•    Serían parte del grupo delictivo generador de violencia en la región de Esperanza.

ESPERANZA, Pue. - Dos hombres y una mujer presuntamente relacionados con los delitos de secuestro, robo a transporte de carga, extorsión, desaparición de personas y narcomenudeo para la banda de "Los Moustros", fueron capturados por agentes de la Policía Estatal en la junta auxiliar de San José Cuyachapa de este municipio.

De acuerdo con el trabajo de investigación y análisis de la información sobre hechos delictivos en la región, los detenidos serían parte de dicho grupo delictivo, identificado como uno de los generadores de violencia en la zona; operan bajo las órdenes de un hombre apodado "El Boti" con actividades delictivas en municipios en los límites de Puebla y Veracruz.

Los sujetos fueron identificados como Amador J., de 55 años; Miguel Antonio J., 30 años y Dulce María R., de 30 años, a quienes los agentes ubicaron en la calle 10 Oriente, cuando sostenían una discusión.

Al hacerles una revisión, los encontraron en posesión de un arma de fuego tipo revólver calibre. 22 abastecida con seis cartuchos útiles, sustancias con características de las drogas conocidas como marihuana (una bolsa y 23 envoltorios) y cristal (siete envoltorios).

Además, una motocicleta, dos chalecos balísticos, dos paneles balísticos, dos radios de comunicación, un pantalón y una chamarra táctica, por lo que fueron detenidos y puestos a disposición de las autoridades ministeriales.

Publicado en INSEGURIDAD

• Testimonios de vendedoras de comida de la estación de tren en Esperanza, Puebla, dan vida a esta historia que muestra la cultura gastronómica en torno al ferrocarril

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero (CNPPCF) y del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos y la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU), llevará a cabo la presentación del documental Esperanza, las vendedoras del tren, proyecto impulsado por la Organización por la Cultura, Identidad y Bienestar de Esperanza (OCIBE), en Puebla, el cual fue beneficiado en 2018 por el  Programa de Acciones Culturales Multilingües y Comunitarias (PACMyC).

Esperanza, las vendedoras del tren rescata las memorias de un grupo de mujeres dedicadas a la venta de comida en una estación de la antigua ruta del Ferrocarril Mexicano, ubicada en el municipio de Esperanza, Puebla. En palabras de Adriana Guerrero, investigadora sobre cultura alimentaria, “la memoria es la protagonista de esta original historia [y] Esperanza, es un eufemismo de la esperanza de un grupo de mujeres vendedoras de comida en una estación ferroviaria de la antigua ruta del Ferrocarril El Mexicano, inhabilitada hace tres décadas”.

Esperanza, las vendedoras del tren nos invita a un viaje por aquellas estaciones y andenes donde los gritos, pregones, olores y sabores se quedaron en la memoria de viajeros y ferrocarrileros. Un viaje por la historia de sus pueblos y de las mujeres que generaron una importante economía basada en la comida.

Este documental, dirigido por Carmen Ramírez Domínguez, Óscar Flores Solano y José Antonio Ruíz Jarquín, será presentado de manera virtual este lunes 8 de marzo a las 18:00 horas, a través de los perfiles de Facebook del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos y de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas

Se contará con la participación de la directora del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero / Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, Teresa Márquez Martínez, del titular de la DGCPIU, Mardonio Carballo Manuel; Sergio Vergara Berdejo, Carmen Ramírez Domínguez y las señoras vendedoras de comida Esperanza Hernández Pérez y María Luisa Luna.

En este proyecto, el CNPPCF tuvo la oportunidad de brindar apoyo técnico, de documentación e investigación, así como en la difusión de este valioso material que estará disponible a partir del 8 de marzo a las 19 horas en: https://www.filminlatino.mx/ con acceso gratuito.

Publicado en CULTURA
Domingo, 09 Agosto 2020 16:53

Esperanza

Hubo una epidemia de tristeza en la ciudad, advierte Sabina.

Así estamos.

Lastimados. Heridos. Con miedo.

El cerco se estrecha.

La muerte nos muerde cada vez más cerca. En conocidos. En amigos. En gente que parte antes de lo esperado.

La enfermedad se los lleva así, sin aviso.

