Ciudad del Vaticano. - El Papa, en el rezo del Ángelus, exhortó a invertir el verdadero tesoro de la vida —los dones recibidos de Dios— en el amor y el servicio a los demás, recordando que las obras de misericordia son la inversión más segura y fecunda para alcanzar la plenitud.

Durante el rezo del Ángelus de este domingo, el Papa recordó a los fieles que el Evangelio invita a reflexionar sobre cómo invertir el verdadero tesoro de nuestra vida. Inspirado en el pasaje de Lucas 12,32-48, el Santo Padre destacó la importancia de no guardar para uno mismo los dones recibidos de Dios, sino ponerlos al servicio de los demás con generosidad.

Todo lo que somos es un capital vivo por compartir

«Vendan sus bienes y denlos como limosna» (Lc 12,33) fue la exhortación de Jesús que centró la meditación. El Papa explicó que esta llamada no se limita a los bienes materiales, sino que incluye nuestras capacidades, tiempo, afecto, presencia y empatía. “Todo lo que somos y tenemos —dijo— es un capital vivo que, si no se cultiva y comparte, se seca, se devalúa o acaba en manos de quienes lo reducen a mero consumo”.

    “En resumen, todo aquello que hace de cada uno de nosotros, en los designios de Dios, un bien único, inapreciable, un capital vivo, palpitante, que para crecer requiere ser cultivado y empleado, porque si no se seca y se devalúa. O bien termina perdido, a merced de quienes, como ladrones, se apropian de él para convertirlo simplemente en un objeto de consumo.”

El Pontífice subrayó que la vida es un don que necesita espacio, libertad, relaciones y, sobre todo, amor para desarrollarse plenamente. Recordó que Cristo pronunció estas palabras mientras se dirigía a Jerusalén para entregarse en la cruz, un ejemplo supremo de amor y generosidad.

Las obras de misericordia son el banco más seguro y rentable

Refiriéndose a las obras de misericordia como “el banco más seguro y rentable” para depositar el tesoro de la existencia, citó a san Agustín: «Lo que das se transformará, porque te transformarás tú». Ilustró esta enseñanza con imágenes cotidianas: una madre abrazando a sus hijos, dos novios que se sienten rey y reina, y otras escenas donde el amor convierte lo ordinario en riqueza auténtica.

El Papa invitó a los presentes a practicar una vigilancia activa, atentos y sensibles a las necesidades de los demás en cada espacio de la vida: familia, parroquia, escuela o trabajo.

    “Esta es la vigilancia que nos pide Jesús, habituarnos a estar atentos, dispuestos, sensibles los unos con los otros, como Él lo está con nosotros en cada instante.”

Concluyó confiando este compromiso a María, “Estrella de la mañana”, para que ayude a todos a ser centinelas de la misericordia y la paz en un mundo marcado por divisiones.

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Ciudad del Vaticano. - En su audiencia general del miércoles, el Papa León reflexiona sobre la palabra «preparar» y cómo cada uno de nosotros está invitado a prepararse para la Eucaristía en los momentos cotidianos de la vida.

Durante su primera audiencia general del miércoles de agosto, el Papa León XIV reflexionó sobre el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Para comenzar, invitó a todos a meditar sobre la palabra «preparar», que «parece sencilla, pero encierra un precioso secreto de la vida cristiana».  

El amor no es un impulso repentino

En el Evangelio de Marcos, en preparación para la Pascua, los doce apóstoles le hacen a Jesús una pregunta muy práctica: «¿Dónde quieres que vayamos a preparar la Pascua?». El Papa León señaló que ellos eran conscientes de que algo importante iba a suceder y, a su vez, recibieron una respuesta muy simbólica de Jesús: «Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un jarro de agua».

Un hombre con un jarro, una habitación ya preparada y un anfitrión desconocido: todo está preparado de antemano. Jesús ya lo había dispuesto todo para sus discípulos. Esto nos muestra, explicó el Papa, que el amor verdadero «no es fruto del azar, sino de una elección consciente». El amor exige preparación. La decisión de Jesús de soportar su pasión es un ejemplo de esta elección de amar libremente.

El Papa León subrayó que esto debería ser una fuente de consuelo para nosotros: «saber que el don de su vida proviene de una intención consciente, no de un impulso repentino».

