•    Facultad de Ciencias Químicas de la BUAP conmemora el Día Mundial de la Alimentación con actividades para reflexionar sobre el tema.

El hambre crece con mayor rapidez en América Latina que en África, pese a que en este continente la cifra de inseguridad alimentaria es mayor. Tan sólo en 2019, 47.7 millones de personas padecieron hambre en Latinoamérica y el Caribe y se proyecta que para 2030 aumente a 67 millones, de acuerdo con la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), informó la doctora Orietta Segura Badilla, de la Facultad de Ciencias de la Salud y de Alimentos, de la Universidad del Bío-Bío, en Chillán, Chile.

En el marco de actividades para conmemorar el Día Mundial de la Alimentación, organizadas por el Cuerpo Académico 043 “Bioquímica-Alimentos”, de la Facultad de Ciencias Químicas de la BUAP, la investigadora señaló que a esta situación se suman el consumo excesivo de calorías, no de nutrientes; el alto costo de las dietas saludables en la región, las cuales son cinco veces más caras que una que sólo cumpla con los requerimientos calóricos de una persona; la pérdida y desperdicio de alimentos y un sistema agroalimentario que contribuye al cambio climático y amenaza la producción en las zonas más pobres del mundo.

“Actualmente los sistemas agroalimentarios están exponiendo desigualdades e injusticias profundas y se tienen precios altos por la producción de alimentos, los cuales además degradan hábitats naturales y contribuyen a la extinción de especies. Hasta el 10 por ciento de las emisiones mundiales de los gases de efecto invernadero están asociados con alimentos que no se consumen”.

En su conferencia “Seguridad alimentaria, políticas alimentarias respecto a una alimentación segura, saludable y sostenible”, la doctora Orietta Segura planteó impulsar un sistema agroalimentario sostenible y justo que disponga de una variedad de alimentos suficientes, nutritivos e inocuos, a un precio asequible para todos y en el que nadie pase hambre ni sufra malnutrición.

Orietta Segura Badilla, doctora en Nutrición por la Universidad Complutense de Madrid, en España, comentó que el consumidor también tiene un gran poder para modificar este panorama al elegir productos nutritivos, incorporar nuevos alimentos de temporada y cultivados localmente, así como realizar acción para reducir desperdicios.

Igualmente, propuso guías alimentarias con la intención de tener una política coherente. En estas se ofrece un lineamiento claro y ajustado al contexto sobre qué deberían comer las personas para mantener una buena salud y sientan las bases para la formulación de políticas destinadas a transformar los modelos de consumo. Brasil, Suecia, Qatar y Alemania han incluido la dimensión de salud y sostenibilidad en sus respectivas guías.

Para conmemorar el Día Mundial de la Alimentación, el Cuerpo Académico 043 “Bioquímica-Alimentos” llevó a cabo diversas actividades de manera virtual, con el objetivo de reflexionar sobre el tema. Se realizó un encuentro con los integrantes investigadores de este cuerpo académico, los doctores Raúl Ávila Sosa Sánchez, Carlos Ochoa Velasco, Addí Rhode Navarro Cruz y Paola Hernández Carranza, así como los maestros Obdulia Vera López y Martín Lazcano Hernández.

Se presentaron videos temáticos del área de tecnología de alimentos, agroecología y nutrición, una exposición de carteles y juegos relacionados con el tema. También se efectuó un ciclo de conferencias a cargo de Gladys Quezada Figueroa y Orietta Segura Badilla, ambas de la Universidad del Bío-Bío, Chillán, en Chile; Ashuin Kammar-García, del Instituto Politécnico Nacional, y Héctor Ruiz Espinosa, de la Facultad de Ingeniería Química de la BUAP.

Publicado en EDUCACIÓN

• Es un paso importante para que se consolide como una universidad sustentable
• La Red cuenta con más de 90 miembros de más de 30 países en América, Europa, Asia, África y Australia

La UNAM se sumó a la Red Internacional de Campus Sustentables (ISCN, por sus siglas en inglés), lo que le permitirá participar en el intercambio global de las mejores prácticas de sustentabilidad en las universidades, un paso importante para consolidarse como una institución sustentable.

La ISCN (https://www.international-sustainable-campus-network.org/) provee un foro de apoyo a las universidades para el intercambio de información, ideas y prácticas para lograr una operación sustentable de sus campus, e integrar la sustentabilidad en la investigación y docencia.