Estamos en un túnel. En un abismo. En una oscuridad. En la penumbra que no avizora salida.

Será una larga espera sólo sostenible por la esperanza.

Que venza la vida. Que la ciencia se levante con una vacuna, un tratamiento, un diagnóstico oportuno que impida que este virus devore la vida de otros que amamos.

O la nuestra.

Vencerá, sin duda. No pronto ni fácil.

Y entonces, aunque nada vuelva a ser igual, en lo que importa, lo será.

Nos abrazaremos. Volveremos a encontrarnos. Volveremos a sentir la mano del otro.

La sonrisa no cambiará. Ni el amor. Ni la bondad. Ni el latido.

Y la verdad no usará cubrebocas, ni los besos y el único termómetro será el de nuestra pasión por la vida.

Y rebrotará el amor y la primavera y las flores.

Todo pasará, algún día.

Hay que refugiarnos en los próximos, en la vastedad de la memoria, en los viejos acordes y las páginas amadas.

Y vencer con esperanza a la pandemia de tristeza que asuela a la humanidad.

Twitter | @fvazquezrig

Publicado en GOBIERNO
Jueves, 21 Diciembre 2017 09:39

Momentos para la esperanza

Artículo | Algo Más Que Palabras
  
     Durante estos días, los buenos deseos nos acompañan en todo momento. Parece que nos sostiene ese espíritu de ilusión por reencontrarnos con ese niño que todos llevamos dentro. Ciertamente, a poco que reflexionemos en silencio, hallaremos esa mística consoladora que da vida a nuestro ser y paz a nuestras entretelas. No es cuestión de griteríos. Quizás tengamos que liberarnos de esta mundanidad y enhebrar otros abecedarios más del alma, hasta volvernos cantautores de lágrimas, pintores de sueños, o arquitectos de pentagramas de aliento. Por ello, nos conviene vernos mar adentro, no para lamentarnos ni amargarnos, sino para volver a la poesía de la que nunca debimos haber huido. Es hora de regresar, de levantarnos, de volver a empezar con la métrica de los caminos; y, sobre todo, es el instante preciso de la escucha. Sólo así podremos despertar a la creatividad, a la comunión de ideas, a una cultura de la sencillez y del encuentro. No podemos encerrarnos en nosotros, hay que abrirse con el mejor de los propósitos, el de aprender de nuestros propios errores. Tomemos las plazas para estrecharnos, sembremos la caricia de la compasión por doquier, repartamos versos y sonrisas, activemos la gratuidad de donarnos, máxime en unas circunstancias en que además de las guerras, hay amenazas como el cambio climático, las hambrunas, las pandemias, el crimen organizado o el tráfico de drogas que pueden exacerbar los conflictos.

    Sea como fuere, tenemos que adelantarnos a los peligros, nos evita sufrimientos e incluso nos ahorra dinero. A punto de comenzar un nuevo año, y tras meditar sobre la vía poética que está en los labios, anhelos y corazones de todos, es el momento de adentrarnos en nuestro camino y de pensar en nuestros hechos interiores, en esa criatura de espíritu grande y batallador, que nos injerta fuerza para vivir, aunque el esfuerzo sea largo y fatigoso, no en vano tenemos que promover la prosperidad de todos los seres humanos, al tiempo que hemos de proteger el planeta. A pesar de que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no son jurídicamente obligatorios, se espera que los gobiernos los adopten como propios y establezcan marcos nacionales para su logro. Desde luego, los diversos países tienen la responsabilidad primordial del seguimiento y examen de los progresos conseguidos en el cumplimiento de dichas tareas, para lo cual es necesario recopilar datos fiables, accesibles y oportunos. Ojalá seamos capaces de cimentar lazos, sentimientos de fraternidad, pues lo importante no es la globalización, sino la toma de conciencia de pertenecer a una única familia, la de un linaje reconciliador, despojado de todo instinto dominador y egoísta.

