CIUDAD DEL VATICANO. - Continuando con su serie de catequesis sobre «Jesús, nuestra esperanza» en la Audiencia General semanal, el Papa Francisco reflexiona sobre el nacimiento de Jesús en un establo de Belén, diciendo que abre nuestros corazones al asombro y al anuncio gozoso.

En su serie de catequesis sobre «Jesús, nuestra esperanza», el Papa Francisco se centró en el nacimiento de Jesús en Belén, destacando la humildad de Dios, que eligió nacer en un tiempo y lugar particulares, y en las circunstancias más humildes.

Incluso antes de su nacimiento, dijo el Papa, Jesús se hizo nuestro «compañero de viaje», viajando en el vientre de María, su madre, para visitar a Isabel; y más tarde, con María y José, viajando a Belén para ser inscrito en el censo.

Primeros testigos de la Buena Nueva

En su catequesis, que pidió leer al P. Pierluigi Giroli IC. El Papa Francisco explicó que la forma del nacimiento de Cristo fue «inaudita» para un rey. Jesús -señaló- no nació en un palacio real, sino en la parte trasera de una casa, en el lugar donde se guardaban los animales.

Los primeros testigos del nacimiento del Mesías fueron los pastores: «hombres de escasa cultura, malolientes por el contacto constante con los animales, que viven al margen de la sociedad».

Y sin embargo, dijo el Papa, los pastores practican la misma ocupación «por la que Dios mismo se da a conocer a su pueblo». Y Él los elige como los primeros destinatarios del anuncio más grande de todos los tiempos: «Os ha nacido un Salvador, que es Mesías y Señor».

También aquí, el Papa Francisco se centró en las humildes circunstancias de la aparición de Jesús: los pastores lo encuentran acostado en un pesebre, un comedero. La buena noticia de que su Salvador, el Mesías, se encuentra en «un lugar muy humilde, reservado a los animales... abre sus corazones al asombro, a la alabanza y al anuncio gozoso».

Como señaló el Papa en su Carta apostólica Admirabile signum, «son los humildes y los pobres quienes saludan el acontecimiento de la Encarnación».

Capaces de asombro y alabanza ante Dios

El Santo Padre invitó a los fieles a buscar la gracia de ser capaces de «asombro y alabanza ante Dios», como lo fueron los pastores, «y de ser capaces de valorar lo que Él nos ha confiado: los talentos, los carismas, nuestra vocación y las personas que pone a nuestro lado».

Por último, dijo: «Pidamos al Señor ser capaces de discernir en la debilidad la fuerza extraordinaria del Niño Dios, que viene a renovar el mundo y a transformar nuestras vidas con su proyecto lleno de esperanza para toda la humanidad».

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Ciudad del Vaticano. - Al final de la celebración eucarística jubilar, dirigiéndose a los militares de todo el mundo, el Papa hace otra recomendación citando la «Gaudium et spes»: observar siempre las convenciones internacionales sobre los conflictos, guardar «sagrado respeto por la vida de la Creación». Luego su pensamiento se dirige a Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar, Kivu, Sudán: «Que callen las armas en todas partes y que se escuche el grito de los pueblos que piden la paz».

Al final de la Misa por el Jubileo de las Fuerzas Armadas, de Policía y de Seguridad, presidida por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro, el Pontífice renueva su recomendación a la luz de la Constitución Pastoral Gaudium et spes, que en el párrafo n. 79 especifica precisamente el deber de mitigar la inhumanidad de la guerra.

El servicio armado sólo debe ejercerse en legítima defensa

La puntualización de la doctrina de la Iglesia se hace antes de la oración mariana dominical, al tiempo que se da las gracias a las autoridades civiles presentes en el Vaticano por su peregrinación, «por su servicio pastoral» y a los ordinarios y capellanes castrenses. A los militares esparcidos por el mundo, el Pontífice recuerda uno de los principales documentos del Concilio Vaticano II que dice: «Los que, al servicio de la patria, se hallan en el ejercicio, considérense instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos».

Este servicio armado sólo debe ejercerse en defensa propia, nunca para imponer el dominio sobre otras naciones. Siempre observando las convenciones internacionales sobre conflictos. Y ante todo con sagrado respeto a la vida de la Creación.

El Papa a las Fuerzas Armadas: no se dejen seducir por las armas, defiendan siempre la vida

Francisco presidió en la plaza de San Pedro la misa jubilar por los cuerpos militares y de seguridad, destacando su valor en la «lucha contra la criminalidad y las diversas formas ...

Rezar por la paz en las regiones desgarradas por los conflictos

Y confiando su oración a la Virgen, Reina de la Paz, Francisco no olvida dirigir su pensamiento a la «atormentada Ucrania, en Palestina, en Israel, Myanmar, en todo Oriente Medio, en Kivu, en Sudán.

Que en todas partes callen las armas y se escuche el grito de los pueblos que piden la paz.

