El Hombre barbado: El atentado y un devenir para Villagrande

Domingo, 31 Marzo 2024 19:58 Escrito por Silvestre Hernando Alconedo

Así es muchachos – de su morral sacó su frasco y le dio unos sorbos, para continuar-, los viejos contaban del general, Porfirio Díaz Mori, de la mixteca  que luchó contra invasores y defendía al país y, dentro de sus fuerzas militares  existió un batallón compuesto de gente de Villagrande y que eran comandados por un tal Mucio Martínez y que parece que él, es la misma persona que después gobernaría el estado, si era él, no estaban seguros, pero de lo que sí era afirmativo fue, que hubo hombres valientes que defendieron al país en esas guerras y otro que estaba cercano al general fue don Zeferino Zaldivar, nativo de nuestro pueblo. Y que todos ellos estuvieron presentes en batallas históricas como las que se escenificaron en La Carbonera, La Toma de Puebla el día 2 de abril de 1876, la batalla de Tecomac del 16 de noviembre del mismo año y cuentan que después de todas estas victorias llegó al poder y se convirtió nada menos que en el presidente del país. Los que contaron esto ya murieron, pero de los lugares y
fechas de las que platicaron es verídico, siempre lo repitieron y lo contaban con un enorme orgullo y querían que la gente lo supiera por que algún día, sí algún día, las cosas cambiarían para los pobres y, ese pensamiento se lo llevaron a la tumba.

Y por qué les cuento esto me preguntaran, déjenme continuar. Un día al pueblo llegó la noticia de lo sucedido en el desfile celebrado el día 16 de septiembre de 1897 con motivo del aniversario de la independencia, para recordar al cura Miguel Hidalgo y Costilla el padre de la patria; este evento tuvo lugar en la ciudad capital del país, y fue el mismo periódico oficial del gobierno, “El imparcial”, que destacó   otra nota al día siguiente. Sucedió que durante el recorrido del desfile que presidia el presidente de la república, Porfirio Díaz Mori, se relata que cuando pasaba por la avenida Reforma a la altura de la Alameda, un joven irrumpe la seguridad y se le abalanza al presidente y dicen, que le propinó una cachetada y pronto su seguridad reaccionó, y el joven fue fuertemente sometido y llevado fuera de las vallas y trasladado a las oficinas de la policía. Cuenta también la prensa que, el señor presidente cuando aparecieron los hombres de su seguridad para detener al joven, identificado después como Arnulfo Arroyo, les indicó que no le hicieran ningún daño, esa fue la orden presidencial. Pero al otro día en la noche el joven fue asesinado por una muchedumbre que la misma policía no pudo explicar. A partir de lo sucedido la prensa dio seguimiento al caso y, fue tanto buscar la explicación de lo sucedido que cuentan que el jefe de la policía no aguanto la presión y que terminó por suicidarse.

Al ver el presidente los alcances del hecho y la demanda de la ciudadanía de que fueran castigados los culpables, a los pocos días, las noticias daban fe de los responsables de la muerte del joven que realizó la agresión al señor presidente, ya iban a ser castigados y fue Miguel Cabrera con mando importante y parte de su gente a su cargo que confesaron  de dicho crimen, Pasaron solo seis años purgando la condena pero, una vez que la sociedad había olvidado éste acontecimiento que dicen que “hirió de muerte a la pax porfiriana” que tanto exaltaba el gobierno, pero no solo eso, se había roto toda la cortesía hacia la embestidura del sr. Presidente.  Y para que el caso fuera cerrado totalmente, el presidente decidió darle al autor intelectual que era de todas sus confianzas, lo designó como jefe político de Villagrande. Pronto se conocería cual fue el motivo por el cual este personaje llegaría al pueblo de gente rebelde, que ya había asaltado el cuartel de policía rural, desgraciadamente sin éxito, se falló en el intento de acertarle un fuerte golpe a la dictadura, para alzar la voz por las precarias condiciones de vida que se estaban padeciendo, especialmente la gente que vivía en los caseríos del pueblo. Pero algo había quedado claro, los jóvenes de esta parte sur del estado ya le habían perdido miedo al tirano.

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