchas las conjeturas de la gente que ya había notado la presencia de este personaje, y llamaba la atención, porque no se le veía acompañado y también por la hora que se presentaba a ocupar siempre la misma silla y mismo lugar, su faz serena, su porte, todo él controvertido y luego un cuerpo erguido, su cabeza cubierta por un sombrero que poco le protegía de la calidez del clima de esa hora que, a él poco parecía interesarle y todo esto hizo pensar a la gente que tal persona era de esos rumbos de la mixteca, porque en realidad lo que menos intuían era, que hubiera nacido en este lugar. Y si esto resultaba cierto, por qué a ninguno le parecía conocido o poderlo relacionar con algunas de las familias del pueblo, encerraba todo un misterio su personalidad.

Cholula de Rivadavia 17 de marzo de 2024

¨*Texto de Novela en proceso

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