Las palabras del Papa llegan cuando los escenarios de conflicto en algunas regiones del mundo despiertan la preocupación de cancillerías y pueblos. En relación a la guerra en Ucrania, el presidente de EEUU, Trump, afirmó en una entrevista al New York Post que había hablado por teléfono con su homólogo ruso, Putin, para intentar negociar el fin del conflicto. Por parte rusa ninguna confirmación ni desmentida. En la ex Birmania, donde la Junta Militar lleva casi cuatro años atacando a la población, la situación de los refugiados es desesperada, agravada por las medidas enérgicas de Donald Trump contra la agencia de desarrollo estadounidense USAID, que -como señala la organización humanitaria católica missio Aachen- ya están teniendo un gran impacto, al dejar de financiarse de la noche a la mañana un centro de salud en un campo de refugiados en la frontera entre Tailandia y Myanmar. Mientras tanto, el Presidente de Kenia, que actualmente lidera la Comunidad de África Oriental, organismo que promovió la cumbre de ayer en Dar es Salaam, ha hecho un llamamiento a todas las fuerzas armadas de la República Democrática del Congo para que cesen las hostilidades: que el grupo M23 deje de avanzar y que el ejército congoleño deje de responder.

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Ciudad del Vaticano. -  El Santo Padre envía un mensaje a los asistentes a la VI Conferencia Internacional "Por el equilibrio del mundo" que se efectúa en La Habana, Cuba, del 28 al 31 de enero de 2025. En el marco del Año Santo, reflexiona sobre la esperanza y destaca las iniciativas que abren caminos para quienes viven en condiciones de penuria.

"Los pobres y los enfermos, los jóvenes y los ancianos, los migrantes y los desplazados, incluso los privados de libertad, deben estar en el centro de nuestras consideraciones, para que nadie quede excluido y todos vean respetada su dignidad humana". Lo escribe el Papa Francisco en el mensaje dirigido a los participantes en la VI Conferencia Internacional "Por el equilibrio del mundo" que se realiza en La Habana, Cuba, del 28 al 31 de enero de 2025.

Bajo el lema "Con todos y para el bien de todos", el evento congrega a científicos de diversas ramas del saber, especialmente de las ciencias sociales, para reflexionar sobre los principales problemas contemporáneos. También pretenden encontrar objetivos comunes que permitan la unidad de acción global, sensibilizar a la opinión pública acerca de la importancia de la preeminencia del diálogo sobre la guerra, el amor sobre el odio y la solidaridad sobre el egoísmo.

En su texto, el Santo Padre recuerda las palabras de Jesús en la parábola del juicio final: "Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mt 25,40). En dicha línea, Francisco afirma que "como creyentes en Jesucristo, esta interpelación nos invita a reconocer en cada hombre y mujer la imagen de Dios, llamados a ser hermanos y a formar parte de la familia humana y de la familia de los hijos de Dios". Incluso el Papa sostiene que fuera del ámbito de la fe, esta afirmación mantiene íntegra su fuerza, pues todos estamos llamados a vivir en gratuidad fraterna y cada cosa que hacemos por otro nos repercute como individuos y como sociedad.

El Obispo de Roma nos incentiva a aprender esta lección desde el amor, "construyendo la esperanza en ese equilibrio que busca que todos tengan lo necesario, enseñándonos a compartir con el pobre, y a abrirnos con generosa acogida al otro, de manera que sepamos contribuir con lo que somos y tenemos al bien común". Asimismo, augura "que estos deseos puedan ayudarles en los trabajos que emprenden en pro de una sociedad más justa y fraterna".
Trabajar con denuedo para que la esperanza se traduzca en paz

Según el Sucesor de Pedro, en el contexto del Jubileo de 2025, la esperanza se revela como un valor muy adecuado para este foro, indica, "pues, gracias a su aspiración de ser abierto, plural y multidisciplinar, tiene la capacidad de asomarse a las razones que mueven el corazón del hombre de hoy".

    “Es la esperanza, que a los cristianos nos da la fe y el amor a Jesucristo, la que nos permite estar “dispuestos a participar de los sufrimientos, los cansancios, las desilusiones y los temores que son parte de la vida” de todo hombre y toda sociedad (cf. Carta enc. Dilexit nos, 157).”

"Nuestra esperanza, asegura el Pontífice, nace del amor y se funda en el amor. Un amor que nos llama a construir, sobre las ruinas que nosotros dejamos en este mundo con nuestro pecado, una nueva civilización del amor, para que en medio del desastre que ha dejado el mal, todos colaboremos en la reconstrucción del bien y la belleza".

Además, el Pontífice se refiere a una serie de "signos y de llamamientos a la esperanza" que planteó en la bula de indicción del Año Santo, Spes non confundit. Signos que a nivel social y cultural podemos asumir, dice, como hombres de buena voluntad, "redescubriendo esta preciosa virtud en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece, poniendo atención 'a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia'".

Por ende, el Papa espera que dicha certeza nos impele a trabajar con denuedo para que esta esperanza se traduzca en paz para el mundo. Un empeño que no tendrá éxito -advierte el Santo Padre- si no logra que cada hombre, impedido a abrirse a la vida con entusiasmo, a causa de los ritmos frenéticos de la vida, de los temores ante el futuro, de la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas, pueda mirar al futuro con esperanza.