Las instituciones firmantes de la carta de compromiso de la ISCN comparten el objetivo de trabajar para reinventar el futuro y tomar acciones que contribuyan al desarrollo sustentable.

Hasta ahora, la Red cuenta con más de 90 miembros de más de 30 países en América, Europa, Asia, África y Australia.

Bernd Kasemir, secretario de la Junta Directiva de la ISCN, compartió las siguientes palabras de bienvenida:

“Estamos encantados de dar la bienvenida a la Universidad Nacional Autónoma de México al ISCN y esperamos proporcionar una plataforma para un intercambio de valor internacional, y asociación en la sostenibilidad del campus”.

Publicado en EDUCACIÓN
Domingo, 02 Julio 2017 12:47

Reconducirnos como agentes motivadores

Artículo | Algo Más Que Palabras

Tenemos que decir ¡no! a esta mentalidad tan mediocre, sumisa al poder y a las riquezas. Necesitamos tomar un nuevo rumbo y orientarnos hacia una perspectiva más humana, donde impere la ética sobre todo lo demás. De entrada, hemos de concienciarnos que la más importante medida de éxito es la supervivencia de toda la población, lo que nos exige otro raciocinio que nos lleve a una transformación de respeto y bienestar del conjunto ciudadano. En consecuencia, ha llegado el tiempo de las acciones valientes y audaces, para encaminarnos a afrontar, con familiaridad, las dificultades y los desafíos del momento actual. Para este ejercicio de renovación al que todos estamos llamados, sin exclusión alguna, el mejor tratamiento es ponerse los unos al servicio de los otros, dejándonos guiar por un auténtico hálito de concordia. Con armonía todo se reconduce mejor, y hasta el mismo deseo de vivir, se refuerza en el amor, que es donde se halla la clave de toda esperanza. Por tanto, hemos también de pasar de la pasividad que sufrimos (sálvese el que pueda), a la actividad responsable, pues cada cual ha de ser protagonista en su ámbito de actuación, aunque es de elogiar el verdadero tesón del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), sobre todo a la hora de apoyar la planificación familiar mediante el abastecimiento seguro y continuo de contraceptivos de calidad, el reforzamiento de los sistemas de salud nacionales y el apoyo incondicional a políticas sociales y de asistencia.

Indudablemente, la distribución espacial de los pobladores y la urbanización están estrechamente ligadas a los desafíos y oportunidades de desarrollo. En este sentido, más de la mitad de la población mundial ya reside en zonas urbanas. Según las estadísticas recientes, la tasa de crecimiento urbano es mucho mayor en África y Asia, donde se proyecta el 85% del aumento mundial de la población habitante entre 2015 y 2030 que se produzca, mientras que la población rural restante depende cada vez más de centros urbanos para el progreso social y económico. Sea como fuere, considero que las políticas mundiales para mejorar las condiciones de vida de las personas en las zonas rurales y urbanas y para promover la urbanización sostenible, tienen que ser mucho más relevantes. Hemos de ser más generosos con los que menos tienen, y a la vez hemos de ayudarles a su realización, trabajando próximos para resolver estos graves problemas demográficos, donde impera la pobreza y la desigualdad. Ésta última como jamás. Por otra parte, es evidente que los seres humanos necesitamos, para crecernos de manera proporcionada, espacios y recursos naturales, condiciones de justicia e igualdad, libertad, derechos humanos, trabajo digno, áreas de esparcimiento y ocio….A mi juicio, contiguo a esta necesidad, uno de los mayores problemas a los que nos vamos a enfrentar es la escasez de agua potable; por lo que hay que detener, con urgencia, la contaminación ambiental.

