La duda, ofende; la fe, armoniza

Domingo, 30 Junio 2024 11:17 Escrito por Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

(El Salvador es la verdad que nos concilia y la vida que nos regenera de un mal sueño. Sólo hay que querer apartarse de los derrumbes. La comunión con Dios es algo innato, es como entrar en un mar de oleajes luminosos, que nos serenan y ascienden. Con la voluntad de reponernos, nos ponemos en camino para robustecernos, abandonándonos a la mística del Altísimo, tanto en el tiempo de la alegría como en el tiempo del miedo).

I.- NO TEMAS;
BASTA LA CERTEZA DE PURGARSE

El Creador nos hizo para la vida,
recreándonos en el amor divino,
reconduciéndonos para la vuelta,
pues somos el brío del amanecer,  
y no la impotencia de las noches.

Nos condescendió incorruptibles,
para su paraíso de luces y gozos,
mas por la fuerte rabia del diablo,
nos entró la dentera en el cuerpo,
con el expuesto estímulo a no ser.

La certeza en el Señor nos vive,
nos saca del abismo, nos revive,  
nos asciende a una nueva aurora,
tras desprenderse de este suplicio,
y proceder a quitarse las miserias.

II.- NO CUESTIONES;
BASTA EL DESEO DE LEVANTARSE

La expiración es un mero trance,
no hay motivo para desesperarse,
es como una pausa en los pulsos,
un recogerse para engrandecerse,
para acogerse y empequeñecerse.

Es bueno sentir la muerte física,
hallarse con la lámpara de Cristo,
perder la aprensión a no hallarse,
aportar la luz con su acto de amor,
que todo lo encumbra y glorifica.

La bondad celeste nos reconforta,
nos aviva por dentro y por fuera,
con la expansión de la franqueza,
pues la caída entró por la maldad,
que ha sido dominada por la Cruz.
 
III.- NO RECELES;
BASTA EL TRIBUTO DEL ALMA

La sanación es operada por Dios,
en un entorno de fe de las gentes,  
su providencia no nos abandona,
siempre está ahí pendiente del ser,
de cada mirada prendida a Jesús.

Un reino de amparo que nos mora,
que se manifiesta con la donación,
con el ruego y con obras de ardor;
dones que nos abren a la búsqueda,
mientras pilotamos por las sendas.

Juntemos latidos y cedamos savia,
situemos el corazón en los labios,
es un buen modo de reencontrarse,
de reabrirse a nacientes horizontes,
aún en medio de los mil desórdenes.

Víctor CORCOBA HERRERO
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