Dios ha preparado un lugar para nosotros

Siguiendo con el simbolismo del pasaje del Evangelio, la habitación que ya ha sido preparada revela el hecho de que Dios nos allana el camino. Antes de que «nos demos cuenta de que necesitamos ser acogidos, el Señor ya ha preparado un espacio para nosotros donde podemos reconocernos y sentirnos sus amigos».

Cada uno de nosotros puede encontrar en nuestro corazón ese espacio creado especialmente para cada persona, que simplemente espera ser visto, llenado y amado.

Aunque Jesús ya había dispuesto todo para la Pascua en el Evangelio, pidió a los apóstoles que hicieran su parte. Esto, argumentó el Papa, nos enseña una lección esencial para nuestra vida espiritual: «la gracia no elimina nuestra libertad, sino que la despierta».

Los preparativos no son lo mismo que las ilusiones

El Papa León recordó a los peregrinos en la Plaza de San Pedro que nosotros también tenemos «una cena que preparar». Más allá de la liturgia, la Eucaristía tiene un lugar en nuestra vida cotidiana. Y debemos dejar espacio para experimentar todo como una acción de gracias.

Para ello, el Papa instó a todos a eliminar de sus vidas aquello que les impide avanzar. Pero también advirtió contra la confusión entre los preparativos y las ilusiones, o contra la creencia de que estar preparados significa estar engañados. Las ilusiones distraen, mientras que los preparativos nos guían. Jesús nos dio un ejemplo de ello cuando preparó «una cena de comunión» para sus discípulos a lo largo de su ministerio, incluso cuando ellos no lo entendían y uno de ellos planeaba traicionarlo.

Nosotros también estamos llamados a «preparar la Pascua». Como recordó el Papa León a todos los presentes en la plaza, esto no solo significa prepararse para la misa, sino también para los momentos de nuestra vida cotidiana. Esto puede significar estar dispuestos a dar el primer paso, a escuchar más o a dejar de esperar a que los demás cambien.

Y cuando decidimos aceptar el llamado de Dios para prepararnos para la comunión con Él, no estaremos solos, subrayó el Papa. «Descubriremos que estamos rodeados de signos, encuentros y palabras que nos guían hacia esa sala, espaciosa y ya preparada, en la que se celebra sin cesar el misterio de un amor infinito, que nos sostiene y siempre nos precede».

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El Papa retorna a la Ciudad del Vaticano luego de 16 días de estancia en las Villas Pontificias de Castel Gandolfo: unas vacaciones de trabajo, no he dejado de seguir la actualidad.

El Papa León XIV regresó la tarde de este martes 22 de julio a la Ciudad del Vaticano, luego de algunos días de estancia en las Villas Pontificias en Castel Gandolfo, allí permaneció desde el pasado 6 de julio. Consultado por los periodistas sobre la situación en Gaza, insistió en la urgencia de “dejar las armas” para encontrar la paz.

"En realidad hay muchos lugares donde a mí personalmente también me gustaría ir, pero esta no es necesariamente la fórmula para encontrar una respuesta”, dijo el Papa a los periodistas que preguntaron sobre ir a lugares de sufrimiento como Gaza.

“Tenemos que animar a todo el mundo a dejar las armas, a dejar todo el comercio que hay detrás de cada guerra, muchas veces con el tráfico de armas las personas se convierten en simples instrumentos sin valores -dijo el Papa León XIV-. Sobre esto hay que insistir muchas veces, sobre la dignidad de cada ser humano, cristiano, musulmán, de cualquier religión…, todos somos hijos de Dios, creados a imagen de Dios. Así que continuaremos con este esfuerzo".

Durante los días de convivencia en Castel Gandolfo, el Pontífice agregó a su agenda algunos eventos públicos de trabajo, audiencias, encuentros, y eucaristías. Envió algunos mensajes y telegramas. De manera especial, se mantuvo atento a la situación de la guerra en Ucrania y en el Medio Oriente.

La estancia en Castel Gandolfo transcurrió muy bien, el Papa dijo que volvería, que estaba muy contento de la acogida que recibió: “He podido cambiar un poco de aires" pero han sido “unas vacaciones de trabajo, no he dejado de seguir” la actualidad. "Gracias a Dios la voz de la Iglesia sigue siendo importante, seguimos promoviendo la paz”.

