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Golpe de Estado en Guinea-Bissau

Jueves, 27 Noviembre 2025 12:50 Escrito por Redacción
Armada de Guinea-Bissau Armada de Guinea-Bissau Fotografía: Especial

Bissau.— Guinea-Bissau amaneció el 26 de noviembre de 2025 en silencio y con las calles tomadas por militares. Horas después, un grupo de oficiales apareció en la televisión estatal para anunciar que asumía el poder, en lo que describieron como una intervención “necesaria” para garantizar la seguridad nacional. El mensaje confirmaba lo que ya circulaba con fuerza en la capital: el presidente Umaro Sissoco Embaló había sido detenido y todas las instituciones quedaban disueltas, en un nuevo episodio de la larga saga de crisis que caracteriza a este país de África Occidental.

El golpe se produjo en medio de una disputa electoral particularmente tensa. Un día antes de que se conocieran los resultados provisionales de los comicios presidenciales y legislativos, tanto Embaló como el líder opositor Fernando Dias da Costa se habían proclamado ganadores, alimentando la incertidumbre y encendiendo las alarmas sobre un posible conflicto institucional. La junta militar aseguró haber detectado un plan para manipular los resultados y justificó su irrupción argumentando que buscaba impedir un “desorden mayor”.

En la mañana del 27 de noviembre, el ejército dio un paso definitivo en la consolidación de su autoridad al presentar al general Horta Nta Na Man, ex jefe del Estado Mayor, como presidente de transición. La ceremonia, celebrada rápidamente y sin presencia de organismos civiles, marcó el inicio formal de un gobierno militar que, según anunciaron, se mantendrá en el poder durante al menos un año.

En las primeras horas tras el golpe, las fronteras fueron cerradas y se suspendieron todas las actividades administrativas. El país quedó momentáneamente aislado mientras la junta tomaba control de ministerios, cuarteles y estaciones de policía. No obstante, el cierre duró poco: al día siguiente, las autoridades anunciaron la reapertura de los accesos terrestres, marítimos y aéreos para “garantizar la normalidad”.

La ECOWAS y la Unión Africana condenaron el golpe y exigieron la liberación del presidente depuesto, además de un retorno “sin demora” al orden constitucional. La ONU expresó “profunda preocupación” y pidió a todas las partes actuar con moderación ante el riesgo de una escalada. En Europa, varios gobiernos monitorean la situación; España, por ejemplo, recordó que cerca de 400 ciudadanos residen en el país y aconsejó extremar precauciones.

Para muchos guineanos, el golpe revive una historia que parece no tener fin. Desde su independencia en 1974, Guinea-Bissau ha atravesado golpes de Estado, gobiernos militares, disputas internas y la influencia corrosiva del narcotráfico, que ha convertido al país en un punto estratégico para redes criminales internacionales. Esa fragilidad histórica vuelve a emerger ahora, mientras el país intenta digerir un nuevo episodio de quiebre institucional.

Aunque la junta insiste en que la transición será “ordenada”, los analistas advierten que el futuro es incierto. La suspensión del proceso electoral, el establecimiento de un gobierno de facto y la presión extranjera definen un escenario volátil. La pregunta que recorre las calles de Bissau —y los pasillos diplomáticos de la región— es la de siempre: ¿cuánto durará esta vez la calma antes de un nuevo estallido?


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