Adyacente a ese ¡no! rotundo de deshumanización de la especie pensante, hemos de reflexionar, sobre todo para dar salida a otra atmósfera más compasiva, menos violenta, que proteja y aumente los recursos naturales, cuide el bien más preciado, el agua, en vez de utilizar enormes recursos económicos para la fabricación de armas y destrucción, utilizando para ello el fluido de los lagos, mares u océanos, después de tratarlo y distribuyéndolo a donde sea necesario. También hay que avanzar, y nunca retroceder, en materia de producción de alimentos, economía, salud, educación, política y bienestar social. De igual modo, hemos de evolucionar en la observancia a la dignidad de la mujer, proporcionándole una serie de opciones de planificación familiar y libertad de elección. Deberíamos lograr, por ende, que esto fuese un componente esencial de los servicios de atención sanitaria, eliminando cualquier restricción social al respecto. En todo caso, es público y notorio, que no podemos seguir cohabitando con el territorio de la indiferencia, hemos de transformarnos hacia otros horizontes más equitativos, mediante alianzas de cooperación y colaboración real y visible. No podemos seguir degradando el planeta, que es como devaluarnos a nosotros mismos, requiero a las culturas que se humanicen, que propicien sociedades justas y fraternas, porque al fin, tampoco puede haber continuidad del linaje sin sosiego. Lo saben bien los sembradores del terror. De ahí, la necesidad de reconducirnos como agentes motivadores de paz, dispuestos a velar para que todas las personas puedan vivir dignamente, en un entorno tan humanitario como esperanzador.

Ojalá se movilicen todos los medios necesarios para implementar la anhelada agenda 2030, porque ganaremos todos, en la medida que establezcamos alianzas, y no desuniones, en favor de un espíritu de mayor entrega a los demás, con especial ahínco en aquellas gentes más pobres y vulnerables. El objetivo, sin duda, es que nadie se quede atrás y podamos reafirmarnos en un mundo fraternizado, sin fronteras ni frentes, donde se admiren las razas, el origen étnico y la diversidad cultural, con idénticas oportunidades para todos, y la humanidad pueda vivir en conformidad con la naturaleza. No es un sueño. No debiera serlo. Ya estamos globalizados, ahora nos falta conjugar sentimientos y emociones, activar el sentido de la exigencia, para promover la salud y el bienestar, anexo a un estado de derecho efectivo y a una buena gobernanza en todos los niveles, con instituciones transparentes, volcadas en hacernos más llevadera la vida. Por ello, hacen falta menos palabrerías y más iniciativas contundentes que garanticen, principalmente en los jóvenes, un empleo en condiciones dignas. También deberemos pensar más en nuestros mayores; un colectivo que, en demasiadas ocasiones, es discriminado totalmente. No importa la edad, cada etapa existencial tiene sus potencialidades, y marginarlas o menospreciarlas, aparte de ser algo cruel, es un absurdo más, ya que es la unión de todos lo que acumula talento, energía y experiencia para la ejecución de un mundo transformado.

Lo que no podemos seguir es avivando contiendas entre poblaciones, ha llegado el tiempo de esperanzarnos en construir un mundo mejor para todos, un mundo más habitable, un mundo más humano en definitiva. Aún estamos a tiempo de reencauzarnos, a poco que nos adentremos y hagamos realidad la Carta de las Naciones Unidas, pues es la máxima expresión de esos valores morales hoy perdidos,  reorientándonos y redirigiéndonos más allá de los pueblos, con todas las plazas dispuestas a reemprender un viaje asambleario, donde nadie sobre ni falte, para llegar a buen puerto y que sus logros sean lección para las generaciones venideras. Ciertamente, aún tenemos muchas barreras en el camino, algunas de igualdad de género. Hay que derribarlas y entonar otro abecedario más del corazón que de las finanzas, más del amor que del interés. Algunos moradores de este caótico planeta, en el año 2015, despertaron e hicieron un compromiso hasta ahora sin precedentes, cuando menos para poner fin a la pobreza, transformando la manera en que vivimos. La idea es formidable, máxime en un momento en el que se someten a las poblaciones a mecanismos de mayor exclusión y dependencia. El futuro al que aspiramos, desde luego, nos pide actuaciones globales; pero la fragmentación social es un hecho que termina por enfrentarnos unos con otros para preservar los propios egoísmos humanos. Confiemos en la sensatez para que sepamos potenciar, como donantes de aliento, lo mejor de cada uno de nosotros. Al fin y al cabo, el único emblema de supremacía que conozco es la compasión. Compadecernos ya es humanizarnos. Sin duda, un buen proceder el de la entereza altruista para salvaguardarnos.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Publicado en COLUMNAS
Miércoles, 12 Octubre 2016 23:39