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Ciudad del Vaticano. - En la audiencia general de esta mañana el Papa Francisco retomó el ciclo jubilar sobre «Jesucristo, nuestra esperanza» y desarrolló su catequesis sobre la escucha y la disponibilidad de María al anuncio del ángel Gabriel. De ella, que se lanzó «a la misión más grande que jamás haya sido confiada a una mujer, a una criatura humana», aprendemos a confiar en el Señor. «Recordemos a todos y para siempre que no es el hombre quien salva, sino sólo Dios»

María, que escuchó el anuncio del ángel Gabriel y dio espacio a Dios abandonándose a Él, que acogió «al Verbo en su propia carne» lanzándose «a la misión más grande que jamás haya sido confiada a una mujer, a una criatura humana», se puso «al servicio» del Todopoderoso.

El Santo Padre, durante la audiencia general celebrada la mañana de este 22 de enero, en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, reanudó el ciclo jubilar sobre «Jesucristo, nuestra esperanza», en la segunda catequesis dedicada a «La infancia de Jesús».

El Papa desarrolló su reflexión sobre «El anuncio a María. Escucha y disponibilidad» y se detuvo en los «efectos de la fuerza transformadora de la Palabra de Dios» y en todo lo que nos enseña la Virgen, llamada a ser la madre del Mesías.

    “Aprendamos de María, Madre del Salvador y Madre nuestra, a dejarnos abrir los oídos a la Palabra divina, a acogerla y apreciarla, para que transforme nuestros corazones en tabernáculos de su presencia, en hogares hospitalarios donde pueda crecer la esperanza”

La gracia de Dios en María

Remontándose a lo largo de los siglos, el Papa reflexionó sobre lo que sucedió en la pequeña aldea de Nazaret, en Galilea, «en las afueras de Israel, zona fronteriza con los paganos y sus contaminaciones».

En este lugar, desconocido para la mayoría de la gente de la época, «el ángel llevó un mensaje de forma y contenido totalmente inauditos, tanto que el corazón de María se estremeció, se turbó», señaló el Pontífice, añadiendo que Gabriel no la saludó con el clásico «la paz sea contigo», sino que «se dirigió a la Virgen con la invitación: «¡alégrate! ', «¡alégrate!'», la misma que utilizan los profetas al anunciar «la venida del Mesías» y que «Dios dirige a su pueblo cuando termina el exilio».

Revisa la videonoticia de la Audiencia General

Además, Dios llamó a María con un nombre de amor desconocido en la historia bíblica: kecharitoméne, que significa «llena de la gracia divina». María está llena de la gracia divina. Este nombre dice que el amor de Dios habita y sigue habitando desde hace mucho tiempo en su corazón. Dice cuán «llena de gracia» es y, sobre todo, cómo la gracia de Dios ha realizado en ella un cincelado interior que la ha convertido en una obra maestra: llena de gracia.

    “Las palabras del ángel inquietaron a María, que enseguida fue tranquilizada: ‘¡No temas!’”

Siempre la presencia del Señor nos da esta gracia de no temer, y así le dice a María: «¡No temas!». «No temas» dice Dios a Abraham, a Isaac, a Moisés, en la historia: «¡No temas!». Y también nos lo dice a nosotros: «No temas, adelante; ¡No temas!».

    “‘Padre tengo miedo de esto’; ‘Y qué haces, cuando...’ ‘Perdone, Padre, le digo la verdad: voy a la bruja...’ ‘¡Vas a la bruja!’; ‘Eh sí me leen las manos...’ ¡Por favor, no tenga miedo! ¡No tengan miedo! ¡No tengan miedo! Esto es bueno. ‘Soy tu compañero de camino’”

A María Gabriel le anunció la misión de Cristo, explicó Francisco, y le dijo que el niño del que sería madre iba a ser «rey, pero no a la manera humana y carnal, sino a la manera divina y espiritual».

    “Su nombre será ‘Jesús’, que significa ‘Dios salva’, recordando a todos y para siempre que no es el hombre quien salva, sino sólo Dios”

Confiar en Dios

La joven María, llamada a una «maternidad absolutamente única», «busca comprender, discernir lo que sucede» y «no busca fuera, sino dentro», concluyó el Papa, y «en lo más profundo de su corazón abierto y sensible, escuchó la invitación a confiar en Dios».

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Ciudad del Vaticano. - Antes de rezar el Ángelus dominical, el Papa Francisco resalta que, incluso en tiempos de dificultad, el amor de Dios nunca nos falta, y siempre nos ofrece abundancia para llenar nuestras vidas de alegría y esperanza.

Hubo una vez que Jesús convirtió el agua en vino y este suceso se conoce como “el milagro de las bodas de Caná”. Este milagro, según el Papa, no solo revela el poder de Jesús, sino que también simboliza el amor generoso de Dios hacia la humanidad. En el Ángelus del II domingo del Tiempo Ordinario (19 de enero de 2025) el Papa Francisco destaca dos elementos clave de este pasaje del Evangelio según Juan: la falta y la sobreabundancia.

“Por un lado, falta vino y María le dice a su Hijo: «No tienen vino»; por el otro, Jesús interviene haciendo llenar seis grandes ánforas y, al final, el vino es tan abundante y exquisito que el dueño del banquete pregunta al esposo porque lo ha conservado hasta el final”. “Entonces – continúa el Papa –nuestro signo es siempre la falta, pero el signo de Dios es la sobreabundancia”.