El siguiente gran evento jubilar del Año Santo en el cual participará el Papa León XIV será en el Jubileo de los Jóvenes, que se desarrollará del 28 de julio al 3 de agosto en Roma.

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Ciudad del Vaticano. - Tras la santa misa en la Catedral de Albano este domingo 20 de julio, el Santo Padre dirigió la oración mariana del Ángelus delante del Palacio Apostólico en Castel Gandolfo. En su reflexión, invitó a aprovechar el verano para bajar el ritmo y abrirse al encuentro con Dios, con los demás y con uno mismo. A partir del Evangelio de Marta y María, alertó sobre el riesgo de vivir en automático, sin saborear lo esencial.

Desde Castel Gandolfo, este domingo 20 de julio de 2025, el Papa León XIV centró su alocución previa al rezo del Ángelus en el valor de la hospitalidad, a partir de las lecturas del día: el pasaje del Libro del Génesis en el que Abraham y Sara reciben a tres misteriosos visitantes (Gn 18,1-10), y el Evangelio según san Lucas que narra la visita de Jesús a las hermanas Marta y María (Lc 10,38-42). Ante una Plaza de la Libertad colmada de fieles entusiastas, bajo un sol esplendoroso, el Pontífice animó a vivir el tiempo estival como una oportunidad para redescubrir el sentido profundo del encuentro y de la apertura interior.

“Cada vez que aceptamos la invitación a la Cena del Señor y participamos en la mesa eucarística, es Dios mismo quien ‘pasa a servirnos’ (cf. Lc 12,37)”, afirmó. Y añadió: “Nuestro Dios supo hacerse huésped primero, y también hoy está a nuestra puerta y llama (cf. Ap 3,20)”. Destacó, además, que en italiano la palabra ospite designa tanto a quien acoge como a quien es acogido, una ambivalencia que —dijo— encierra una enseñanza espiritual: “Fuera del juego de la acogida recíproca, nuestra vida se empobrece”.

“Es necesaria la humildad tanto para acoger como para ser acogido. Requiere delicadeza, atención, apertura”.

Comentando el Evangelio dominical, el Papa observó que Marta, aunque generosa, se deja absorber por el ajetreo de las tareas, lo cual la aleja del sentido profundo de la visita de Jesús. “Está tan concentrada en lo que tiene que hacer para acoger a Jesús, que corre el riesgo de arruinar un momento de encuentro inolvidable”, señaló. Y puntualizó: “Marta es una persona generosa, pero Dios la llama a algo aún más hermoso que la propia generosidad. La llama a salir de sí misma”.

En contraste, María “pareciera que ha perdido el sentido del tiempo, conquistada por la palabra de Jesús”. El Papa aclaró que no se trata de una actitud pasiva ni evasiva: “No es que sea menos concreta que su hermana, ni menos generosa, sino que ha aprovechado la oportunidad”. Por eso, Jesús reprende a Marta: porque se ha quedado fuera de una intimidad que también a ella le daría una gran alegría (cf. vv. 41-42)".

León XIV propuso que el verano sea un tiempo para “bajar el ritmo” y adoptar una actitud más parecida a la de María. “A veces no nos permitimos los mejores momentos”, lamentó. “Necesitamos gozar de tener un poco de descanso, con el deseo de aprender más sobre el arte de la hospitalidad”. En ese sentido, criticó las promesas de la industria del turismo, que busca “vendernos todo tipo de experiencias, pero quizá no lo que buscamos”. Y subrayó: “Todo encuentro verdadero no se puede comprar, es gratuito: sea el que se tiene con Dios, como el que se tiene con los demás, o incluso con la naturaleza”.

A modo de ejemplo, recordó cómo Abraham y Sara, a pesar de su edad avanzada, recibieron la promesa de una nueva vida al acoger al Señor mismo en tres viajeros: “También para nosotros, aún hay tanta vida por acoger”.

