• Su estancia fue como parte del programa de intercambio docente entre la Universidad Madero y otras instituciones internacionales.

San Andrés Cholula, Puebla.- Vastos e interesantes conocimientos compartió la Dra. Macarena Pérez-Suárez, docente-investigadora de la Universidad de Sevilla, España quien estuvo en la UMAD como parte del programa de un intercambio docente por el periodo de verano.

Durante su estancia la Dra. Macarena impartió el taller “Búsqueda de información para proyectos de investigación”; y presentó una charla para investigadores nóveles “La experiencia de formarse como investigador”, ambos dirigidos a docentes y académicos de la Universidad Madero y el Instituto Mexicano Madero.

Como parte de sus aportaciones la experta señaló que investigar es un proceso de transformación intelectual que mezcla decisiones sobre la tarea, estrategias y expectativas de la persona. Sin embargo comentó que en ocasiones se puede percibir como una labor difícil, complicada y engorrosa, que en realidad no lo es; por ello presentó 12 consejos que animan la formación de investigadores.

1.    Posiciona la marca de tu nombre
2.    Sigue un método de trabajo que te dé resultados
3.    Disfruta los aspectos lúdicos del trabajo
4.    Capitaliza tus ideas con un equipo de apoyo
5.    Toma en cuenta las normas de las Revistas destino
6.    Define tus aspiraciones de impacto
7.    Ambiciona ser ampliamente leído. Escribe en inglés
8.    Atiende las reglas de la escritura académica
9.    Sé autor y evaluador de artículos
10.     Invierte en tu preparación como investigador
11.    Ten en cuenta que se aprende también de las experiencias pequeñas
12.    No dejes que alguien te estorbe porque dice que no lo lograrás
La visita de la especialista fue de gran valor para la Universidad Madero que pretende integrar a cada vez más docentes en uno de los quehaceres primordiales de toda universidad, es decir, la investigación. Por su parte, los académicos, se mostraron entusiasmados por el conocimiento y las recomendaciones que compartió la Dra. Macarena, mismos que a su vez buscarán replicar en sus alumnos.

La Dra. Macarena cuenta con un Doctorado por la misma Universidad de Sevilla, Máster Oficial en Gestión y Desarrollo de los RRHH, es experta en Gestión Económica del Medio Ambiente, Licenciada en Ciencias del Trabajo y tiene una Diplomatura Universitaria en Relaciones Laborales.

Tiene en su haber al menos al menos ocho libros (en conjunto con otros colegas); cinco capítulos en libros, seis publicaciones en revistas y por lo menos 15 aportaciones en congresos.

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• Investigadora observó una tasa de descomposición anual de 0.7 en bosques de encino y pino

BUAP. 12 de mayo de 2017.- En México, los bosques y selvas cubren 64.5 millones de hectáreas, el 33 por ciento del territorio nacional. En Oaxaca, en promedio más de 20 millones de árboles se pierden al año por deforestación, tala inmoderada, plagas e incendios forestales, que ocasiona pérdida de suelo y hábitat de la vida silvestre, entre otros inconvenientes.

Para determinar el impacto del manejo intensivo de los bosques en esta entidad, Dulce María Figueroa Castro, investigadora de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP, observó que en zonas conservadas en la localidad de Santa Catarina Lachatao, localizada en la Sierra Norte, existe una tasa de descomposición anual de 0.7 en bosques de encino y pino, indicador normal comparable con datos de otros ecosistemas de este tipo en el planeta.

La descomposición de hojarasca en los ecosistemas terrestres está regulada por varios factores: humedad, temperatura, calidad de la hojarasca y  actividad de los organismos descomponedores, entre otros.

De igual manera, encontró más abundancia de macrofauna -organismos de más de un centímetro de longitud- en el bosque de encino en comparación con el de pino. Lo anterior, “se atribuye a que en el bosque de encino la capa de hojarasca es más gruesa; mientras en el de pino es más compacta y, por ende, se albergan menos organismos descomponedores”.

También observó que de los tres grandes grupos de organismos involucrados en el proceso (macro, micro y mesofauna), la microfauna es la que tiene mayor impacto. Asimismo, junto con su equipo de trabajo, determinó que en época de lluvias aumenta la tasa de descomposición en ambos sitios, probablemente porque existe mayor depósito de hojarasca en el suelo y por lo tanto, mayor disponibilidad de recursos y nichos para los organismos descomponedores.

La siguiente fase de la investigación, precisó la doctora en Ciencias por la Universidad de Missouri, en Estados Unidos, será comparar este indicador -utilizando los mismos métodos- con los de un bosque con manejo intensivo. Al hacer esa comparación se determinará el daño al ecosistema, mismo que dará indicios de la alteración del ciclo de los nutrientes, puesto que al no existir árboles o plantas que retengan los nutrientes, éstos se van a las partes bajas del territorio, como valles, por lo que no son aprovechados.

“Esta situación altera el funcionamiento del ecosistema e impide su recuperación de manera óptima, ya que la recuperación completa de un bosque requiere de varias décadas, una tarea difícil y a largo plazo que precisa planificación, ejecución y seguimiento”, afirmó Figueroa Castro, también responsable del Laboratorio de Interacciones Ecológicas.

Metodología

En la comunidad de Santa Catarina Lachatao predomina el bosque de encino y pino, pero se observa una clara división de los mismos: un manejo sostenible y una actividad desmesurada. Un punto de partida para establecer qué tanto afecta la explotación de los bosques al ciclo de los nutrientes, los cuales mantienen el funcionamiento dentro del ecosistema, es observar este indicador en un bosque relativamente conservado.

Por ello, el estudio realizado a partir de 2015 se centra en medir la tasa de descomposición en un área protegida, así como observar el efecto de la estacionalidad y los grupos de organismos involucrados en el proceso de desintegración.

Uno de los métodos usados, precisó la académica de la Facultad de Ciencias Biológicas, es hacer bolsas de malla con diferente apertura. Se colectan hojas secas de los árboles -aún sin caer-, se secan en hornos (secadoras) y, cuando pierden la humedad, se coloca una cantidad conocida de hojarasca dentro de las bolsas antes fabricadas.

Posteriormente, las bolsas se dejan en el bosque y se recogen periódicamente, para tener toda la historia de la tasa de descomposición a lo largo del año.

La doctora Dulce María Figueroa Castro explicó que una vez que se recogieron las bolsas, se mete la hojarasca que quedó dentro de la bolsa a la secadora y esta se pesa. Entonces, “esa diferencia de peso, por ejemplo se comenzó con 10 y terminó con 5 gramos, dará mediante ciertas fórmulas la tasa de descomposición”.

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