Dios no es tacaño

En este sentido, el Papa pregunta: “A la falta del hombre ¿cómo responde Dios? Y en seguida da la respuesta: “con la sobreabundancia”:

“Dios no es tacaño; Dios cuando da, da mucho. No te da un poco, te da mucho. A nuestras carencias el Señor responde con su superabundancia.”

El Papa recuerda que también en el banquete de nuestras vidas a veces nos encontramos con que falta el vino: “Sucede cuando las preocupaciones que nos afligen, los temores que nos asaltan o las fuerzas perturbadoras del mal nos roban el sabor de la vida, la ebriedad de la alegría y el sabor de la esperanza”. El Papa advierte estar atentos a esta falta, porque cuando el Señor da, da sobreabundancia: “Parece una contradicción: más carencia nuestra, más sobreabundancia del Señor, porque el Señor quiere hacer fiesta con nosotros, una fiesta que no tendrá fin”.

Este III domingo de 2025, el Pontífice no solo ha reflexionado sobre un episodio evangélico, sino que ha ofrecido una profunda lección espiritual: aunque nuestras vidas puedan verse desbordadas por las preocupaciones y las dificultades, nunca nos faltará la ayuda de Dios, por ello, ha invitado a los fieles a rezar a la Virgen María, para que ella interceda por nosotros y, en este año jubilar, “nos ayude a redescubrir la alegría del encuentro con el Señor Jesús”.

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Ciudad del Vaticano. - En la Audiencia General, el Pontífice volvió a hablar de los millones de niños que hoy se ven obligados a trabajar, subrayando que son los más pequeños quienes pagan el «precio más alto» de la «pobreza generalizada», de la «falta de instrumentos sociales para sostener a las familias» y de la «precariedad del trabajo». Es necesario «despertar las conciencias» e instó a los periodistas que den a conocer el problema y lo denuncien.

A los niños dedicó también hoy el Papa la catequesis de la Audiencia General, el miércoles 15 de enero. Como hizo hace una semana, encontrándose con peregrinos de todo el mundo en el Aula Pablo VI, Francisco se detuvo en el problema del trabajo infantil, en particular, de la explotación en el sector de la producción alimentaria y textil, porque aún hoy en el mundo, «cientos de millones de menores, a pesar de no tener la edad mínima para cumplir con las obligaciones de la edad adulta, se ven obligados a trabajar y muchos de ellos están expuestos a trabajos particularmente peligrosos». Seguidamente, relató que conoce un país en América Latina donde los niños son explotados y esclavizados para la recolección de arándanos:

Cosechar arándanos requiere manos tiernas y para ello se hace trabajar a los niños, se los esclaviza de pequeños para la cosecha.

Pero también preocupan al Pontífice los menores «esclavizados por la trata para la prostitución o la pornografía, y los matrimonios forzados».

    “En nuestras sociedades, por desgracia, hay muchas formas de abuso y maltrato de menores. El abuso de menores, sea cual sea su naturaleza, es un acto despreciable y atroz. No es simplemente una lacra de la sociedad y un crimen; es una gravísima violación de los mandamientos de Dios. Ningún menor debería sufrir abusos. Un solo caso, ya es demasiado.”

Proteger a los menores, despertar conciencias

Ante todo esto es necesario «despertar las conciencias, practicar la cercanía y la solidaridad concreta con los niños y los chicos», instó Francisco, que pidió «construir confianza y sinergias» entre quienes se comprometen a ofrecer a los menores «oportunidades y lugares seguros en los que crecer serenamente». El análisis del Papa es claro: hoy son los más jóvenes quienes pagan el «precio más alto» de la «pobreza generalizada», de la «falta de instrumentos sociales para sostener a las familias», de la «marginalidad que ha aumentado en los últimos años junto con el desempleo» y de la «precariedad laboral».

Y en las grandes ciudades, donde hay más «fractura social» y «degradación moral», «hay niños empleados en el tráfico de drogas y en las más diversas actividades ilícitas», y «a veces trágicamente» también son «inducidos a convertirse en “verdugos” de otros coetáneos, además de dañarse a sí mismos, su dignidad y humanidad», añadió.

El recuerdo de Loan Danilo Peña

Francisco reiteró su pesar por la indiferencia ante «estas vidas perdidas» que se encuentran «en la calle, en el barrio de la parroquia» y recordó a un niño argentino llamado Loan que «fue secuestrado y no se sabe dónde está». Una de las hipótesis, dijo, «es que se lo llevaron para extraerle órganos, para hacer trasplantes».

    “Esto se hace, se sabe bien. Esto se hace. Algunos vuelven con una cicatriz, otros mueren. Por eso quiero recordar hoy a este chico Loan.”

Nos cuesta reconocer la injusticia social que lleva a dos niños, que tal vez viven en el mismo barrio o bloque de apartamentos, a tomar caminos y destinos diametralmente opuestos, porque uno de ellos nació en una familia desfavorecida. «Una fractura humana y social inaceptable - denuncia el pontífice -  entre los que pueden soñar y los que deben sucumbir. Mientras que Jesús «nos quiere a todos libres y felices».

Por eso nos pide detenernos y escuchar el sufrimiento de los que no tienen voz, de los que no tienen educación.
 