El Santo Padre concluyó su reflexión invocando la intercesión de la Virgen María, “la Madre hospitalaria, que acogió al Señor en su seno y junto con José le dio un hogar”. En ella, dijo, “resplandece nuestra vocación, la vocación de la Iglesia de seguir siendo una casa abierta a todos, para continuar acogiendo a su Señor, que pide permiso para entrar”.
Saludos del Papa a grupos jóvenes y comunidades locales en Castel Gandolfo

Tras finalizar la oración mariana del Ángelus, el Papa León XIV dirigió unas palabras de saludo a diversos grupos presentes en la Plaza de la Libertad, entre ellos, a los jóvenes participantes en la peregrinación organizada por la Catholic Worldview Fellowship, que se encuentran en Roma tras varias semanas dedicadas a la oración y la formación. También expresó su cercanía a quienes participan en la Escuela Internacional de Familias Nuevas del Movimiento de los Focolares, que se celebra en Loppiano. “Rezo —dijo el Pontífice— para que esta experiencia de espiritualidad y fraternidad los haga firmes en la fe y alegres en el acompañamiento espiritual de otras familias”.

Asimismo, agradeció al Foro Internacional de Acción Católica por promover la “Maratón de oración por los Gobernantes”, que invita a cada persona, entre las 10 de la mañana y las 10 de la noche de este domingo, a detenerse al menos un minuto para orar, pidiendo al Señor que ilumine a quienes están al frente de los pueblos e inspire en ellos proyectos de paz.

El Papa también tuvo un recuerdo especial para el Catholic Institute of Technology, con sede en Castel Gandolfo; al grupo scout Agesci Gela 3, que está realizando una peregrinación jubilar con destino final en la tumba del Beato Carlo Acutis; a los jóvenes de Castello di Godego, involucrados en una experiencia de servicio junto a Cáritas Roma; a los integrantes del grupo folclórico ‘O Stazzo y a la Banda Musicale di Alba de Tormes.

Finalmente, expresó su agradecimiento a la comunidad de Castel Gandolfo por su cálida acogida durante este tiempo de descanso veraniego:

“Dentro de unos días regresaré al Vaticano, tras haber pasado estas dos semanas aquí en Castel Gandolfo. Quiero agradecerles a todos por la cálida acogida y desearles un feliz domingo”, afirmó con tono cercano y agradecido. En efecto, el Pontífice permanecerá allí hasta el próximo martes 22, cuando retornará al Vaticano por la tarde, según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Miércoles, 16 Julio 2025 10:35

La parábola del Sembrador

CIUDAD DEL VATICANO. - Debido al período de verano, el Papa León XIV, no realizará la Audiencia General en la Plaza de San Pedro este miércoles 16 de julio. En su lugar, recordamos su primera catequesis siguiendo el ciclo “Jesucristo nuestra esperanza” con motivo del Jubileo 2025, iniciado a principios de año por su predecesor el Papa Francisco. León XIV reflexionó sobre la parábola de El Sembrador.

El miércoles 21 de mayo, el Papa León XIV pronunció su primera catequesis desde la Plaza de San Pedro, donde, centrándose en la parábola de El Sembrador, destacó que “un sembrador, bastante original, sale a sembrar, pero no se preocupa de dónde cae la semilla. La arroja incluso donde es improbable que dé fruto: en el camino, entre las piedras, entre los espinos”.

Para el Papa, esta forma en que este sembrador «derrochador» arroja la semilla es una imagen de la forma en que Dios nos ama. Además, subrayó que “estamos acostumbrados a calcular las cosas —y a veces es necesario—, ¡pero esto no vale en el amor!”

El Pontífice explicó que “Dios arroja la semilla de su Palabra sobre todo tipo de terreno, en cualquier situación en la que nos encontremos: a veces somos más superficiales, otras veces nos dejamos llevar por el entusiasmo, o estamos agobiados por las preocupaciones. Pero Dios confía y espera que tarde o temprano la semilla florezca”. Con estas palabras, el Papa recordó que “esta es la esperanza, fundada sobre la roca de la generosidad y la misericordia de Dios”.

El Papa León XIV hizo un llamado a vivir en esperanza y a sembrar paz en la vida cotidiana, especialmente en estos primeros meses de su pontificado, donde su ejemplo ha sido un testimonio de confianza y misericordia. La parábola de El Sembrador, nos muestra que “Dios no nos quiere en un terreno perfecto, sino que nos ama y confía en nosotros, incluso en los terrenos más imposibles”.

