- Sintetizaron 70 compuestos; cinco destacan por incrementar la masa muscular hasta en 300 veces 

Para mejorar la calidad de vida de los pacientes con cáncer, quienes tienen pérdida involuntaria de masa muscular, de 30 a 70 por ciento -en función de su respuesta al tratamiento, si antes realizaron actividad física y tuvieron una buena alimentación-, investigadoras de la BUAP proponen el uso de esteroides anabólicos, sin el efecto secundario de la testosterona, para estimular el crecimiento del tejido muscular. 

Las académicas sintetizaron alrededor de 70 compuestos con actividad anabólica, antiproliferativa y antiinflamatoria, luego de extraer del barbasco -Dioscorea composita-, un esteroide llamado saponina, del cual obtuvieron diosgenina, modificada químicamente para lograr dichos compuestos. De estos, cinco incrementan la masa muscular hasta en 300 veces, afirmó la doctora Maura Cárdenas García, de la Facultad de Medicina y titular de la investigación. 

“Mucha gente asocia los esteroides con sustancias de abuso, pero se llama así a la estructura del compuesto. Por ejemplo, el colesterol y algunos antiinflamatorios como la dexametasona y betametasona también son esteroides”, aclaró la doctora María Guadalupe Hernández Linares, del Instituto de Ciencias y colaboradora en dicho proyecto, quien comentó que las modificaciones químicas realizadas son para aumentar la cantidad de tejido muscular. 

“Las modificaciones químicas a la estructura esteroidal son para unir con mayor facilidad los receptores responsables del incremento de masa muscular. A la par buscamos no producir efectos secundarios indeseables: en el caso de las mujeres, reducción de mamas, aparición de vello y grosor de la voz; en los hombres, contracción de genitales”, detalló Hernández Linares, doctora en Ciencias Químicas por la BUAP. 

Maura Cárdenas García, integrante del Cuerpo Académico “Investigación Traslacional”, informó que en este proyecto -iniciado en la pandemia y financiado por el entonces Conacyt- se ha analizado in silico e in vitro la actividad metabólica, anticancerígena y anabólica de los compuestos. 

Especificó que las pruebas in silico son para modelar y simular las vías de señalización, en una plataforma informática. “Las células se comunican mediante transducción de señales, entonces si conocemos qué está mal en la vía podemos encontrar el problema y solucionarlo. También para ver a qué nivel atacan las moléculas sintetizadas a estas vías”. 

La doctora en Ciencias Químicas, con especialidad en Farmacia por la UNAM, refirió que el siguiente paso del estudio será probar el resto de los compuestos y realizar las pruebas correspondientes en modelos animales, para comprobar su eficacia y analizar sus efectos secundarios y de toxicidad. 

Esta investigación, además de generar dos patentes de esteroides con efectos anabólicos y una relacionada con la actividad anticancerígena, impacta en la formación de recursos humanos de pregrado y posgrado, con la publicación de cinco tesis de licenciatura y tres de maestría, así como tres más en proceso. 

En el mundo son pocos los laboratorios focalizados en la síntesis de esteroides con actividad anabólica. Por ello, el trabajo realizado por las doctoras Maura Cárdenas García y María Guadalupe Hernández Linares consiste en sentar las bases para la atención de patologías con pérdida muscular con el uso de esteroides, pero sin efectos secundarios indeseables. Esta producción de esteroides derivó en compuestos multidiana, que podrían ser cruciales para el tratamiento de diferentes enfermedades. 

Colaboradores 

En la investigación participan los doctores Maura Cárdenas García, de la Facultad de Medicina y responsable del modelado molecular; María Guadalupe Hernández Linares, del Instituto de Ciencias y encargada de la síntesis de las moléculas orgánicas, y Sylvain Bernès, del Instituto de Física “Ing. Luis Rivera Terrazas”, quien evalúa la estructura de los compuestos para corroborar las modificaciones realizadas. 

También los investigadores posdoctorales Gabriel Guerrero Luna y Fermín Flores Manuel; así como los estudiantes de posgrado Linda Fabiola Pérez Pérez, Amairani Domínguez Baena, Adrián Mendoza Montalvo, María Fernanda Rodríguez Gamboa, Andrea Uribe Medina, Edgar Limón García, Karen Flores López, Cristian Hernández León, David López Tiro, José Luis Pérez Pérez, Abraham Canella Zaleta, Marisol Lazcano Rendón, Miguel López Bartolo y Eric Odín González Helguera. 