No seamos cómplices de la explotación infantil

«Para construir un futuro mejor» es necesario «combatir la explotación, especialmente la infantil», porque así se podrá construir un futuro mejor para toda la sociedad, explicó el Papa, que sugirió cómo puede contribuir cada persona.

En primer lugar, debemos reconocer que si queremos erradicar el trabajo infantil, no podemos ser cómplices del mismo. ¿Y cuándo lo somos? Por ejemplo, cuando compramos productos que emplean mano de obra infantil. ¿Cómo puedo comer y vestirme sabiendo que detrás de esa comida o de esa ropa hay niños explotados, que trabajan en vez de ir a la escuela? Tomar conciencia de lo que compramos es un primer acto para no ser cómplices. Ver de dónde vienen esos productos.

Que instituciones y periodistas cumplan con su parte

Francisco también hizo un llamamiento a «las instituciones, incluidas las eclesiásticas, y a las empresas» para que asuman su responsabilidad: «pueden marcar la diferencia cambiando sus inversiones hacia empresas que no utilicen ni permitan el trabajo de menores». A continuación, lanzó un llamamiento a nivel internacional y apeló en particular a los periodistas para que saquen a la luz la explotación de menores y pongan fin a la misma.

Muchos Estados y organizaciones internacionales ya han promulgado leyes y directivas contra el trabajo infantil, pero se puede hacer más. También exhorto a los periodistas, allí también hay algunos periodistas, a que cumplan con su parte: pueden ayudar a concienciar sobre el problema y a encontrar soluciones. No tengan miedo, denuncien, denuncien estas cosas.

Ver a los pequeños invisibles

Por último, el Papa agradeció a quienes se comprometen en favor de los niños y recordó a la Madre Teresa de Calcuta, que estuvo al lado de tantos niños «entre los más desfavorecidos y olvidados»: «con la ternura y la atención de su mirada, ella puede acompañarnos a ver a los pequeños invisibles, los demasiados esclavos de un mundo que no podemos dejar a sus injusticias. Porque la felicidad de los más débiles construye la paz de todos». Y concluyendo su catequesis propuso un texto de la religiosa Premio Nobel de la Paz para dar «voz a los niños»:

«Pido un lugar seguro donde poder jugar.

Pido una sonrisa de alguien que sepa amar.

Pido el derecho a ser un niño, a ser la esperanza de un mundo mejor.

Pido poder crecer como persona.

¿Puedo contar contigo?».

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Ciudad del Vaticano. - En la Capilla Sixtina, en la fiesta del Bautismo del Señor, Francisco imparte el Sacramento a 21 hijos de empleados del Vaticano. «Hoy mandan ellos», dice al inicio de la celebración refiriéndose a los pequeños, «y nosotros debemos servirles». Luego la habitual recomendación a las madres de amamantarlos, si tienen hambre, y cambiarlos, si tienen calor.

Gemidos, gritos, algún llanto. Son los primeros sonidos de una existencia, natural y espontánea, que resuena entre frescos y obras de arte que representan la cima de los dones, de los talentos concedidos a la humanidad en una vida entera. Una sugestiva combinación que se repite cada año, la de los bautismos impartidos por el Papa Francisco hoy, 12 de enero, a 21 hijos de empleados del Vaticano en el espléndido marco de la Capilla Sixtina.
«El don más grande, el don de la fe»

Antes de la celebración, Francisco da las habituales recomendaciones: «¡Es importante que los niños se sientan bien!» Sofía, Vittoria, Tancredi Tito, Edwin Gabriel y los otros 17, «hoy son ellos los que mandan», explica el Papa, «y nosotros debemos servirles, con el Sacramento, con la oración.» Las madres están invitadas, como de costumbre, a amamantar a sus bebés, si tienen hambre, a cambiarlos, si tienen calor.

    “Hoy cada uno de ustedes, padres, y la Iglesia misma, entregan el don más grande, el don de la fe a los niños”

La señal de la cruz en la frente de los pequeños

Con las manos temblorosas por la emoción, los padres se acercan al Papa para que sus hijos reciban la señal de la cruz en la frente. Algunos patalean, otros están más tranquilos. Francisco acoge a todos con una sonrisa y, si hay un hermanito o hermanita, les hace marcar al bautizado en la frente. Entrando en el corazón de la celebración, las voces de la Schola Cantorum suenan para los pequeños casi como una nana, arrullando el plácido sueño de algunos de ellos. De hecho, son pocos los lamentos que sirven de fondo a la liturgia de la Palabra. Igualmente esenciales, según la tradición, son las palabras pronunciadas por el Papa en su homilía -para no «cansar» a los pequeños, había dicho en celebraciones anteriores-. «Que crezcan en la fe», es el deseo de Francisco, para que los pequeños vivan «una verdadera humanidad, en la alegría de la familia».

«Cuando haya un problema, enciendan la luz».