    La esperanza no podemos perderla, sería como quitarnos la vida. Hay que secar las fuentes del mal, trabajar a destajo para que esto se produzca, reconociendo que únicamente aquella libertad que se somete a lo auténtico conduce a la persona a su verdadero bien. Confieso que el único símbolo de humanidad que conozco es la bondad, toda una demostración de misericordia, muy superior a todo lo demás. Nada me asombra tanto como aquella gente compasiva que no se olvida de nadie, que une y no separa, que sana las llagas y dulcifica el tiempo, que acoge y no abandona, que auxilia y no desampara.  Este es el verdadero espíritu navideño, el del amor más sublime, el que alienta y conforta a los desplazados y refugiados, el que anima a los desvalidos al abrigo de un corazón solidario. ¡Hágase, pues, esta Navidad! ¡Emociónese con Navidad! ¡Vuelva Navidad a nuestros hogares! Sí, sí, de nada sirve el festín consumista, sino buscamos la estrella que nos oriente y nos ensanche las ganas de cohabitar. Porque, realmente, la vida no es aceptable a no ser que el cuerpo y el espíritu convivan en buena concordia, como ese crío con el que nacemos, abrazándolo todo. Lástima que la violencia en la República Centroafricana, y en tantos otros sitios, se haya recrudecido en 2017 y deje a toda una generación de inocentes traumatizados, malnutridos, sin escolarizar y sin acceso a la sanidad más básica. Confiemos en ser cada día mejores ciudadanos, seres que se aman y, por tanto, mujeres y hombres de paz. En todo caso, meditemos para que se cree en nuestro interior un espacio para el sosiego y, por ende, para disfrutar de los sonidos melodiosos del poema. En la poesía, tal vez en la poesía, insisto, nos descubramos humildes. Seguro que sí. Con razón, se dice de los poetas, que son latidos que han conservado sus ojos de angelito.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Publicado en COLUMNAS

Posterior encabezar de manera conjunta con el Secretario de Turismo Federal Enrique de la Madrid Moreno y Gobierno del Estado el inicio del “Programa Viajemos todos por México”, el titular del Ejecutivo en la entidad Tony Gali Fayad señaló en entrevista que el Gobierno que preside continuara con los trabajos que se realizan para limpiar y desazolvar las casas que sufrieron daños este jueves luego de las fuertes lluvias que se presentaron en Santa Catarina los Reyes perteneciente al municipio de Esperanza.

Señalo que en este caso gracias a Dios no se tuvieron que lamentar pérdidas de vidas humanas, ya que ni siquiera hubo lastimados y eso es bueno porque afortunadamente lo material se recupera.

Refirió que para el efecto dio indicaciones a fin desde el jueves en lo noche están trabajando en el lugar la Secretaria de Desarrollo Social, el DIF Estatal y asimismo gente de Infraestructura, Protección Civil y gente de la Secretaria de la Defensa Nacional (SEDENA), quienes prestaron lo que es la ayuda requerida para estos casos.

Dijo Gali Fayad que hasta el momento se tienen contabilizadas 35 casas afectadas, de estas las que sufrieron pérdida total son 10, estas serán reconstruidas totalmente y las que sufrieron solo daños mínimos serán desazolvadas y la gente podrá regresar a ellas.

Gali Fayad señaló cuestionado respecto al apoyo que para el efecto recibe de la federación que en el caso opera también opera lo que es el FONDEN, asimismo esta lo que es el seguro que tiene el Estado por lo que el Secretario de Desarrollo Social está en el lugar evaluando y ahí estará hasta que tengamos todo concluido.

Dijo que por su parte la SEDENA activo el Plan DN-III de apoyo a la población, así mismo coordino los trabajos de retiro de todo en las viviendas afectadas y llevo a cabo el desazolvé de las calles de la referida comunidad.

Respecto a los daños sufridos en el campo el Gobernador dijo que el secretario de Desarrollo Rural Rodrigo Riestra Piña también esta apostado en la comunidad, evaluando daños y la instrucción que tiene es que evaluados los daño informe a fin de poder liberar los recursos suficientes y de este modo poder indemnizar a los productores que han sido perjudicados.

Agredo que en la entidad poblana se tienen más de 73 mil habitantes de 100 comunidades pertenecientes a 15 municipios tanto en la sierra Norte como en a Negra que habitan en zonas vulnerables que pueden tener este tipo de contingencias en temporada de lluvias y huracanes, por lo que Protección Civil está en contacto con estos municipios del interior del estado y estará pendiente ya que con las lluvias se reblandece la tierra y esto pone en peligro a los habitantes.