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CIUDAD DEL VATICANO. - Durante el Ángelus, que presidió León XIV desde la Plaza de la Libertad en Castel Gandolfo, el Papa reflexionó sobre la pregunta del Evangelio: «¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?». Explicó que la vida eterna es un don de Dios que se recibe como herencia, no algo que se conquista. Para obtenerla, es necesario acoger la voluntad divina, amando a Dios y al prójimo.

    “Lo que el corazón del hombre espera se describe como un bien que se “hereda”. No se trata de conquistarlo por la fuerza, ni de implorarlo como siervos, ni de obtenerlo por contrato. La vida eterna, que sólo Dios puede dar, se transmite al hombre en herencia como de padre a hijo”

Para recibir este regalo, es necesario acoger la voluntad divina, expresada en el mandamiento de amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo. “Jesús es la revelación del verdadero amor hacia Dios y hacia el hombre”, afirmó el Papa.

 Un amor que se da sin poseer, que perdona sin exigir y que socorre sin abandonar. Cristo, añadió, se ha hecho prójimo de cada ser humano, y por eso cada persona está llamada a convertirse en prójimo de quienes encuentra en su camino.

    “¡Mirémoslo a Él! Jesús es la revelación del verdadero amor hacia Dios y hacia el hombre. Amor que se da y no posee, amor que perdona y no exige, amor que socorre y nunca abandona. En Cristo, Dios se ha hecho prójimo de cada hombre y cada mujer; por eso, cada uno de nosotros puede y debe convertirse en prójimo de quienes encuentra en el camino. Siguiendo el ejemplo de Jesús, Salvador del mundo, también nosotros estamos llamados a llevar consuelo y esperanza, especialmente a quienes están desanimados y decepcionados”

El Santo Padre subrayó que vivir eternamente no significa engañar a la muerte, sino “servir a la vida”, cuidando de los demás en el tiempo que compartimos. “Esta es la ley suprema, por encima de cualquier norma social, y la que da sentido a la existencia”, aseguró.

Finalmente, el Papa pidió la intercesión de la Virgen María, Madre de misericordia, para que los fieles puedan acoger en su corazón la voluntad de Dios y convertirse cada día en artífices de paz.

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CIUDAD DEL VATICANO. - Es necesario un camino diario de conversión en cada uno de nosotros para la convivencia pacífica entre los pueblos, escribe León XIV en respuesta a las preguntas de una madre que reflexiona sobre la preocupante realidad del mundo actual desde las páginas de la revista Piazza San Pietro. El Papa insta al diálogo para una cultura del encuentro y nos invita a combinar la oración y los gestos valientes «con la fatigante paciencia de los pequeños pasos».

“¿Qué pasará si todo se ve abrumado por la guerra?” Esta es la pregunta que Zaira, una joven madre de tres hijos de Benevento, le plantea a León XIV, cuestionándose sobre el derecho a la paz, en las páginas del número de julio de Piazza San Pietro , la revista publicada por la Basílica Vaticana, este mes dedicada al Jubileo de los jóvenes. “El tuyo es un grito que llega al corazón de Dios”, responde el Pontífice en la sección “Diálogo con los lectores”, llamando a todos, creyentes y no creyentes, a un camino de conversión del corazón. La paz, explica el Papa, no es solo un deseo, sino un compromiso personal y cotidiano, que nace de lo más profundo y se nutre de gestos concretos, “se construye en el corazón y a partir del corazón”.

«Insistimos en el diálogo a todos los niveles, para promover una verdadera cultura del encuentro y no del conflicto, y también de la limitación del poder, como siempre pidió mi amado predecesor, el Papa Francisco», es el llamamiento de León XIV, quien lanza el reto de «saber combinar la oración con los gestos valientes necesarios y con la paciencia agotadora de los pequeños pasos». «La guerra no prevalecerá —concluye el Papa— y los niños tienen derecho a una paz auténtica, justa y duradera».

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Ciudad del Vaticano. - En su alocución previa a la oración mariana del ángelus, el Santo Padre invocó a la Virgen María para que “interceda por nosotros y nos acompañe en el camino del seguimiento del Señor, para que también nosotros podamos convertirnos en alegres trabajadores del Reino de Dios”.