La misa continúa siguiendo los ritos de las celebraciones bautismales. Los concelebrantes, el cardenal Konrad Krajewski, limosnero pontificio, y el cardenal Fernando Vérgez Alzaga, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, marcan el pecho de cada niño bautizado con el óleo de los catecúmenos. A continuación, Francisco imparte el Bautismo, bañando la cabeza de cada pequeño -acompañado de padres, padrinos y madrinas- con el agua bendita. La celebración continúa con el rito de la unción con el santo crisma. El cardenal Krajewski acompaña la señal sobre la cabeza de cada bautizado con una caricia. El Cardenal Vérgez Alzaga entrega la túnica blanca, mientras que cada padre tiene la tarea de encender su propia vela en la llama del cirio pascual.

    “Y lleven siempre esta luz con ustedes, a su casa, como recuerdo de este día. Y cuando haya algún problema, alguna dificultad, enciendan la luz para pedir al Señor la Gracia, para tu familia”

También se realiza el rito de «Effata», del "ábrete", que retoma el episodio del Evangelio de Marcos en el que Jesús cura a un sordomudo. Los dos cardenales tocan, con sus pulgares, las orejas y los labios de los niños bautizados. Al final de la celebración, el Papa saluda a las familias de los bautizados: intercambia unas palabras y entrega un regalo a cada una de ellas. La impartición del Bautismo a los hijos de los empleados del Vaticano forma parte de una tradición instaurada en 1981 por Juan Pablo II, con un único cambio: los dos primeros años los bautizos tuvieron lugar en la Capilla Paulina, desde 1983 y hasta este año, en la Capilla Sixtina.

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Ciudad del Vaticano. - En su primera catequesis del año nuevo 2025, el Santo Padre reflexiona sobre los niños, "don de Dios", y denuncia la triste realidad de muchos menores que mueren a causa del hambre, de las catástrofes y de la guerra. Asimismo, exhorta a no privarlos de sus sueños.

"La plaga del trabajo infantil" fue el tema central de la reflexión del Papa Francisco este miércoles 8 de enero, durante su primera catequesis del año nuevo 2025 en la Audiencia General en el Aula Pablo VI. El Santo Padre destacó que, aunque hoy somos capaces de proyectarnos hacia Marte o de explorar mundos virtuales, nos cuesta reconocer el sufrimiento en los ojos de un niño abandonado, explotado y abusado.

En este contexto, el Pontífice subrayó la contradicción de un siglo que, mientras avanza en la creación de inteligencia artificial y en la posibilidad de existencia multiplanetaria, aún ignora la grave herida de la infancia humillada, explotada y mortalmente dañada. "Pensemos en esto", pidió el Obispo de Roma.

El Santo Padre desarrolló el mensaje que brinda la Sagrada Escritura sobre los niños y planteó que "son un regalo de Dios". No obstante, remarcó que este don no siempre es tratado con respeto. "La Biblia misma, prosiguió, nos conduce por los caminos de la historia donde resuenan cantos de alegría, pero también se elevan los gritos de las víctimas".

A su vez, el Sucesor de Pedro precisó que la tormenta de violencia de Herodes estalla inmediatamente también sobre Jesús recién nacido, que masacra a los niños de Belén. Se trata de "un drama oscuro que se repite de otras formas en la historia", acotó. "Y aquí, para Jesús y sus padres, la pesadilla de convertirse en refugiados en un país extranjero, como les sucede a muchas personas hoy, tantos niños", añadió.

Luego, el Pontífice manifestó que hoy en particular, hay demasiados niños obligados a trabajar. Sin embargo, puntualizó que un niño que no sonríe y no sueña no podrá conocer ni dejar florecer sus talentos.

    “En todas partes de la tierra hay niños explotados por una economía que no respeta la vida; una economía que, al hacerlo, quema nuestro mayor depósito de esperanza y amor.”

Para Francisco, quienes se reconocen hijos de Dios, y especialmente quienes son enviados a llevar a los demás la buena nueva del Evangelio, no pueden permanecer indiferentes.

    “No podemos aceptar que los hermanitos, en lugar de ser amados y protegidos, sean despojados de su infancia, de sus sueños, víctimas de la explotación y la marginación.”

Finalmente, animó a pedir al Señor que abra nuestra mente y nuestro corazón al cuidado y la ternura, y bregó por que "cada niño y niña del mundo pueda crecer en edad, sabiduría y gracia, recibiendo y dando amor".

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Ciudad del Vaticano. - Este domingo 29 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, en su alocución previa a la oración mariana del ángelus el Santo Padre centró su reflexión en la importancia del diálogo y la escucha entre los miembros de una familia. El Pontífice: “La Sagrada Familia de Nazaret es un modelo porque es una familia que dialoga, que habla”.

“¿Saben por qué la Sagrada Familia de Nazaret es un modelo? Porque es una familia que dialoga, que habla. El diálogo es el elemento más importante para una familia”, este fue el centro de la reflexión del Papa Francisco en sus palabras previas a la oración mariana del ángelus de este domingo 29 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia de Nazareth.

Una familia que se comunica es una familia feliz

Al comentar el Evangelio de esta festividad, el Santo Padre dijo que el evangelista Lucas revela el estado de ánimo de María, después de que encontraran a Jesús en el Templo discutiendo con los doctores, y más aún por la respuesta que el Niño les da ante su angustia. Parece la historia de una crisis familiar actual, señaló el Pontífice, de un adolescente difícil y dos padres que no consiguen entenderle.