Dijo que sin embargo solo estarán pendientes de atender este problema en temporada de lluvias y huracanes, ya que la meteorología puede diagnosticar en tiempo y forma antes de estos sucesos y con ello estaremos pendientes, podremos desalojar a los habitantes sin que corran ningún riesgo.

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Miércoles, 22 Marzo 2017 20:07

La esperanza le incumbe a toda existencia

Artículo | Algo Más Que Palabras

 Cada día estoy más convencido de que tenemos que recuperar nuevos modos y maneras de vivir, lograr tiempo para la reflexión, ejercer el derecho a ser uno mismo, sacar enseñanzas del pasado para nuestro presente y nuestro futuro, ser perseverantes ante las situaciones adversas; y, sobre todo, activar una energía constructiva, que tienda lazos de unión entre los pueblos y las gentes, máxime en un momento de tanta desolación para muchos seres humanos, víctimas de la exclusión, la indiferencia, el racismo y la intolerancia. Para desgracia de la especie la discriminación racial y la violencia aumentan; las personas son atacadas por su raza, nacionalidad, etnia, religión y orientación sexual. También se cierran las fronteras y la protección internacional a los refugiados está siendo socavada. Los hechos ahí están, los acaba de refrendar António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas: “Los migrantes se han convertido en chivos expiatorios, la xenofobia aumenta, las mujeres y niñas de comunidades minoritarias son discriminadas. La incitación al odio, los estereotipos y la estigmatización son cosas cotidianas”. Bajo esta bochornosa situación en la que nos encontramos, de contiendas inútiles, nos conviene recapacitar y ver la manera de transitar por otros horizontes más armónicos y conciliadores.

 No es de recibo que sigamos arruinando nuestra propia vida. Vivimos un momento de confusión, de incertidumbre como jamás, de deshumanización total. Lo que impera es el odio y la venganza. Se han trastocado todos los valores humanos. A los niños no les dejamos ser niños. A los jóvenes les impedimos realizarse. Les negamos un derecho y un deber tan esencial como un trabajo digno. A los mayores los descartamos sin más. La inhumanidad es manifiesta. La locura todo lo asalta. Hay líderes políticos que para sobrevivir deben sembrar cizaña. También hay sistemas económicos que para mantenerse deben hacer la guerra. De igual modo, hay intelectuales que para perdurar se venden al mejor postor. Así, hemos convertido este mundo, en un espacio de falsedades en el que la hipocresía nos prende todo tipo de maldades. De ahí la importancia de combatirse a sí mismo, de convencerse uno mismo, de que todos necesitamos de todos, y que cualquier batalla no es más que un capricho de unos pocos para hacerse dueños de la miseria.

 Debiéramos madurar más sobre lo maravilloso que se vuelve la vida, mayormente cuánto más se vive y se deja vivir. Lo importante es construir, no destruir; hacer piña, no dividir; abrirse, no cerrarse; ya que, la vida cuando se abraza de verdad, practica una innata cultura del encuentro, de caminar unidos, con ánimo benéfico, sin rencor alguno, con amor. Ojalá fuésemos juntos todos, cada cual con su aportación, y no dejásemos a nadie en el camino. No olvidemos que un tercio de la población mundial vive con bajos niveles de desarrollo. Deberíamos repensar todas estas cuestiones, si en verdad queremos garantizar un desarrollo humano sostenible para todas las personas.

 Por otra parte, en este caos, de nuestro diario mundo, el desprecio a la vida humana nos exige tomar partido por toda existencia, mediante un ejercicio continuo de empatía, de escucha y de mano tendida. A mi juicio, urge abordar las condiciones que ayudan a propagar el terrorismo. Sería bueno reforzar la capacidad de los Estados y fortalecer mucho más aún el papel de Naciones Unidas, previniendo y combatiendo esta tremenda lacra que no valora la vida humana, garantizando el respeto universal de los derechos humanos y del estado de derecho como pilar fundamental de la lucha contra estos sembradores del miedo, que bloquean el diálogo entre las naciones, pues su único propósito es matar y destruir indistintamente vidas humanas y bienes, así como crear un clima de inseguridad que nos impida coexistir. Por ello, cuanto más indefensos son los seres humanos, tanto más deben ser protegidos. En vista de estas paranoias, quizás debiéramos ahondar más todos en este hombre interior que todos llevamos consigo, puesto que alcanzando este camino de madurez interna, si que avanzaríamos hacia el auténtico rescate de la humanidad. Tal vez la vida sea un perenne abrazo de unos hacia otros. Démoslo de verdad.
 
Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Domingo, 01 Enero 2017 17:47

Custodiar y esperanzarnos

Artículo | Algo Más Que Palabras
  
    A veces pienso que somos una generación muy adoctrinada, pero poco pensante. Los instantes que vivimos, tan alocados, indudablemente no ayudan a tener esa reflexión calmada y tranquila de encuentros y reencuentros consigo mismo. Siempre será bueno descubrir el fondo de lo que nos acontece. Servidor, con el inicio del nuevo año, se ha hecho el propósito de ganar tiempo para sí, para explorarme y meditar libremente. Se lo aconsejo al lector también. Todavía no sabemos apreciar el camino de nuestros predecesores, y aún mucho menos custodiar su gran sabiduría, los principios y valores que nos han hecho grandes en otras fechas. Sólo hay que detenerse en los cultivadores del arte y la palabra, en sus genialidades. Desde siempre la belleza ha tomado auténtico cuerpo por sí misma, y se ha manifestado como un periodo de ánimo asombroso, como una manera de avanzar por la vida, mediante un motivado temple armónico del cielo con la tierra, de lo visible con lo invisible, de la luz con las sombras. Lo mismo ha sucedido con aquellos que cultivan la ciencia y la tecnología, marcados justamente  por un verdadero desvelo y por un amor sincero a la verdad, ellos igualmente han contribuido a tranquilizarnos en esa aproximación a la mística gnosis del ser humano a través de la estética del intelecto. Unos y otros, en definitiva, nos han esperanzado, sin grandes discursos ni protagonismos, con una labor persistente y callada. Lo fundamental de todo esto, es la gran enseñanza que nos queda, de que todos somos necesarios y de que no hace falta ensombrecer a nadie para sentirnos significativos. Es la unión, y la unidad, la que nos engrandece como especie.

    Naturalmente, tenemos que custodiar lo vivido y esperanzarnos en aquello que aún nos queda por vivir. Nuestras historias son raíces básicas para no perder la orientación. Al final, si en efecto queremos la paz, hemos de ser una familia y hemos de fraternizarnos como tal. Una sociedad que divide sin piedad alguna, que no se vincula entre sus moradores, más pronto que tarde, dejará de existir. Ese desamparo que vivimos cuando se nos separa y se nos excluye de una tierra, de un pueblo o una ciudad, de una familia, aparte de dejarnos sin horizonte, además nos deja decaídos hasta morirnos en el dolor. Ya lo decía en su época el inolvidable novelista francés, Víctor Hugo, allá por el siglo XIX: "el infierno está todo en esta palabra: soledad"; y cuánta razón hay en ello, puesto que todos tenemos una necesidad humana de compartir cosas, de vivir en comunidad, de ser para el grupo la gran compañía, el gran sustento más allá de cualquier egoísmo. Desde luego, no es fácil donarse en este mundo de intereses que vivimos, quizás como los Magos de Oriente tengamos que cambiar de ruta, y no conformarnos con la mentalidad  reinante, sabiendo que cada momento, igual que cada uno de nosotros, es único e irrepetible. Hoy el mundo requiere de verídicos humanistas para renovar la humanidad. Nos sobran encantadores de verbos y nos faltan gentes de verbo claro y cierto. En otros periodos históricos de nuestra existencia, San Alberto Magno y  Santa Teresa Benedicta de la Cruz, buscaron la certeza por todos los rincones del orbe. También otros intelectuales, pusieron sus capacidades al servicio de sus análogos, testimoniando de este modo que la cognición y la voluntad están encadenadas y que se complementan. Precisamente, es en esta complementación de realidades, cómo descubrimos que son las relaciones entre las personas lo que da sentido a nuestra existencia.

