País de mancos

Lunes, 23 Abril 2018 18:53 Escrito por Ángel Soriano

Columna | Desde el portal

 De ser presidente y realizar su programa de seguridad –aunque reconoce que mintió al pueblo de Nuevo León al ofrecer terminar su mandato sin cumplirlo- Jaime Rodríguez Calderón (a) “El Bronco”, tendría que cortar muchas manos tanto a la delincuencia de cuello blanco, la delincuencia común y organizada, para dar tranquilidad al pueblo de México.

 Y no es que la propuesta sea insólita o audaz, ya en muchas comunidades del país se practica el linchamiento, se azuza a los delincuentes mediante mantas colgadas en conjuntos habitacionales, se organizan los pueblos mediante la policía comunitaria, y en otras ocasiones los automovilistas y jefes de familia se hacen justicia con su propia mano armándose hasta los dientes.

 Lo ofrecido por “El Bronco” cayó de peso en el país y en el extranjero y lo ubica entre los ganadores del primer debate presidencial, no sólo por su propuesta –que haría de México un país de mancos, así como en una ocasión López Portillo nos definió como un país de cínicos-, sino porque fue novedoso en general: dio a conocer su WhatsApp para recibir propuestas, y demostró más ingenio que el resto de los contendientes.

 “Creo en el matrimonio, tan es así que me he casado tres veces”, dijo entre una y otra ocurrencia que le han valido colocarse en el ánimo de los punteros, rebasando incluso al mismo López Obradore, que es una chucha cuerera en materia de lenguaje popular para acabar en una frase, en dos palabras, en un reviere o en un gesto a sus adversarios.

 Rodríguez Calderón reveló también que su madre no sabe leer ni escribir, sin embargo le enseñó a no apropiarse de lo que no es de él. Y así, como esa, entre una y otra verdad o chascarrillo, el de Nuevo León cuando menos se ubicó entre los aspirantes a la Presidencia de la República con una popularidad construida al calor de la campaña. No tiene grandes propuestas porque su plan de Gobierno pretende realizarlo con la participación de los ciudadanos y luego ejecutarlos con la ayuda de expertos. La misma estrategia a la que ocurre el tabasqueño cuando dice que “el pueblo manda, el pueblo decide”, o “el pueblo pone y quita”.

 Lo importante del debate presidencial es que se exhibieron los candidatos, repitieron el mismo discurso o la misma fijación, como el caso de Margarita Zavala que no suelta a Ricardo Anaya, su enemigo a vencer, y para quien es el enemigo a vencer; Anaya siempre dice lo mismo: hay que resolver el problema de seguridad con inteligencia, la misma que hace falta a los gobernantes; Meade presume de su honestidad en 20 años en el servicio público  y AMLO recurre cada vez que puede “a mis asesores de los pueblos”, aunque en realidad el ciudadano común casi no tiene oportunidad de hablar con él, pues sólo permanece en los pueblos unos minutos.

 En general “El Bronco” se alzó de brazos y se llevó la noche, exhibiéndonos como un país de bárbaros, donde la Ley y la justica no existen, y la violencia tendría que combatirse con más violencia; la ilegalidad con más ilegalidad, pero sobre todo, recordó que en nuestro país la política porfirista sigue vigente: Mátalos en caliente.

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