“Detengámonos a mirar a esta familia. ¿Saben por qué la Sagrada Familia de Nazaret es un modelo? Porque es una familia que dialoga, que habla. El diálogo es el elemento más importante para una familia. Una familia que no se comunica no puede ser una familia feliz”.

Es más importante escuchar que entender

A partir de este relato bíblico, el Obispo de Roma dijo que, es hermoso cuando una madre no comienza con un reproche, sino con una pregunta. María no acusa ni juzga, sino que intenta comprender cómo acoger a este Hijo tan diferente a través de la escucha.

“A pesar de este esfuerzo, el Evangelio dice que María y José «no entendían lo que les decía» (v. 50), mostrando que en la familia es más importante escuchar que entender. Escuchar es dar importancia al otro, reconocer su derecho a existir y a pensar por sí mismo. Los niños lo necesitan”.

No te quedes nunca encerrado en ti mismo

De ahí, que el Santo Padre subrayó la importancia de la escucha e indicó que, un momento privilegiado para el diálogo y la escucha en familia es la hora de comer, ya que es bueno estar juntos a la mesa y hablar.

“Esto puede resolver muchos problemas y, sobre todo, une a las generaciones: los hijos que hablan con sus padres, los nietos que hablan con sus abuelos... No te quedes nunca encerrado en ti mismo o, peor aún, con la cabeza en el móvil. Hablar, escucharse, ¡este es el diálogo que hace bien y que hace crecer!”.

Pidamos el don de la escucha para nuestras familias

Finalmente, el Papa Francisco señaló que, la familia de Jesús, María y José es santa. Sin embargo, hemos visto que ni siquiera los padres de Jesús le entendieron siempre. Podemos reflexionar sobre esto, y no nos extrañemos si a veces nos pasa en la familia que no nos entendemos.

“Cuando nos suceda, preguntémonos: ¿nos hemos escuchado? ¿Afrontamos los problemas escuchándonos, o nos encerramos en el mutismo, el resentimiento, el orgullo? ¿Nos tomamos tiempo para el diálogo? Lo que podemos aprender hoy de la Sagrada Familia es a escucharnos unos a otros”.

Antes de rezar la oración del ángelus, el Santo Padre invitó que nos encomendemos a la Virgen María y le pidamos el don de la escucha para nuestras familias.

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Ciudad del Vaticano. - El Papa Francisco pronunció su mensaje navideño desde la Logia Central de la Basílica de San Pedro e impartió la Bendición Urbi et Orbi en la Solemnidad de la Natividad del Señor. Hizo una invitación al mundo dividido por las guerras: “En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones”.

    “Sí, la misericordia de Dios lo puede todo, desata todo nudo, abate todo muro que divide, disipa el odio y el espíritu de venganza. Vengan, Jesús es la Puerta de la paz”

En su mensaje Urbi et Orbi, el papa Francisco ha deseado al mundo entero una feliz navidad, recordando el misterio que se renueva cada año y no cesa de asombrarnos y conmovernos: la Virgen María dio a luz a Jesús, el Hijo de Dios, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Así lo encontraron los pastores de Belén, llenos de alegría, mientras los ángeles cantaban: “Gloria a Dios y paz a los hombres”.

    “Sí, este acontecimiento, ocurrido hace más de dos mil años, se renueva por obra del Espíritu Santo, el mismo Espíritu de amor y de vida que fecundó el seno de María y de su carne humana formó a Jesús”

Y hoy, dijo, en los afanes de nuestro tiempo, realmente se encarna de nuevo la Palabra eterna de salvación, que nos recuerda el amor inmenso de Dios, que nos ama, nos perdona, nos pide que volvamos a Él, que tiene la puerta de su corazón abierta a nosotros. Siempre está abierta, para que regresemos a Dios, para que afirma Francisco, volvamos al corazón que nos ama y nos perdona.

    “Dejémonos perdonar por Él, dejémonos reconciliar con Él”

Jesús representa la Puerta Santa

Amor, perdón reconciliación, este es el significado de la Puerta Santa del Jubileo, que ayer abrió el Papa, dando por iniciado este año jubilar. Y la Puerta santa representa a Jesús, Puerta de salvación abierta a todos.

    “Jesús es la Puerta que el Padre misericordioso ha abierto en medio del mundo, en medio de la historia, para que todos podamos volver a Él. Todos somos como ovejas perdidas y tenemos necesidad de un Pastor y de una Puerta para regresar a la casa del Padre. Jesús es el Pastor, Jesús es la Puerta”

La misericordia de Dios lo puede todo

Se nos invita a no temer, que atravesemos esta puerta abierta de par en par, que nos dejemos reconciliar con Dios, y entonces, aseveró el Pontífice, nos reconciliaremos con nosotros mismos y podremos reconciliarnos entre nosotros, incluso con nuestros enemigos.

    “Sí, la misericordia de Dios lo puede todo, desata todo nudo, abate todo muro que divide, disipa el odio y el espíritu de venganza. Vengan, Jesús es la Puerta de la paz”

Francisco nos recuerda que no tenemos valor para detenernos en el umbral de esta Puerta, que no nos atrevemos a atravesarlo, porque entrar por esta Puerta requiere, dijo, el sacrificio de dar un paso adelante, de dejar atrás contiendas y divisiones, para abandonarnos en los brazos abiertos del Niño que es el Príncipe de la paz.