    De veras, en la vocación de vivir está implícita la custodia de cada ser humano por sí mismo y por todo lo que le rodea, por la hermosura de la creación, como se nos indica en el libro ya del Génesis y como se nos muestra en San Francisco de Asís, con la consideración por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. O más próxima a nosotros, la escritora francesa, Françoise Sagan (1935-2004), que decía: "Deseo tanto que respeten mi libertad que soy incapaz de no respetar a la de los demás". En ocasiones, tenemos más necesidad de sentirnos amados que de pan, de aliento que de alimento; pues hasta el mismo acatamiento a la vida, que debiera ser fundamento de cualquier otro derecho, se pone en entredicho con demasiada frecuencia. Recordemos que algo tan estúpido como la venganza, las barbaries que todo lo destruyen porque sus simientes son de rencor,  la soberbia o la misma envidia, nos aniquilan como gentes de pensamiento. Basta con que un ser humano active el terror para que el miedo se propague por todos los continentes. En este sentido, nos llena de gozo que António Guterres haya iniciado su mandato como Secretario General de Naciones Unidas, reivindicando un mundo en armonía. No es un sueño, ha de ser nuestra esperanza más viva. Como bien dijo "la paz depende de nosotros", únicamente demanda el compromiso de querer vivir en el diálogo, en la deferencia hacia todo ser vivo. Que hablen las gentes, no las armas. Para desgracia de todos, son muchas las personas atrapadas en conflictos, donde todos perdemos, no hay triunfantes, si personas arruinadas de por vida, muertas, sin ilusión alguna por superar las diferencias y alcanzar la concordia. Renacer es humano. Propiciémoslo. Miremos a Colombia que consiguió un acuerdo de paz histórico para poner fin a cincuenta años de inútiles contiendas. Ha llegado el turno, por consiguiente, de forjar consensos, de fraguar más abrazos que disparos, de inventar nacientes lenguajes; con abecedarios de equidad, justicia, solidaridad y sinceridad.

    Madre Teresa de Calcuta, siempre en terreno de misión, solía decir que "la paz comienza con una sonrisa"; sin duda, con un cambio de actitud. Con el tiempo, yo también he aprendido, que el signo más evidente de que habita la poesía en mí, es haber hallado esa paz interior, tan libre como genuina, a través de la observación, de mirar y ver, o simplemente de dejarme cautivar por el silencio. Custodiémonos, efectivamente, el intelecto al servicio del amor. Ésta es la más esperanzada receta. No nos confundamos. El que ama todo lo comprende, también todo lo entiende, hasta los defectos de la persona a quien se entrega. Unamuno siempre tenía en boca esta fórmula de sanación: "El amor compadece, y compadece más cuanto más ama". El referente es ese Niño que nos acaba de nacer, que nos da continuidad y esperanza, pues todo ser humano, ya no es que viva de recuerdos, sino que también camina entre la memoria y el anhelo por abrazar cada cual su propia historia. Por ello, es importante que salgamos de esa ficción que nos mata, que juega con nosotros a su antojo, a su poderío. Las gentes han de volver a ser sencillas de corazón, a sentir la emoción por la pureza, por ese culto a una cultura nívea que nos concilie. Tenemos demasiada cultura putrefacta que nos atormenta. Precisamos sentirnos dueños, artífices de uno mismo en alianza con los demás, algo que es tan necesario como urgente. Ahora bien, nos merecemos salir erguidos y con la cabeza alzada, con la mano tendida, pero con la mirada firme. Hemos de despertar sin abatimiento, sabiendo que por muy desconsolado que el pueblo camine, la esperanza de rehacernos de nuevo volverá a estar presente, como en el caso de las gentes positivas, que ven siempre el vaso medio lleno y nunca medio vacío. Venga, en consecuencia, a nosotros ese estimulante vital muy superior a la buena estrella. Al fin y al cabo, todo hay que trabajarlo. O sea, ¡ganárselo!.
 
Víctor Corcoba Herrero /  Escritor
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Miércoles, 26 Octubre 2016 18:05

En la hora del ocaso de nuestra vida

Artículo | Algo Más Que Palabras

    Más pronto o más tarde, nos llegará la hora del ocaso a nuestra vida, con la esperanza de que cuando la muerte nos alcanza, ya no seremos lo que en este preciso instante somos; andarines de sueños, peregrinos en permanente búsqueda.