La Iglesia y el mundo no necesitan “cristianos de ocasión” que de vez en cuando dan cabida a algún buen sentimiento religioso o participan en algún evento; sino “obreros deseosos de trabajar en el campo de la misión, discípulos enamorados que den testimonio del Reino de Dios”. Este es el centro de la reflexión que el Papa León XIV dirigió este domingo 6 de julio, a los fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro, para rezar la oración mariana del ángelus.

La esperanza del Evangelio está destinada a todos

Al comentar el Evangelio de este XIV Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre dijo que, hoy san Lucas (10,1-12.17-20) nos recuerda la importancia de la misión, a la que todos estamos llamados, cada uno según su vocación y en las situaciones concretas en las que el Señor lo ha puesto.

“Jesús envía a setenta y dos discípulos (v. 1). Este número simbólico indica que la esperanza del Evangelio está destinada a todos los pueblos. Tal es la amplitud del corazón de Dios: su abundante cosecha, es decir, la obra que Él realiza en el mundo para que todos sus hijos sean alcanzados por su amor y sean salvados”.

Dios ha salido generosamente al mundo a sembrar

Y siguiendo su comentario, el Obispo de Roma señaló que, por un lado, Dios, como un sembrador, ha salido generosamente al mundo a sembrar y ha puesto en el corazón del hombre y de la historia el deseo de infinito, de una vida plena, de una salvación que lo libere.

“Por eso la mies es mucha, el Reino de Dios germina como una semilla en la tierra y los hombres y mujeres de hoy, incluso cuando parecen abrumados por tantas otras cosas, esperan una verdad más grande, buscan un sentido más pleno para su vida, desean justicia y llevan en su interior un anhelo de vida eterna”.

Son pocos los obreros que van a trabajar al campo

Asimismo, el Pontífice indicó que, por otra parte, son pocos los obreros que van a trabajar al campo sembrado por el Señor y que, antes aún, son capaces de reconocer, con los ojos de Jesús, el buen grano listo para la cosecha.

“Hay algo grande que el Señor quiere hacer en nuestra vida y en la historia de la humanidad, pero son pocos los que se dan cuenta, los que se detienen para acoger el don, los que lo anuncian y lo llevan a los demás”.

No a “cristianos de ocasión”, si a “discípulos enamorados” del Reino

Por ello, el Papa León señaló que, hoy la Iglesia y el mundo no necesitan personas que cumplen con sus deberes religiosos mostrando su fe como una etiqueta exterior; necesitan, en cambio, obreros deseosos de trabajar en el campo de la misión, discípulos enamorados que den testimonio del Reino de Dios dondequiera que se encuentren.

“Quizás no falten los ‘cristianos de ocasión’, que de vez en cuando dan cabida a algún buen sentimiento religioso o participan en algún evento; pero son pocos los que están dispuestos a trabajar cada día en el campo de Dios, cultivando en su corazón la semilla del Evangelio para luego llevarla a la vida cotidiana, a la familia, a los lugares de trabajo y de estudio, a los diversos entornos sociales y a quienes se encuentran en necesidad”.

María interceda por nosotros para ser alegres testigos del Reino

Y para hacer esto, precisó el Papa, no se necesitan demasiadas ideas teóricas sobre conceptos pastorales; se necesita, sobre todo, rezar al dueño de la mies y profundizar en “la relación con el Señor, cultivar el diálogo con Él”. Entonces Él nos convertirá en sus obreros y nos enviará al campo del mundo como testigos de su Reino.

“Pidamos a la Virgen María, que se entregó generosamente diciendo «Yo soy la servidora del Señor», y participando de esta forma en la obra de la salvación, que interceda por nosotros y nos acompañe en el camino del seguimiento del Señor, para que también nosotros podamos convertirnos en alegres trabajadores del Reino de Dios”.

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CIUDAD DEL VATICANO. - Preguntas y respuestas entre el Papa León XIV y los niños del Centro de Verano vaticano, reunidos ayer en el Aula Pablo VI. Junto a ellos, también el grupo de unos 300 estudiantes de Ucrania, acogidos en Italia por la Cáritas para el verano.