Publicado en EDUCACIÓN
Miércoles, 20 Junio 2018 16:22

Un tejido de hábitos transformadores

Artículo | Algo Más Que Palabras
   
    Todos los continentes del mundo entero deben trabajar unidos en el diseño de acrecentar la esperanza de sus moradores, con la fortaleza del tesón y la constancia, con políticas sociales enhebradas a la poética del esfuerzo, y con el empuje de compartir el sueño de la transformación que no puede detenerse, ante el cúmulo de injusticias y violencias que soportamos. A mi juicio, lo prioritario es restaurar el amor. No es cuestión de lamentarse, sino de reparar el daño hecho. Y esto sólo se cura poniendo corazón en todas las cosas que hacemos. Téngase en cuenta que la mayor parte de los conflictos actuales se pelean con armas pequeñas y ligeras en posesión de grupos opositores, crimen organizado, pandillas y terroristas que socavan la seguridad y el estado de derecho. Hace falta, pues, ponerse a disposición de los análogos, trazar otros itinerarios de relación más comprometida con nuestros equivalentes, conservar la unidad y la unión entre nosotros; en suma, mostrar otro espíritu más conciliador y menos sórdido. 

    En consecuencia, si importante es renovarse para tomar conciencia de que nada somos sin los demás, no menos trascendentales han de ser nuestras propias transformaciones interiores, manifestadas en una mayor cooperación y colaboración hacia ese mundo en el que todos hemos de ser uno, en llevar la paz allí donde dominan el odio y la desesperación. Ojalá aprendamos a traducir los deseos nacientes de nuestra cognición en existencias que nos dignifiquen, así como a remover las ideas en hechos congruentes con los acontecimientos, que nos inspiren a derribar barreras raciales, a vivir y a dejar vivir. Ya está bien de aglutinar armas, ellas son las que fuerzan desplazamientos masivos de población y son instrumentos para la violencia sexual y de género, entre otros abusos de derechos humanos. Sea como fuere, estamos llamados a corregirnos cada día, naciendo, renaciendo, viviendo en suma. ¿Qué es la vida sino un constante cambio, una llamada a entenderse, a cohabitar entregado a un arcoíris que incluye el negro? Por eso, es menester activar este tejido de hábitos transformadores en donarse, sabiendo que es la  propia biografía viviente la que nos alienta a estar en comunión.

    Indudablemente, hay una correspondencia de ir hacia adelante. Por tanto, es fundamental no dejar a nadie en el camino, excluirlo del andar conjunto, como esos seres invisibles que vegetan en la pobreza extrema. Hoy se me ocurre pensar en esas mujeres viudas, ya que en este mes celebramos su Día Internacional (23 de junio), ignoradas y despreciadas en muchas culturas aún, estigmatizadas y malditas, asociadas muchas veces con la brujería; lo que hace que, en demasiadas ocasiones, sean víctimas de aislamiento, abuso o situaciones peores. Son, precisamente, estos absurdos contextos los que hay que rectificar. Tales crueldades con frecuencia, según reconoce Naciones Unidas, se consideran como justificadas en términos de la práctica cultural o religiosa. La impunidad por los abusos de los derechos de la viudez es algo extendido y son pocos los autores a los que se los lleva ante la justicia. Incluso en países donde la protección legal es más inclusiva, las viudas pueden sufrir marginalización social. Empoderarlas mediante el acceso a la atención médica adecuada, educación, empleo decente, plena participación en el proceso de toma de decisiones y en la crónica pública, así como llevar un proceder sin violencia, les daría la oportunidad de desarrollar una quehacer seguro después del duelo, algo que todos nos merecemos porque sí. No olvidemos que la creación de oportunidades para ellas también puede ayudar a la protección de sus hijos y evitar de este modo un ciclo de indigencia, tan injusto como absurdo.

    En definitiva, que si el porvenir que queremos para toda la humanidad va a depender de políticas innovadoras, una conducta empresarial responsable y tecnologías centradas en las personas, pongamos también el acento transformador en salvaguardar las costumbres morales, comenzando por el propio amor conyugal que exige a los progenitores una conciencia de su misión responsable, y prosiguiendo por la labor de esos líderes, que también han de entregarse generosamente a su compromiso de servicio al bien común. Esto es lo que nos engrandece como linaje; el hacer familia y el forjar savia que nos armonice en el mismo sentir de alentar caminos, en los que puedan convivir todas las presencias.    

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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