Nuestra mirada suplicante de amor

Domingo, 02 Noviembre 2025 21:25 Escrito por Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor

Artículo | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

ORAR POR LOS DIFUNTOS: El pasaje de la muerte es un paraje de expectativa; y, recorrer nuestros cementerios con espíritu orante, nos ayuda a secar lágrimas y a reconfortar duelos. Orar por los muertos, más que necesario es imprescindible, porque no únicamente les puede ayudar a ellos, además hace eficaz su intercesión en favor nuestro. Vayamos pues hacia adelante siempre, que el tránsito se vive, despojado de mundo y amando, porque Cristo es Amor y yo he de ser su verbo de amor en verso. 

I.- JESÚS ES EL CAMINO, 
RENOVADO POR ÉL MISMO

Todos nosotros estamos en camino, 
reencontrándonos para expresarnos, 
pues somos la locución de un vivir, 
en permanente ejercicio existencial, 
que tiene como práctica el corazón.

A golpe de latido se entra en calma, 
se encauzan los claros sentimientos, 
se revive el itinerario de la amistad,
para tomar el carril de la concordia, 
que es el que nos pone en servicio.

Nuestro trabajo está en los andares, 
en tomar la ruta del glorioso afecto, 
en seguir los pasos del Crucificado,
que nos abrió los pórticos del cielo,  
y nos cerró la superficie del recelo.

II.- JESÚS ES LA VERDAD, 
HECHA PERSONA

La luz irradiada por Jesús es pasión,
es fehaciente resplandor de certeza. 
Su evidencia nos renueva la aurora, 
es la estrella de la libertad humana; 
sin Él nada es, todo pierde su guía.

La orientación tomada nos remonta, 
nos eleva al Padre a través del Hijo, 
que nos ha amparado y nos redime.
Es verdad, ¡el Señor ha resucitado!,
¡Él sólo hace posible lo imposible!

Con Él llega la huida de la muerte, 
y se reafirma la victoria de la vida;
pues a pesar de la nube de la Cruz, 
sólo hay que habitar en su palabra, 
para conocerse y reconocerse en Él.

III.- JESÚS ES LA VIDA;
DADA COMO ESPERANZA

Con las entretelas en grito, rebusco
a mi Señor, necesito de su acogida,
requiero de su apoyo cada instante, 
porque quiero querer lo que quiero, 
una morada rememorada en poesía.

Somos rebrotes de amor verdadero, 
renuevos de una vivificante mística, 
retoños de una relación restaurada,
porque Dios nos ama y nos espera, 
en una profunda vida de comunión. 

No tengamos miedo a mirar y a ver, 
los andares vividos y ya efectuados, 
lo vital está en surcar la corrección, 
en saber reprenderse en el instante, 
para vivir en paz y no morir jamás.

Víctor CORCOBA HERRERO
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