«Ya de pequeños podemos aprender a ser constructores de puentes y buscar oportunidades para ayudar a los demás». De ello está convencido León XIV, que respondiendo a las preguntas de algunos niños con los que se reunió ayer en el Vaticano les instó a buscar la amistad con Jesús participando en la misa, a acoger a los que son diferentes y a comprometerse en la construcción de la paz. La ocasión fue la visita que realizó hacia el mediodía de ayer, 3 de julio, en el Aula Pablo VI, donde estaban reunidos los más de 300 participantes del Estate Ragazzi en el Vaticano, a los que poco antes se habían unido otros tantos niños de la misma edad procedentes de Ucrania acogidos por Cáritas Italiana.

Respondiendo a tres preguntas formuladas por tres niños representantes de los distintos grupos de edad, el Pontífice se dirigió a los presentes después de que uno de los animadores le presentara la iniciativa, que cumple su sexta edición. Coordinado por el sacerdote salesiano P. Franco Fontana, siguiendo el modelo de los oratorios de San Juan Bosco, el lema de este año es «El Otro, cuando el Otro lo es todo»: un tema elegido para que los jóvenes participantes aprendan a superar los prejuicios, en un momento en el que parece cada vez más complicado hablar, relacionarse, compartir palabras, pensamientos e incluso momentos de juego y diversión juntos.

Misa de niño en Chicago

La primera en dirigirse a León XIV fue Giulia, que le preguntó si iba a misa de niño. «¡Claro que sí! - siempre, todos los domingos, con papá y mamá». Luego, añadió, tejiendo de nuevo el hilo de los recuerdos de su infancia en Chicago, «desde los 6 años más o menos fui también monaguillo en la parroquia y así, antes de ir a clase, en la escuela, que era una escuela parroquial, había misa a las 6.30 de la mañana y mamá siempre nos despertaba y decía: "Vamos a misa". Y luego también servir en la misa era algo que me gustaba mucho, porque ya de pequeño me habían enseñado que Jesús está siempre cerca, que el mejor amigo es siempre «Él»y que la misa era una manera de encontrar a este amigo, de estar con Jesús, incluso antes de hacer la Primera Comunión". En este sentido, el Papa Prevost recordó que en aquella época la celebración «era en latín» - «todavía teníamos que aprender latín para la misa y luego, más tarde, para mí, que nací y viví en Estados Unidos, cambió al inglés», comentó. Pero lo importante, añadió, «no era tanto en qué idioma celebrábamos, sino simplemente tener esa experiencia de conocer a otros chicos que también servían la misa juntos»; así que «siempre la amistad, y luego esta cercanía con Jesús en la Iglesia. Siempre fue algo muy hermoso».

Acoger a quien es diferente, construir puentes

A continuación tomó el micrófono Edoardo, quien, refiriéndose al tema del Estate Ragazzi en el Vaticano, preguntó al Papa cómo pueden los niños acoger a los que son diferentes. En respuesta, León XIV dirigió primero un saludo en inglés al grupo que había venido de Ucrania - «experiencias como ésta, de encontrarse unos con otros viniendo de países diferentes, de tierras diferentes, de lenguas diferentes, de tantas diferencias que puede haber entre nosotros, es muy importante», explicó, instando a vivir «la experiencia de encontrarse, de conocerse, de respetarse y de aprender a ser amigos unos de otros» - y luego retomó en italiano para hacer comprender a los demás presentes que Ucrania es «una tierra que está sufriendo mucho a causa de la guerra».

Y señalando precisamente las diferencias que ciertamente existen entre los dos grupos con los que se encontró, empezando por la lengua hablada y la consiguiente dificultad para entenderse, dijo también ser consciente de que «sin embargo, cuando encontramos la oportunidad de un encuentro, de encontrarnos con el otro, es muy importante aprender a respetarnos, no centrarnos en las diferencias sino ver cómo vivir un encuentro respetando al otro para construir puentes, para construir amistad, para reconocer que todos podemos ser amigos, hermanos, hermanas, y que así podemos caminar juntos y avanzar». El Papa no ocultó las dificultades. «A veces cuesta un esfuerzo especial», señaló, «porque: “Pero él no es como yo, pero ella es diferente... Él no habla como yo... Yo lo veo diferente...”»; sin embargo, aclaró que debemos «aprender a respetarnos mutuamente, saber que podemos vivir el encuentro y vivir como amigos todos.»

