Domingo, 18 Agosto 2019 18:19

Deterioros y Esperanzas

Columna | Algo Más Que Palabras

“Tanto en áreas urbanas como rurales, se deben preservar espacios comunes, donde el factor natural esté presente de algún modo”.

    Hay un deseo innato de vivir, pero también contamos con un deterioro de esa vida silvestre, que conlleva asimismo una degradación humana, capaz de dejarnos sin aliento. Naturalmente, hoy más que nunca, estamos llamados a responder de esa pérdida de biodiversidad, sobre todo en las poblaciones naturales, pues hemos de ser más cuidadosos y protectores con nuestras actividades humanas, ya sean del reino vegetal o animal, que nos acompañan y las necesitamos. En consecuencia, tanto en áreas urbanas como rurales, se deben preservar espacios comunes, donde el factor natural esté presente de algún modo. De lo contrario, los efectos sobre la vida de las personas resultan realmente dramáticos.

A propósito, nos alegra que haya nuevas propuestas, y que coincidiendo con esos doce días de este mes de agosto de la Convención sobre el Comercio Internacional de especies amenazadas, se trabaje con más ahínco si cabe en favor de las variedades y los ecosistemas mundiales, reforzando nuevas medidas por parte de los diversos gobiernos, dispuestos a ser más contundentes con esa sobreexplotación directa de los organismos vivos, a través de la caza, la pesca y la tala no sostenible o ilegal. Por desgracia, los delitos contra esa vida campestre nos desbordan en casi todos los entornos, e indudablemente, necesitamos restaurar esos espacios virginales y promover el buen uso de los ambientes físicos.

Sea como fuere, cada vez estamos más sumergidos por agentes contaminantes de todo tipo, y necesitados de contacto físico con la naturaleza o con los hábitats costeros. Con demasiada frecuencia dejamos pasar actitudes irresponsables que han de cesar. Por otra parte, la participación cada día mayor de grupos de delincuencia organizada, sin ética alguna, nos está dejando un planeta verdaderamente caótico. Por eso, es fundamental esperanzarnos con la sensibilidad personal y humanística de un nuevo modo de vivir, más implicado con los espacios naturales, con esa ecología ambiental que es lo que verdaderamente nos da supervivencia e ilusión. No cabe duda de que tenemos que cambiar, salir de este estado de inseguridad que sólo favorece a ese colectivo de egoístas, cargados de privilegios, y que sólo practican estilos de vida posesivos.

Nuestra expectativa ha de estar, por tanto, en hacer valer el comportamiento de la consideración hacia toda existencia, en construir una cultura de vida más auténticamente compartida, consecuente con el entorno del planeta, donde prevalezca únicamente la estética de lo bello, la relación humana con la naturaleza, la delicadeza por la acción personal y comunitaria, en favor siempre de ese estado natural, que es lo que verdaderamente nos fortalece a través del innato vínculo solidario con todo lo que nos rodea. Quizás tengamos que ser más exigentes también con nosotros mismos, y no perder un instante en crecer hondamente, con espíritu sencillo y humilde, que es donde se halla realmente la fuerza curativa de la voluntad. 

Querer ese cambio de talantes ya es un buen inicio en pro de conservar y utilizar sosteniblemente nuestro capital humano y natural. Desde luego, una humanidad que permite que más de quinientas personas hayan muerto en las rutas migratorias de América este año, o que el Mediterráneo continúe siendo la ruta marítima más mortífera para refugiados y migrantes, insensibles a esos inocentes abandonados en el mar o ahogados en las costas europeas, tiene que enmendarse, pues todos seguramente podemos hacer más por la estima de vidas y de procederes con el propio medio, cada uno desde su cultura, su práctica, sus iniciativas y sus facultades.

De ahí, la transcendencia de que reconsideremos fortalecer a las nuevas generaciones, desde los planes educativos, de una mayor conciencia de que somos una sola familia humana, en un único planeta, donde para empezar tenemos  que ayudar a rescatar vidas abandonadas, flora olvidada y hasta esa fauna  a punto de extinguirse por ese espíritu corrupto de comercialización. Bravo, pues, por esa Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, un acuerdo internacional concertado entre los gobiernos, que sin duda velará para que el trajín de animales y plantas silvestres no sea una amenaza para su persistencia. En cualquier caso, ojalá aprendamos a mirarnos con ojos más humanos: seamos menos depredadores y más constructores de moradas con latidos dispuestos a abrazarse.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Publicado en COLUMNAS

• La presentación del libro Oaxaca 2006-2016 rindió un homenaje a todas las personas que fueron reprimidas desde distintas formas en la lucha.