    “En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones”

Recordando a Ucrania

Una vez más su apremiante llamamiento para que “callen las armas en la martirizada Ucrania”, dijo el Papa. Que se tenga la audacia de abrir la puerta a las negociaciones y a los gestos de diálogo y de encuentro, para llegar a una paz justa y duradera.

Paz para Oriente Medio

Que callen las armas en Oriente Medio. Francisco, “con los ojos fijos en la cuna de Belén”, dirigió su pensamiento a las comunidades cristianas de Israel y Palestina, en particular a Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima.

    “Que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se ayude a la población extenuada por el hambre y la guerra”

Dirigió también su corazón a la comunidad cristiana del Líbano, sobre todo del sur, y a la de Siria, en este momento tan delicado. Y a Libia.

    “Que se abran las puertas del diálogo y de la paz en toda la región, lacerada por el conflicto. Y quiero recordar aquí también al pueblo libio, animándolo a buscar soluciones que permitan la reconciliación nacional”

El corazón del Papa en Africa

      El Papa pidió que el nacimiento del Salvador traiga un tiempo de esperanza a las familias de miles de niños que están muriendo a causa de la epidemia de sarampión en la República Democrática del Congo, al oriente del país, a las poblaciones de Burkina Faso, de Malí, de Níger y de Mozambique.

Recordó que son poblaciones golpeadas a causa de los conflictos armados y "por la plaga del terrorismo", agravado por los "efectos devastadores" del cambio climático, que provoca la pérdida de vidas humanas y el desplazamiento de millones de personas.

    “Pienso también en las poblaciones de los países del Cuerno de África para los que imploro los dones de la paz, la concordia y la fraternidad. Que el Hijo del Altísimo sostenga el compromiso de la comunidad internacional para favorecer el acceso de la población civil de Sudán a las ayudas humanitarias y poner en marcha nuevas negociaciones con el propósito de un alto el fuego”

Un pensamiento dirigido a Myanmar

Que el anuncio de la Navidad traiga consuelo a los habitantes de Myanmar, que, a causa de los continuos enfrentamientos armados, dijo Francisco, padecen grandes sufrimientos y son obligados a huir de sus casas.

Armonía social y edificar el bien común en América Latina

       Que el Niño Jesús, enfatizó el Papa,  inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano, con el fin de encontrar lo antes posible soluciones eficaces en la verdad y la justicia, para promover la armonía social, en particular en Haití, Venezuela, Colombia y Nicaragua, y se trabaje, especialmente durante este Año jubilar, para edificar el bien común y redescubrir la dignidad de cada persona, superando las divisiones políticas.
Que se derriben los muros ideológicos

El Santo Padre recordó también la isla de Chipre, al mencionar los muros de separación como los ideológicos, "que tantas veces marcan la vida política", los muros materiales, como la división que afecta desde hace 50 años a esta isla y que como afirma Francisco, ha lacerado el tejido humano y social, Pide que el Jubielo sea ocasión para derribar estos muros.   

    “Hago votos para que se pueda alcanzar una solución compartida, que ponga fin a la división respetando plenamente los derechos y la dignidad de todas las comunidades chipriotas”

Jesús nos espera en el humbral

  "Jesús, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, es la Puerta abierta de par en par que estamos invitados a pasar para redescubrir el sentido de nuestra existencia y la sacralidad de cada vida, y para recuperar los valores fundamentales de la familia humana". Él nos espera en ese umbral, señaló Francisco, nos espera especialmente a los más frágiles.

El Papa recordó que Jesús espera a los niños, todos los niños que sufren por la guerra y el hambre. Espera a los ancianos, obligados muchas veces a vivir en condiciones de soledad y abandono.

    “Espera a cuantos han perdido la propia casa o huyen de su tierra, tratando de encontrar un refugio seguro. Espera a cuantos han perdido o no encuentran trabajo. Espera a los encarcelados que, a pesar de todo, siguen siendo hijos de Dios. Espera a cuantos son perseguidos por su fe”

 Un reconocimiento para aquellos que hacen el bien    

Por último, el papa agradeció a todos aquellos que hacen el bien en silencio, a los padres, los educadores y los maestros, que tienen la gran responsabilidad de formar a las nuevas generaciones; al personal sanitario, las fuerzas del orden,

    “en cuantos llevan adelante obras de caridad, especialmente en los misioneros esparcidos por el mundo, que llevan luz y consuelo a tantas personas en dificultad. A todos ellos queremos decirles: ¡gracias!”

 Que se perdonen las deudas de los países pobres   

"Que el Jubileo sea la ocasión para perdonar las deudas, especialmente aquellas que gravan sobre los países más pobres"

Cada uno de nosotros está llamado a perdonar las ofensas recibidas, dijo, porque el Hijo de Dios, que nació en la fría oscuridad de la noche, perdona todas nuestras ofensas.  Jesús ha venido a curarnos y perdonarnos.  Que cada uno, peregrino de esperanza, vayamos a su encuentro.

    “Abrámosle las puertas de nuestro corazón, como Él nos ha abierto de par en par la puerta del suyo”

Publicado en RELIGIÓN
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