    Noviembre, que siempre despunta por ser una ventana de recordatorios y añoranzas a través de los días de Santos y Difuntos, puede ser un buen mes para interrogarnos y para ver dónde tenemos anclado nuestro espíritu, sabiendo que todo trasciende desde la mansedumbre. Lo que permanece son nuestras huellas; esas sí que no se pueden borrar, nos sostienen como especie y nos sustentan eternamente, con el constante asombro de saber que ahora soy, y que mañana seguiré siendo a través del abecedario más profundo, el del silencio.

    Sin duda, es importante que cualquier ser humano, cultive la religión que cultive, mantenga viva esa relación con sus predecesores, y entendamos la muerte como un peldaño más en este trascender hacia la luz. Ellos ahí están, en profunda paz, injertándonos la última lección del pensamiento, con todo el tiempo del mundo, inmersos en el océano del amor infinito, donde ya no existe ni el ayer, ni el hoy, ni el mañana.

    Irremediablemente nuestra vida está profundamente armonizada a otras existencias. Quizás, por ello, tengamos que despojarnos de este cuerpo para tomar otro verso más puro, otro poema más perfecto en una morada más sublime, más celeste, más espiritual en definitiva. Al fin y al cabo, la materia se descompone y, en el transcurso del proceso, su masa se transforma, se convierte en energía. Unidos a esta poética invisible de recuerdos, se evita la posibilidad de olvido de nuestras raíces, la falta de consideración hacia nuestros antepasados,  pues, hemos de pensar que la muerte, aunque ha de ser algo que no debemos temer,  en realidad debe alentarnos a vivir.

    El mundo de la literatura y del arte en general, también el de la ciencia,  ha generado historias sorprendentes. Tal vez uno tenga que disolverse en la nada para llegar a ser el todo en la poesía, en la belleza indescifrable e invisible que nos acerca a ese edén en el que todos somos parte y obra. ¿Habrá suplicio mayor que un alma aislada, desmembrada de ese tronco creativo que nos ilumina y se ilumina? Es hora de recapacitar sobre estas cuestiones, máxime cuando se abusa sin piedad del jardín que el Creador nos ha confiado a todo ser humano, para que todos podemos comer de sus frutos, no únicamente los privilegiados que, con su soberbia, mueren en la necedad más absurda.

    Tan importante como saber morir es acertar a vivir en ese gran proyecto existencial que exige de la solidaridad de todos. A pesar de tantas generaciones pasadas y vividas aún no hemos acertado a nutrirnos respetando el medio ambiente natural. A veces da la sensación que no tenemos fibra, que caminamos muertos, sin alma. Ahí está el Mediterráneo convertido en el gran cementerio humano. Según ACNUR, durante los 10 primeros meses de 2016 al menos 3.740 migrantes y refugiados murieron en la travesía, cifra que ya casi supera el total registrado en 2015 de 3.771. Ellos sí que merecen nuestra evocación. Cuando menos estamos llamados a guardar la memoria de su vida, a testimoniar su lucha por un mundo más poético, a consolar a sus familias y a activar nuestra lucha contra los dominadores de este injusto mundo, contra los espíritus malignos que imperan en cualquier esquina. Que el tránsito a la muerte corporal nos halle vigilantes siempre, conviviendo y viviendo para los demás, antes de que entremos en el reposo absoluto del tránsito, a la espera de un nuevo despertar final.

    La memoria hacia nuestros progenitores, el cuidado de los sepulcros convertidos en santuarios de reposo, también nos ayudan a reencontrarnos con ese espíritu inquieto, deseoso de abrazarse y abrazarnos. La muerte no puede tener la última palabra, ha de inspirarnos a comprender el valor y la valía de todo ser humano en su conjunto. Verdaderamente, en cada uno de nosotros, está impreso el sello del poeta viviente. Tan solo nos falta estrecharnos en el paraíso para entornar el recital de la gloria, y, así, poder sentir a Dios en esa luminaria perpetua, entre nuestras miradas y la suya.
   
Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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