El Departamento de Humanidades de la Universidad Iberoamericana Puebla llevó a cabo la presentación del libro Oaxaca 2006-2016: Antagonismo, subjetividad y esperanza. Ahí, el Mtro. Carlos Baca Feldmann afirmó sobre la importancia que tiene el considerar las luchas del México contemporáneo, específicamente la que despertó en Oaxaca en 2006.

Asimismo, Carlos Baca manifestó que la lucha de Oaxaca tenía contenida muchas esperanzas y deseos de transformación expresados en distintas formas de convivencia, más allá del capital y el estado. “Esto sucedió a pesar del nivel de represión que se tuvo demostrado por el número de personas desaparecidas, golpeadas o encarceladas”.

Por su parte, el Mtro. Manuel Garza Zepeda, indicó que este segundo libro es el resultado de una colaboración entre cuerpos académicos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). El primero se publicó en diciembre de 2015 y lleva por título Participación y Rupturas de la Política en México.

“Con este material quisimos descubrir y dar sentido a ámbitos, generalmente ignorados, como los espacios de expresión, resistencias, luchas y manifestaciones de la esperanza. El propósito inmediato no fue un análisis de los acontecimientos, sino una reflexión de lo que ha cambiado en estos 10 años de lucha”, explicó Garza Zepeda.

De igual manera, aseveró que el documento busca cuestionar las formas de pensar sobre los efectos de la lucha como movimiento social. Esto incluye los cambios en políticas públicas, en las personas mediante estudios biográficos y en los elementos de confrontación pública, además de las conductas individuales y colectivas que enfatizan la recuperación de la política.

Posteriormente, la alumna Esperanza González habló sobre lo que representa para ella, como mujer en la lucha de Oaxaca del año 2006, entender procesos como la participación de las mujeres dentro de las redes y el medio comunitario.

“En ese tiempo no imaginaba que a lo largo de estos 10 años habría terminado una carrera y estaría estudiando una maestría, mucho menos pensé estar involucrada en el Movimiento Zapatista, sobre todo porque su papá era militar, y después comprender el proceso desde una mirada distinta y opuesta”, aludió la estudiante de la IBERO Puebla.

“Ya no queremos seguir viviendo bajo las suelas de la opresión, fenómeno que han tenido a los pueblos de Oaxaca y de muchos lugares de México y América Latina en el despojo de las tierras […] empezamos a descubrir que la tierra tenía un valor especial”, expresó Esperanza González.

La siguiente en hacer uso de la palabra fue la Dra. María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, investigadora y académica de la IBERO Puebla, ella señaló que la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) fue un desbordamiento del mercado de la comunicación, de las subjetividades centradas en la figura del estado y la sociedad civil.

Sánchez Díaz de Rivera mencionó que Oaxaca 2006-2016 es un libro que lucha contra el veredicto de la derrota, en donde la APPO surgió contra la violencia formal y simbólica, unió a sectores heterogéneos, enlazó historias, fomentó formas de igualdad y solidaridad para compartir alimentos y ánimos.

Asimismo, La Dra. Maru Sánchez aludió que la articulación de varios sindicatos, profesores, indígenas, artistas, hombres, mujeres y niños visibilizaron la experiencia de luchas acumuladas.  “Eso representó un rechazo a las formas de hacer política, a la violencia impuesta por la globalización y una irrupción de esperanza y utopía”.

Para cerrar su participación, la investigadora de la IBERO Puebla explicó que el libro señala tres categorías centrales que se utilizan para analizar la APPO: la temporalidad heterogénea, la dialéctica de identidad no identidad, y una subjetividad antagónica.

Finalmente, el Dr. Fernando Matamoros Ponce, académico de la BUAP y coordinador del libro, manifestó que el documento es un diálogo con el ausente, con la justicia, la libertad y la democracia, cuestiones que se entrecruzaron en un movimiento de subordinación en el 2006, pero que sigue vigentes en el presente.

Para concluir, el Dr. Matamoros Ponce indicó que para formar un texto de estas características, fue primordial rastrear no sólo lo expuesto en los medios de comunicación, sino también en aquellos aspectos invisibilizados dentro de las formas de enfrentamiento y violencia.

Publicado en EDUCACIÓN