Estad atentos y vigilantes

Lunes, 11 Agosto 2025 07:15 Escrito por Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor

Artículo | Compartiendo diálogos conmigo mismo

NUESTRA HISTORIA ESTÁ FIRMEMENTE EN LAS MANOS DE DIOS: Con el alma en vela y en verso, estamos siempre dispuestos para el Padre, en una espera que no ha de desesperarnos; puesto que, nos acompaña con su providencia, cuidando de cada uno de nosotros. Jamás perdamos la recta orientación; que la crónica es un partir y un compartir, un donarse y darse, ofreciéndose a los demás. Al fin, uno es lo que es, gracias a Jesús; y, así: ¡Bebiendo de su venerable pulso, nos avenimos!

I.- DONDE HAY MIEDO; 
HAY OSCURIDAD 

Con el Salvador nada es temible, 
sólo hay que dejarse acompañar, 
despojarse de mundo pernicioso,
y reintegrarse al espíritu celeste, 
para acompasar de amor el obrar. 

Junto a la cruz de Cristo, el amar;
con el amar, la pasión por el ser; 
con el ser, la alegría del convidar;
con el convidar, el gozo por vivir; 
y con el vivir, la paz en el pecho.

Bajo esta concordia omnipotente,
no cabe el desaliento ni el temor;
lo cardinal es escucharse y oírse, 
habitar despiertos y no dormirse,
pues el que rastrea siempre halla.

II.- DONDE HAY VIGILANCIA; 
HAY SABIDURÍA 

Vigilar el corazón es encauzarse, 
dirigirse a un espacio de llaneza, 
guiarse hacia un confín de culto, 
que  nos lleva a ser compasivos, 
para poder crecer en humanidad.

Si falta la vigilancia, se arriesga
todo, se expone a que se esfume, 
a que se desvanezca lo generoso, 
y se vigorice el impulso egoísta, 
que todo lo alienta de maldades.

Lo ventajoso es sentirse alertado, 
no estar ido, ni distraído consigo; 
sino asistido y vuelto a la virtud 
de la esperanza, con el Redentor, 
como verdad y vida llena de luz.

III.- DONDE HAY CREENCIA, 
HAY CERTEZA
 
Navegar sin fe es como negarse, 
es hundirse y en la nada sumirse, 
sin un patrimonio que preservar, 
y sin un horizonte para combatir, 
pues la existencia es un combate.

En ese ataque místico moramos, 
porque existir es una ciclo regio,
una rio de pruebas y tentaciones, 
con sus oleadas desconcertantes, 
que hemos de purgar y corregir.

Salvaguardar la claridad interior
es vivificante, para no destruirse, 
para elegir el ritmo de la certeza, 
fluyendo como siervos del Señor, 
para hace aquello que nos suplica.

Víctor CORCOBA HERRERO
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