"No entrar en guerra"

Damián volvió finalmente al tema del conflicto en Ucrania, preguntando qué pueden hacer las nuevas generaciones para construir la paz. Y el obispo de Roma respondió que «incluso siendo niños, todos podemos aprender a ser constructores de paz y amistad». También ofreció sugerencias prácticas: «No entren en guerra, en batalla, nunca promuevan el odio, son tantas pequeñas cosas incluso para ustedes que a veces, uno mira y dice: »Me gustan más esos zapatos de ahí y yo no los tengo...". Entonces veo mal a la otra persona... O siento esta envidia, algo que me duele un poco en el corazón". En cambio, aclaró el Papa, «Jesús nos llama a aprender a ser todos amigos, todos hermanos. Y viviendo esa experiencia seamos italianos, americanos, ucranianos, del país que seamos, todos somos hijos e hijas de Dios». De ahí la invitación a aprender desde pequeños «a tener este respeto mutuo», a «ver en el otro a alguien como yo», que «no es tan diferente». «Habla otro idioma, no puedo decir nada»: no es verdad, ¡también hay gestos! Hay una manera de acercarse al otro, se puede compartir un poco de pan, se pueden buscar maneras de ayudar al otro», porque precisamente, concluyó León XIV, «incluso los más pequeños pueden ya empezar a buscar ocasiones y oportunidades» para «ser promotores de paz, promotores de amistad, de amor entre todos».

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Ciudad del Vaticano. - En el Ángelus en la Plaza de San Pedro, León XVI recuerda «la gran fiesta de la Iglesia de Roma» en la solemnidad de Pedro y Pablo, subraya que también en este tiempo hay cristianos que mueren por los valores del Evangelio, a menudo al difundirlos -dice- hay oposición y persecución pero la gloria de Dios resplandece en la continua conversión.

Vivir "en continua conversión". El Papa León XIV en el Ángelus de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, patronos de Roma, recuerda que en la peregrinación a las tumbas de los Apóstoles se descubre que se puede vivir como ellos, en la llamada de Jesús que sucede varias veces, no sólo una, y en la que todos nosotros, especialmente en el Jubileo, podemos esperar. El Papa recuerda que el Nuevo Testamento no esconde «los errores, las contradicciones, los pecados de aquellos que veneramos como los más grandes Apóstoles», sino que «su grandeza ha sido modelada en el perdón».

La unidad de la Iglesia y entre las Iglesias, hermanas y hermanos, se nutre del perdón y de la confianza recíproca, que comienza por nuestras familias y nuestras comunidades. En efecto, si Jesús confía en nosotros, también nosotros podemos fiarnos los unos de los otros, en su Nombre.

Al servicio de la unidad y de la comunión

Hay también otro elemento que el Papa León subraya y que concierne a los «cristianos a los que el Evangelio vuelve generosos y audaces incluso al precio de su vida».

Existe de ese modo un ecumenismo de la sangre, una invisible y profunda unidad entre las Iglesias cristianas, que a pesar de ello no viven todavía la comunión plena y visible. Quiero por lo tanto confirmar en esta fiesta solemne que mi servicio episcopal es servicio a la unidad y que la Iglesia de Roma está comprometida por la sangre de los santos Pedro y Pablo a servir, en el amor, a la comunión entre todas las Iglesias.

En contraste con la mentalidad mundana

Un servicio a la unidad que nace de las piedras desechadas, una inversión que se realiza en Cristo, la "piedra de la que Pedro recibe también su propio nombre". Una piedra desechada por los hombres y que Dios ha convertido en piedra angular"; piedras que están al margen, "extramuros", como las que construyen la plaza de San Pedro y las basílicas papales de San Pedro y San Pablo.

Lo que a nosotros nos parece grande y glorioso antes fue descartado y excluido, porque contrastaba con la mentalidad mundana. Quien sigue a Jesús se encuentra recorriendo el camino de las bienaventuranzas, en el que la pobreza de espíritu, la mansedumbre, la misericordia, el hambre y la sed de justicia, y el trabajo por la paz encuentran oposición e incluso persecución. Y, sin embargo, la gloria de Dios brilla en sus amigos y a lo largo del camino los va modelando, cada vez que se convierten.

Iglesia, casa y escuela de comunión

"Que los Apóstoles Pedro y Pablo, junto con la Virgen María", concluye el Papa, "intercedan por nosotros, de modo que, en este mundo herido, la Iglesia sea casa y escuela de comunión".

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