Domingo, 10 Septiembre 2017 21:06

Consideraciones sobre el México Pendiente

Columna | Tierra de Sal

Cerca de los festejos de la independencia, y cerca del breve discurso que debes ofrecer, pasaron muchos temas por tu mente, la pregunta era ¿cómo entrarle para lograr un abordaje realmente significativo?  Lo que te quedaba claro era, que debía ser un abordaje algo ligero, directo y que provocara en tus receptores un halo reflexivo.

El auditorio estaría compuesto por varios centenares en su mayoría de jóvenes, pero sería el auditorio ideal para poder impactar y poder dejarles una pequeña semilla de tu mensaje.  Recordaste de pronto la frase que algún catedrático citaba con frecuencia “lo importante de cualquier tipo de discurso y/o cátedra, más que el texto mismo deberían ser las referencias que te dejarán y, de ser posible tomar las referencias bibliográficas”.

Así, pensaste estructurar los textos, los discursos, donde se invitara a  la ruptura, a la búsqueda en cuando menos uno o dos jóvenes que llegado el momento se convertirían en los multiplicadores de tus conocimientos dictados en tus discursos.

Estabas ensimismada en tus pensamientos, cuando de pronto recordaste que el target group, estaba muy bien identificado. Eran hombre y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes que tenían el mismo motor de vida que el tuyo, la construcción de la Puebla pendiente. Ahí estarían los cientos de ojos y de oídos esperando tus palabras.

Se volvería el escenario ideal para que lejos de un discurso político pudieras tejer algunas líneas reflexivas a doc a la realidad que vive, sufre y padece tu país. Hacer las referencias a la ciudad de contrastes.

A tu mente vino una imagen de un plato de talavera. Fondo blanco y figuras en tinta azul. Marcados rizos. Líneas y trazos que escribían un discurso en la talavera mayólica. Donde el discurso de contrastes es ante tus ojos el que prevalece, por eso -pensaste- Puebla se identifica con la talavera. El blanco y el azul. Los ricos y los “jodidos”.

Pensaste que así, se veían las calles de Puebla. Trazadas sobre un lienzo en blanco; pero, tan accidentadas por la pobreza, las calles con baches, las lámparas sin luces, así lucía en tu mente Puebla. A pocos kilómetros de diferencia, conocías a la familia de Mati, en pobreza extrema y, cerca de ti, la Puebla del Museo Barroco. Te rebotaba en la mente la fuerte carga de números siete mil doscientos ochenta millones, el costo de construcción.

Esa era la Puebla barroca. Era la Puebla que se tiene pendiente…

(Por tu mente hormigueaban muchas ideas. Dejaban una leve línea discursiva. Con tu almohada consultabas la importancia del plasmarlas o dejarlas escritas en el olvido, total ahí ya estaban).

….

La idea central de tu escritura, empezaba a cobrar forma. Te quedaba claro que, deberías hablar de la Puebla pendiente. Nunca pasó por tu mente  abordar el término “independiente”. Porque si bien es cierto que el término “independiente/independencia” engloban una enorme connotación desde los diferentes ámbitos que vienen a tu mente: político, social, familiar, de pareja, laboral, económico etc, etc -sic-. Por tu mente, no lograbas aprehender el concepto. Más bien evocabas la dependencia, codependencia, sumisión, obediencia, subordinación y sometimiento entre otros…

Volviste a tu tema, la Puebla “pendiente”. Evocarías de pronto la frase eppur si muove. Y claro que se mueve -pensaste- la sociedad no está estática. Está en constante revolución. Revolución de las ideas, de pesares, de sentires, de soñares, de acciones.  La sociedad ¡vive!

Ahí centrarías las líneas discursivas. La sociedad pendiente, está deseosa de independencia en lo individual y en lo colectivo a través de una revolución transformadora.

Vino a tu mente la interpretación polisémica en la  que tendrías que trabajar. ¡Uff! Iniciaba la complejidad. ¿Cómo le harías llegar al auditorio el mensaje? ¿Cómo les dirías que seguimos con una venda en los ojos? ¿Cómo decirles que seguimos en la búsqueda?

El momento había llegado, no pudiste postergar lo impostergable. Estabas ahí frente al auditorio. El peso de las miradas se cargó sobre tus hombros. El recinto estaba lleno. Agitaban de vez en vez algunas banderitas patrias que te distraían de tu concentración. No pasaba por tu mente más que el tema del México pendiente…

En tu discurso mencionaste, el antecedente histórico que puso “fin” al dominio español. Mencionaste las fechas que desde la primaria repetías con exactitud: “el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821”.

Te imaginaste al  cura Miguel Hidalgo y Costilla  cuando se lanzó a la guerra apoyado por una tropa de indígenas y campesinos, bajo el grito de "Viva la Virgen de Guadalupe, muerte al mal gobierno, abajo los gachupines”.

Te imaginaste muchos escenarios “independentistas”. Se agolparon tus recuerdos cuando acudiste al festejo desde las verbenas populares; las sofisticadas fiestas de amigos de la “uni”; las ceremonias escolares; las plásticas; los desfiles; las espumas, las banderitas, los rebozos, los vestidos, las chalupas, los molotes, los pulques, el pozole, las tostadas y los esquites entre otros. Las calles abarrotadas donde el pueblo festejaba y recordaste las veces que desde el palacio de gobierno miraban “los otros” al México pendiente.

Iniciaste el discurso, y sólo recordaste que México a más de doscientos años de su “independencia”, sigue siendo el México pendiente.

Lo demás fue lo de menos, sólo tú y alguien más, habría entendido el mensaje. Cerraste con una frase igual de loca como el México independiente, evocaste al manifiesto estridentista “Viva el mole de guajolote”. Todos gritaron ¡

Twitter | @mayrusmayrus7 | @divandelamujer

Publicado en COLUMNAS

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