Loa a la mujer rural

Artículo | Algo Más Que Palabras

    Cada día busco más personas de noble corazón. Entre todas, me quedo con el carisma de la mujer rural. Ellas sí que son el auténtico pulso de la vida, el verdadero desarrollo de un país. Como en su tiempo apuntó el inolvidable poeta nicaragüense, Rubén Darío, yo también refrendo que "sin la mujer, la vida es pura prosa"; sin embargo, hemos hecho muy poco a la hora de valorar su esfuerzo de complementariedad con el hombre. Quizás sean las que más exclusión han padecido. Han sido las grandes sufridoras. Las cifras ahí están. Según un estudio reciente sobre el tiempo y la pobreza hídrica en 25 países del África subsahariana, se estima que las mujeres emplean por lo menos 16 millones de horas diarias recogiendo agua potable; los hombres emplean 6 millones de horas en esa actividad; y las niñas y los niños, 4 millones de horas.

    En otros continentes, igualmente han sido las grandes víctimas. Testimonios nuevos de varios países de África, Asia y Latinoamérica señalan que las mujeres tienen muchas menos probabilidades que los hombres de realizar empleos rurales remunerados (tanto agrícolas como no agrícolas). Jamás tienen horario. Hay que tener en cuenta que el sector agrario es una actividad donde la mano de obra femenina, resulta imprescindible y primordial para el desarrollo. No olvidemos que también, no sólo producen, también procesan y preparan una gran cantidad de los alimentos disponibles, por lo que sobre ellas recae la gran responsabilidad de la seguridad alimentaria.

    Gracias a la población campera, que depende en su mayoría de los recursos naturales y de la agricultura para subsistir, representando un cuarto del conjunto del censo mundial, el mundo ha podido avanzar humanamente y cosechar los mejores frutos, principalmente debido a ese tesón femenino, de liderazgo en la retaguardia, de constancia en definitiva. En este sentido, nos alegra que la agenda 2030, no sólo les reconozca su trabajo en el desarrollo del planeta, sino que también se elimine, de una vez por todas, los obstáculos jurídicos, sociales y económicos que impiden su empoderamiento. Soy de los que pienso que debemos aprovechar cualquier oportunidad para reivindicar su trayectoria, para que no se queden atrás, y más allá de la onomástica del Día Internacional de las Mujeres Rurales (15 de octubre), trabajemos a diario por superar cualquier barrera, promoviendo la concienciación y la capacitación para que conozcan y puedan reclamar sus derechos.

    Aún hoy, estas personas de grandes sentimientos humanos, cuya tarea es decisiva no solo para el progreso de los hogares campestres y las economías locales, sino asimismo para las economías nacionales, a las que contribuyen participando en cadenas de valor agrícolas, se merecen unos sistemas de protección social que merme la discriminación con la que aún cuentan en bastantes países. A los hechos me remito; las mujeres rurales están todavía en peor situación que los hombres rurales, y ya no digamos, con referencia a las mujeres y hombres de las zonas urbanas. Deberíamos invertir estas injustas situaciones, pues hoy por hoy, la pobreza extrema está en las zonas rurales; y, en gran medida, quien más soporta esta bochornosa necesidad sigue siendo la mujer. Actuar con coherencia implica algo más que un recordatorio de aniversario; la familia rural, aparte de ser guardiana de los valores naturales y agente de solidaridad, precisa ser escuchada, cuando menos en su petición sanitaria y de educación básica para sus hijos. Pensemos que un gran fragmento de las personas analfabetas del mundo provienen del ámbito labriego y son hembras.

    A pesar de las muchas contrariedades sociales, de tantos abusos hacia la mujer rural, ellas sí que nos ofrecen grandiosas lecciones de ética y moral al mundo; sobre todo, a esa ciudadanía que todo lo corrompe y devalúa. Los estudios sugieren que manifiestan más preocupación por el medio ambiente, aunque tengan poca participación en los procesos de toma de decisiones. Por ello, pienso que es muy necesario en estos momentos de multitud de pasividades, ante un planeta que nos grita por la sobreabundancia de agentes contaminantes, que la mujer rural coopere y su voz sea mucho más oída dada su profunda sensibilidad. Sin duda, es hora de mirar a nuestro alrededor con ojos más sabios y de repensar que, nosotros mismos, somos parte de esa tierra que en lugar de laborearla la escarnecemos.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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