En 1956, la Universidad de Puebla alcanzó formalmente  su autonomía.

A lo largo del siglo XX, la lucha por la autonomía universitaria transcurrió en medio de la lucha entre liberales y conservadores, izquierda y derecha, dentro y fuera de los recintos escolares

En Puebla, finalmente se obtiene en 1956, con el aval de ambos sectores, acotada por la implantación del llamado “Consejo de Honor”, y gracias a una estrategia estudiantil muy pragmática, por parte de la Federación Estudiantil Poblana.

Con astucia y sensibilidad, los dirigentes de la FEP posiblemente tuvieron en cuenta los hechos del contexto político nacional, como la gran huelga nacional de más de 70 mil estudiantes que encabezaban líderes  del Instituto Politécnico Nacional y el movimiento magisterial de la sección 9 del SNTE, entre otros. A nivel estatal el gobierno a 60 días de concluir su periodo constitucional   tenía necesidad de reconocimiento por parte de la comunidad universitaria que se había opuesto a la militarización de su institución y la separación de la preparatoria.

Tanto el gobierno federal como el estatal usaron la vieja petición de autonomía para diferenciar la actitud de los estudiantes poblanos con las exigencias de mayores subsidios de los   huelguistas que eran acusados de polipillos, polifacinerosos y otros calificativos.

Tácitamente, la FEP con su silencio apoyó la represión  de la huelga politécnica, que a su vez señaló la derechización de las políticas del estado en materia social y educativa.

En retribución a ese apoyo, las autoridades otorgaron ciertas concesiones, entre ellas, la autonomía universitaria, y magro aumento hasta 500 mil pesos anuales cuando el Centro Escolar recibía un millón 200 mil pesos. 

En Puebla, la lucha por la autonomía no terminaría, propiamente, en 1956, sino que daría lugar al movimiento de reforma universitaria de 1961 y a la nueva Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Puebla, de 1963, donde se reconoce la plena autonomía de la institución.[1]